El Tánger más secreto contado por
sus artistas
EFE - martes, 23 de
septiembre de 2014
La ciudad de Tánger esconde hasta
para los mismos tangerinos edificios históricos desconocidos que han salido a
la luz gracias a una original iniciativa con el fin de acercar el arte a la
población.
Las mazmorras del Palacio Real,
el Consulado de Francia, una sinagoga y tres mansiones privadas se convirtieron
el domingo, por espacio de un solo día, en escenarios donde pintores,
escultores, músicos, poetas y videoartistas (treinta en total) dejaron ver la
vitalidad de la ciudad del Estrecho.
Cinco inquietos tangerinos de
varios horizontes y amantes del arte y el patrimonio han creado una asociación
llamada Etre ici (Estar aquí) para quitar las muchas capas de mugre y olvido
que envuelven esta ciudad y han elegido seis edificios que consideran
emblemáticos.
Hubo que convencer a la comunidad
judía tangerina para que abriesen una sinagoga que llevaba décadas
desacralizada; al Consulado de Francia para que diera paso al gran público, o
al ministerio de Cultura para que permitiese transformar una lóbrega prisión en
un improvisado espacio de arte.
Una sinagoga sin fieles y una
prisión sin reos, ¿por qué no transformarlos en espacios culturales y
recreativos, con las puertas siempre abiertas? Sería un excelente ejemplo que
podrían seguir otros edificios y que serían así restituidos al público,
reflexiona Nacheda Jilali, una de las responsables de la iniciativa.
En la sinagoga, dos actores
leyeron textos contra el racismo, y más concretamente el racismo en Tánger,
mientras que en la prisión, sus muros se convirtieron en pantallas donde se
proyectaban vídeos y fotografías.
En cuanto al Consulado francés,
prestó sus lujosos pasillos y jardines para desperdigar esculturas modeladas a
partir de puertas desechadas de automóviles de una conocida planta de montaje
local.
Lo más significativo es que estos
tres lugares cuentan a su modo distintas historias de un Tánger que brilló en
la primera mitad del siglo XX, donde se ofrecían suntuosas recepciones
diplomáticas y la comunidad judía era una de las más florecientes del
Mediterráneo, donde los presos purgaban penas a pocos metros de los dominios
del sultán.
Pero al "recorrido
artístico" también se han sumado tres edificios privados, propiedad de
personas que han querido abrir sus viviendas para dar a conocer al visitante lo
que Tánger guarda tras los muros de la calle y animar así a que el rico
patrimonio de la ciudad no desaparezca, como sucede con demasiada frecuencia.
Los franceses Frederic Soulié y
Sophie Ray, por ejemplo, compraron hace dos años la villa Mimi Calpé, edificada
en 1860 en "estilo Napoleón III", y se instalaron con sus cuatro
hijos en la parte baja de la medina, cerca del puerto, para ir restaurando
pacientemente este lugar en el que en sus buenos tiempos se codeaban nobles y
artistas de varias naciones.
El empeño de los Soulié es
encomiable, pero no ha impedido que la villa situada justo debajo de ella y
construida en la misma época haya sido pasto de las excavadoras para levantar
en su lugar un anodino edificio.
"No tenemos reglamentos ni
sanciones que protejan nuestro patrimonio", se lamenta la arquitecta Itaf
Benjelloun, también impulsora de la iniciativa, que aspira a lanzar la voz de
alarma sobre todos los edificios en peligro de desaparecer por la voracidad
urbanística.
Distinta es la intención de Tarek
Akerboun, heredero de un inquieto mecenas y depositario de un palacio venido a
menos en la Alcazaba, que recibió al pintor Francis Bacon y al músico Randy
Weston, y donde incluso en 1989 los Rolling Stones -jura Tarek- grabaron un
tema de su disco "Steel Wheels".
Mientras Tarek habla, un músico
toca el laúd para los presentes en esta jornada abierta a todos, y un pintor
permite que los niños se acerquen y jueguen con los colores.
Tarek quisiera que el palacio
figurase de nuevo en "el circuito" de artistas, de músicos y
pintores, y lo ha logrado por un día, pero la continuidad del proyecto depende
de muchas cosas, también de cómo Tánger atraiga a los artistas de todo el mundo
como una vez lo hizo.
De momento, la ciudad parece
concentrada, casi obsesionada en sus planes de crecimiento, su tren de alta
velocidad, sus carreteras de circunvalación, su megapuerto comercial y otras
obras faraónicas. El empeño de recuperar edificios antiguos, ¿a quién más le
puede interesar?.
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