Chile no ha perdido la memoria
INFOnews - jueves, 18 de
septiembre de 2014
La dictadura genocida de Pinochet
en Chile dejó un tendal de 3000 secuestrados desaparecidos y miles de personas
torturadas, robadas, vejadas. El regimen dejó un ominosa Ley de Amnistía,
todavía válida en Chile, aunque durante los ultimos años los jueces de Chile
han dejado de aplicar esa ley, reñida con diversos principios del derecho
público e internacional humanitario, como la imprescriptibiliad de los crímenes
de lesa humanidad.
Muchos chilenos sostuvieron y aun
sostienen que Pinochet con su regimen "modernizó" al país. Le
permitió "crecer". Dejar de ser un país "pobre". A
diferencia de Argentina, que acabó en 1983 con una dictadura criminal que vació
la economía, pulverizó la industria, endeudó al país, destruyó los tejidos
básicos de la sociedad y la cultura (persiguiendo, aterrorizando, robando
bebes), mandando a miles al exilio, y perdió una guerra penosa por las Islas
Malvinas, Pinochet gozaba –y goza aún– de predicamento en diversos sectores
sociales de Chile. Muchos aún lo defienden por haber puesto las bases de lo que
sería luego el "progreso económico" sostenido del país. Construyó
puentes, autopistas, el subte. A diferencia de Argentina, donde no hay legado
posible (todo lo vinculado al Proceso es horror, crimen, vejamen, entrega,
vaciamiento, atraso, ruindad, mentira, tortura), en Chile hay aspectos de la
dictadura que no son censurados (sino defendidos), porque censurarlos
implicaría censurar lo que muchos interpretan como el momento de
"quiebre" con el atraso. El momento en que Chile se constituyó en un
país "moderno". El problema ético –el dilema– que existe aquí es (y
en esto no es diferente del caso argentino, curiosamente) cuál puede ser (cuál
fue, cuál es) el "precio" de ese progreso. Cuál es su "costo"
(si es que puede hablarse o medirse un costo en vidas humanas).
¿Puede ser la impunidad del
horror, el atropello de los derechos humanos esenciales (como algunos denuncian
que sucede en China) la base del "crecimiento"? ¿Se puede hablar de
un "progreso" material sostenido sobre 3000 muertos? ¿Se puede hablar
de dejar atrás el "atraso" cuando en plena dictadura se eliminaban
garantías básicas, derechos esenciales y se perseguian estudiantes, profesores,
militantes?
¿Puede ser la impunidad la base
del crecimiento? Un dilema ético planteado en los medios de Chile puede resumir
este debate: ¿debería entonces un puente construido por Pinochet ser por
ejemplo dinamitado, pese a su utilidad, porque el mismo fue construido por un
regimen genocida? Es el mismo dilema moral que plantean las autopistas creadas
por la Alemania de Hitler.
Puede separarse eso
("aspectos del progreso") del "resto" de cosas (crímenes)
cometidos por el régimen? Bauman entiende que no. Bauman entiende que los
crímenes de esos regímenes son parte de su "construcción", de su
"legado", son su "precio". No son "separables" el
puente y los muertos. Vienen juntos. No se pueden separar. En Austria no crean,
por ejemplo (y debido a esto), museos de la memoria; han elegido dinamitar
(tirar abajo) los edificios donde funcionaron oficinas de regímenes genocidas.
Donde el ser humano fue
avasallado en su dignidad no hay "margen posible" para la
"construcción". No se puede construir nada.
Entonces, si
"censurarmos" los crímenes, debemos censurar lo que viene vinculado a
ellos. Como en Argentina, para entender los crímenes hay que comprender también
el rol de los civiles y empresarios, la responsabilidad de los sectores
económicos en el Proceso. No es distinto el dilema chileno con su (supuesto)
"progreso" actual. Ese progreso (por ejemplo, tambien el patrimonio
de las empresas que crecieron durante la dictadura) debe ser discutido. En este
sentido Chile y Argentina están parados en el mismo lugar, (tienen la misma
misión) aunque en dos caras distintas de la moneda, los dos países justificaron
el horror con el sostenimiento de una "economía libre de mercado"
eficiente.
LA MANO INVISIBLE
Videla dijo antes de morir
(encarcelado) en el libro de confesiones (con Reato) Disposición Final, que los
empresarios le pedían "10 mil muertos más". Fue esa la lógica con la
que operó el régimen de Pinochet. Matar para allanar el "progreso" en
el capitalismo. Derrocar gobiernos, perseguir y asesinar disidentes. Este era
el precio a pagar para ser un país "moderno".
"Sabíamos que muchos tenían
que morir" (Videla). Estos (estos puentes, estas autopistas) no están
limpias y no pueden ser la base pues de "progreso" alguno. No deben
ser un símbolo de progreso. Estas autopistas están manchadas de sangre y no
pueden ser las autopistas de la democracia. No pueden ser sus vías. Por eso es
bueno escuchar, como dijo Bachelet este 11 de Septiembre, en Santiago, que
"Chile no ha perdido la memoria". Debe celebrarse la aspiración de
declarar la (no sólo "simbólica" como muchos creen) nulidad de la Ley
de Amnistía dejada por Pinochet.
Chile aún conserva la constitución
de Pinochet. Esas son las bases institucionales de su supuesto
"progreso", un progreso ambiguo, que aún debe ser rediscutido, ya que
Chile tiene, detrás de su "modernidad", uno de los índices de
desigualdad más altos de todo el mundo (con enormes dificultades para el acceso
a la educación pública y a la salud), lo cual sin dudas fue parte del
"plan" pinochetista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario