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lunes, 31 de julio de 2017

negocios

 What´s the name of the game?



FORBES- 31 de julio de 3017

En el mundo de los negocios siempre ha sido importante conocer las reglas del juego y dotarse de las capacidades necesarias, preferiblemente superiores y diferenciales, para jugar el partido.

En Mamma Mia!, la comedia musical basada en las canciones de ABBA, Shopia -interpretada por Amanda Seyfield- llega a un punto crítico en el que debe cuestionarse cuál es el nombre de ese juego que le produce tan importante desasosiego. What´s the name of the game?  Se encuentra desorientada ante los acontecimientos que le confunden en un momento crítico de su juventud. Desconoce a qué atenerse en un juego del que no solo no conoce su nombre sino tampoco sus reglas ni las exigencias para jugarlo. Mientras tanto, su madre, Donna –interpretada magistralmente (cómo no) por Meryl Streep- saca sus propias conclusiones ante los mismos acontecimientos, aunque ella, a diferencia de Shopia, lo afronta desde la madurez y la experiencia: “The winner takes it all, the loser has to fall” (El ganador se lo lleva todo, el perdedor tiene que caer), incluso jugando de acuerdo con las reglas.

En el mundo de los negocios siempre ha sido importante conocer las reglas del juego y dotarse de las capacidades necesarias, preferiblemente superiores y diferenciales, para jugar el partido con garantías de éxito. Las reglas (marcadas generalmente por los mejores jugadores de la competición, aunque muy a menudo con la injerencia de autoridades y reguladores), junto con los efectos de ciclos económicos, políticos y sociales, han venido determinando cambios más o menos rápidos y profundos en el terreno de juego. Así, la capacidad de adaptación a los cambios se ha considerado un paradigma generalmente aceptado en las teorías y doctrinas del management, con o sin un copyright reconocido a Darwin y su selección natural de las especies.

En el ámbito de las empresas familiares, aun reconociendo su aportación indudable a la creación de riqueza y empleo, de progreso y bienestar, tradicionalmente se les ha atribuido -especialmente por los estudiosos del tema- una miopía y torpeza indudable al afrontar los cambios exigidos por el juego, bien por insuficiente “profesionalización” del equipo, bien por una incorrecta elección de entrenador y jugadores cuando las circunstancias, tanto objetivas como emocionales, así lo exigían (liderazgo, cohesión, sucesión, crisis, etc.). La consecuencia para aquellos que no tomasen cartas en el asunto era una “muerte” cierta, aunque no necesariamente súbita. Simplemente, una cuestión de tiempo.

Hoy en día, creo que estamos ampliamente de acuerdo en que en el mundo en el que vivimos se siguen produciendo cambios (cómo no), pero éstos son menos previsibles, más profundos y, especialmente, se producen a un ritmo mucho más rápido. Hablamos de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Paradójicamente, es ahora cuando hemos puesto de moda un acrónimo inglés (VUCA) que se remonta al fin de la guerra fría en el pasado siglo. Y, al mismo tiempo, apelamos reiteradamente a una socorrida Ley de Moore cuya interpretación y vigencia se ha generalizado más allá de los transistores y microprocesadores para los que fue formulada en 1965.

Dónde antes hablábamos de progresión aritmética, ahora convivimos con la progresión geométrica. Frente a la idea del cambio, ahora hablamos de transformaciones. En última instancia, llegamos a asimilar la enorme probabilidad de ocurrencia y el tremendo impacto que concita la combinación de enormes fuerzas o mega-tendencias, principalmente tecnología, globalización y diversidad en sentido amplio, que finalmente devienen en eso que llamamos “disrupción”.

Por disrupción entendemos cambios profundos del status quo, más allá de las meras reglas del juego. Se trata de toda una revolución del juego en sí. No se trata de un partido diferente, es un juego diferente, o muchos juegos diferentes en los que hay que participar simultáneamente. Un “the winner takes it all, the loser has to fall”, pero ahora sin concesiones, ni límites, ni árbitros que sean capaces de anticipar las nuevas reglas. Y con muy poca capacidad de reacción para tomar las decisiones adecuadas y llevarlas a la práctica con agilidad, rapidez y acierto.

El reciente informe de Deloitte “Next generation family businessess – leading a family business in a disruptive environment”, de mayo de 2017, señala con acierto que cuando los cambios radicales y la disrupción emergen, las empresas familiares se enfrentan a diferentes desafíos en comparación a sus competidores no familiares, lo cual no quiere decir que no puedan sacar ventaja de sus fortalezas a partir de construir sobre esos pilares que las distinguen unas nuevas o reforzadas ventajas competitivas. Las empresas familiares, de hecho, se benefician de su independencia y libertad de acción para reaccionar rápidamente a cambios en el campo de juego, y esto, como ya he dicho, constituye un valiosísimo activo en tiempos de disrupción.

Buenas noticias, pues, para las familias empresarias: el axioma “irrefutable” que quiere justificar que las empresas familiares acaban muriendo sí o sí, no sólo no está soportado por la evidencia empírica histórica, sino que tampoco parece tener eco en los ejercicios de prospectiva actuales. Ahora bien, para competir y celebrar el éxito, sea el que sea el nombre del juego que decidamos jugar, hoy se requiere más que nunca preparación, planificación, liderazgo, gobernanza, financiación y recursos que emanen de un propósito, una visión y una cultura que abarquen y coaliguen positivamente a la familia propietaria entre sí y ésta con la empresa. A este respecto, recomiendo leer “The ´missing middle´: Bridging the strategy gap in family firms”, título de la encuesta de empresa familiar 2016 de PwC



Al igual que en Mamma Mía!, no hay problema familiar ni reto que se resista si toda la pasión y el sentido común se dan cita, con amor y generosidad, en ese juego retador pero compartido cuyas reglas son por todos aprendidas y respetadas, en la diversidad, sean de la generación que sean. Y, en el camino, disfrutar de la banda sonora que nos conduce a celebrar el tan deseado final feliz.

cambio climático

Las ciudades, frente contra el cambio climático



FORBES- 31de julio de 2017
Las ciudades latinoamericanas comienzan a colocarse a la vanguardia en invertir en proyectos que contribuyen a reducir emisiones y luchar contra los efectos del calentamiento global.

El cambio climático es una realidad, y su combate un compromiso ineludible. En varias ciudades de América Latina se está consciente del desafío. Basta subirse a un autobús ecológico en Cartagena, recorrer las nuevas ciclovías de Buenos Aires y Ciudad de México en “Ecobicis” o contemplar cómo cada vez más edificios son construidos bajo una lógica de sustentabilidad en base a “códigos verdes”.

Estas ciudades -como muchas otras alrededor del mundo- van a la vanguardia en invertir en proyectos que contribuyen a reducir emisiones y luchar contra los efectos del calentamiento global. Sus alcaldes no están cruzados de brazos a la espera de que el consenso internacional responda a esta amenaza. América Latina ya es la región más urbanizada del mundo con casi el 80 % de la población viviendo en ciudades. Y los municipios están enfrentando desafíos no sólo relacionados con el cambio climático, sino con el crecimiento acelerado de sus ciudades, como son las dificultades de transporte urbano, la infraestructura insuficiente y la seguridad de sus ciudadanos.

A nivel mundial, las ciudades -que crecen a razón de 65 millones de personas por año-consumen dos tercios de la energía global y generan el 70 % de las emisiones mundiales de carbono. Los habitantes de zonas urbanas requerirán millones de empleos, viviendas más accesibles, transporte para trasladarse al trabajo, agua potable y saneamiento para preservar la salud de las familias y un suministro eléctrico confiable, lo que supone un costo que asciende a miles de millones de dólares. Se estima además que el porcentaje de ciudadanos pobres que viven en ciudades y que se ven desproporcionadamente afectados por los desafíos de la urbanización, crezca. Y son los alcaldes o dirigentes municipales quienes al estar más cerca de los ciudadanos reciben mayores presiones para mejorar los servicios públicos.

Es por ello que las ciudades son hoy el lugar más apropiado para generar nuevas ideas y programas con impacto. Varios de los alcaldes más innovadores del mundo han comenzado a adoptar medidas importantes para que las ciudades sean más sostenibles e incluyentes.

En primer lugar, han comenzado a ofrecer incentivos para la inversión privada y a buscar formas de aprovechar los recursos públicos para atraer empresas privadas en áreas que se consideraban muy riesgosas o no suficientemente rentables. Las autoridades nacionales deben mostrarse más dispuestas a permitir que los gobiernos locales obtengan préstamos y ejerzan un grado significativo de control sobre sus ingresos y gastos, y respaldar así la descentralización fiscal, una necesidad para permitir la inversión privada. Ello implica también un manejo transparente de las finanzas públicas municipales, con una rendición de cuentas efectiva.

En segundo lugar, las ciudades han comenzado a analizar con rigor sus finanzas para mejorar su capacidad crediticia. Con una gestión financiera más sólida, transparente y mejores calificaciones crediticias, las ciudades tendrán más acceso a la inversión y más capacidad de aprovechar los mercados de capital locales e internacionales. En la actualidad, solo el 5 % de las 500 ciudades más grandes de los países en desarrollo se consideran solventes en los mercados internacionales.

Recientemente, algunas ciudades han realizado importantes inversiones para luchar contra el cambio climático. El sistema de autobuses rápidos de Cartagena, en el que se utilizan vehículos de gas, carriles exclusivos, rutas simplificadas, estaciones elevadas y mecanismos de pago con tarjetas inteligentes, ha permitido a los usuarios ahorrar más de la mitad en sus pasajes. Además, el sistema reduce casi en 70 % las emisiones de dióxido de carbono.

En Buenos Aires también se está construyendo una red similar de transporte rápido, y recientemente se introdujeron nuevos carriles y estaciones de bicicletas, llamadas Ecobici, como parte de un plan de la capital argentina para aliviar la congestión y la contaminación. Además, el municipio está evaluando un plan de eficiencia energética para edificios públicos, y nuevos estándares de eficiencia energética y uso de agua para nuevas construcciones verdes. La Ciudad de México, con sus más de 20 millones de habitantes, ya ha implementado también un proyecto de Ecobici.

Ya por lo menos ocho ciudades en América Latina incluyendo Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Ciudad de Panamá, San José, La Paz -y pronto Tegucigalpa- han adoptado regulaciones de construcción verde para promover el ahorro de energía y agua, y el uso de materiales más sostenibles en las nuevas edificaciones. Estos códigos crean un nuevo mercado para las tecnologías limpias y, a medida que continúen creciendo las ciudades, se estima que podrán reducir en un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero en la construcción.

Esto es sólo el comienzo. Un informe del Banco Mundial examinó 750 ciudades de todo el mundo y encontró que el 75 % ha crecido más rápido que sus respectivas economías nacionales durante las últimas dos décadas. También reveló que las ciudades podrían generar varios millones de empleos cada año si lograran ser más competitivos y respaldaran el desarrollo del sector privado. Para alcanzar estos objetivos, lideres municipales deben emprender reformas que fomenten la innovación, aborden el tema de los derechos sobre la tierra y mejoren el acceso a la infraestructura, ya que ello contribuye a atraer inversión privada. En estos momentos en que los presupuestos públicos en la región están constreñidos, atraer inversión privada es fundamental. Es por ello que la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), miembro de Grupo Banco Mundial orientado al apoyo del sector privado, ha invertido durante poco más de 10 años alrededor de 10 mil millones de dólares en 300 proyectos de mejoramiento urbano, a la vez que ha brindado servicios de asesoría a ciudades de más de 60 países.

No será tarea fácil. Pero con la voluntad política vendrán también los capitales. Si sus ciudades logran atraer más inversión privada, y esa inversión respalda un entorno sostenible y vivible, las zonas urbanas de América Latina y el mundo pueden convertirse en motores de un crecimiento incluyente que abra nuevos mercados, genere más empleo y mejore la calidad de vida de los ciudadanos.




*Irene Arias es Directora para América Latina y el Caribe de la Corporación Financiera Internacional (IFC).

viernes, 28 de julio de 2017

fórmula digital

 Banca, la fórmula digital a la medida



FORBES- 28 de julio de 2017
Actualmente no es opcional tener una estrategia digital, la verdadera decisión radica en discernir cuál modelo de negocio potenciará el valor de los bancos en el nuevo mercado digital.

La transformación digital ha traído tal impulso en las industrias que incluso está reformulado los modelos de negocio de las empresas. Este es el caso de los bancos, cuyo modelo de negocio se está volviendo obsoleto para el consumidor. Si éstos no toman la decisión manifiesta de evolucionar, otros actores más determinados decidirán por ellos.

El modelo de la banca requiere adaptarse para responder a la volatilidad de variables económicas, cambios regulatorios, el crecimiento de las Fintech, así como el comportamiento de los consumidores que favorece cada vez más a la adopción de servicios digitales. Por ello, no es opcional tener una estrategia digital, la verdadera decisión radica en elegir el modelo de negocio con el cual se integrará una experiencia para los usuarios a través de todos los canales (digitales y tradicionales).

Ante este panorama, el reciente estudio Winning in Digital Economy de Accenture identifica cuatro modelos de negocio exitosos para los bancos en la era digital.

Gestor de relación digital

Esta es la primera elección para la mayoría de los grandes bancos con capacidad de inversión a fin de complementar sus capacidades actuales y satisfacer las necesidades de sus clientes. Este modelo representa una evolución de lo que actualmente los grandes bancos tienen y no una revolución hacia nuevos modelos. Para tener éxito en esta evolución se requiere: de una verdadera integración entre los canales físicos y digitales, así como la asesoría virtual en tiempo real, construir soluciones que partan de las necesidades de los clientes y no de la oferta que actualmente ofrecen los bancos, y de un ecosistema donde el banco puede beneficiarse de las plataformas de los nativos digitales como Google y Amazon.

El especialista digital

Aquí los bancos se concentran en hacer una sola cosa, pero hacerla muy bien a través de múltiples canales, sin redundancias innecesarias. Algunos ejemplos incluyen a PayPal en cuanto a los pagos; Quicken Loans en las hipotecas y Betterment en la gestión patrimonial; al ser ‘el especialista digital’ atraerá a incursionar en nuevos canales de distribución. Para tener éxito en este modelo se requiere de innovación constante de productos y servicios para adelantarse al mercado y mantenerse en la preferencia de los clientes.


La arquitectura abierta

Este modelo consiste en la oferta de una plataforma centrada en los clientes que integre ofertas propias y de terceros con el fin de abarcar una mayor participación en la preferencia de los consumidores. Un mayor número de clientes está dispuesto a construir su propio banco a través de dicha plataforma. Los principales retos de este modelo son mantenerse como el principal poseedor de la relación con los clientes, evitando ser simplemente un intermediario hacia los líderes digitales, así como identificar que los principales ingresos vienen de comisiones de terceros, tarifas de servicio o suscripción y monetización de datos, tal como lo hace Moven, SolarisBank o Level Money.

El banco ‘tras bambalinas’

Esta alternativa se refiere a limitar el contacto directo con los clientes y la participación en la cadena de valor. Ser el banco ‘tras bambalinas’ requiere de ofrecer soluciones de principio a fin de que puedan ser fácilmente comercializadas por terceros, manteniendo una operación eficiente y garantizando el cumplimiento regulatorio. Mellon Bank y Bank of New York ya adoptaron este modelo, mientras que el reciente lanzamiento de ClearBank en el Reino Unido es el claro ejemplo de que esta fórmula puede ser atractiva para los nuevos participantes en el mercado.

En conclusión, tener una estrategia digital no es una alternativa, pero sí el elegir el modelo de negocio. Al comprender a profundidad estos cuatro modelos y decantarse por alguno, los bancos controlarán su propio destino y no permitirán que el mercado decida por ellos. Deben trazar la ruta hacia su evolución estratégica y eliminar de sus prioridades las iniciativas que no les generen valor en esa dirección. Pero más importante aún, deben tener el enfoque y la disciplina para ejecutar, desarraigarse de ‘lo seguro’ y ofrecer un modelo que combine con el actual entorno digital.




*Iván Álvarez es Socio Director de Consultoría para Banca en Accenture México.

¿es justificada su paranoia?

El concepto que Trump no quiere que entiendas



FORBES- 28 de julio de 2017
El mandatario estadounidense se queja continuamente del déficit comercial, pero ¿es justificada su paranoia? Aquí encontrarás lo que tienes que saber del concepto.

En los últimos dos años, buena parte del debate alrededor del libre comercio ha pasado por el déficit comercial, una medida económica importante para monitorear, pero no necesariamente primaria para el desarrollo de política pública. Ante la renegociación de diferentes tratados comerciales, vale la pena preguntarse, ¿qué es el déficit comercial? ¿Cuáles son sus premisas? ¿Qué implicaciones tiene? Y, ¿qué hacemos con él?

El déficit comercial

Los países compran y venden productos y servicios al resto del mundo, y al hacerlo, es muy difícil que queden con un balance de cero. Así, un déficit comercial se produce cuando un país importa más de lo que exporta. Cuando el déficit es sólo entre dos países, se habla de un déficit comercial bilateral.

Planteando una analogía, si una persona va al mercado y paga dinero por su comida, esto significa que:

Confía en el vendedor y hasta cierto punto, pensaría que es mejor opción que otras que hay ahí afuera (por calidad, precio, conveniencia, por ejemplo).
Tiene un déficit con el vendedor, pues le está comprando más de lo que le está vendiendo.
Así como la persona tiene un déficit con el vendedor de comida, puede tener más déficits con su médico, los proveedores de servicios, el suministrador de gasolina, entre otros. ¿Y cómo paga dicha persona? Con dinero que obtuvo por vender bienes o servicios, o ser empleada. Entonces, la persona tendría también un superávit con quien le pagó.

Con estos antecedentes, se tiene la conclusión parcial que los países producen cosas en las que son buenos -tanto para consumo interno como para venderlas a externos- y compran otros bienes y servicios en cuya producción no son tan competitivos. Además, el balance comercial de todo el sistema es más importante que cualquier superávit o déficit bilateral.

Dos premisas adicionales: La base de las ciudades ha sido el comercio entre diferentes entidades que prosperan juntas. Y las economías nacionales se pueden entender mejor como la suma de diferentes economías de ciudades y regiones que producen distintos bienes y servicios. Al hacer transacciones entre ellas, se crea valor en el sistema porque una parte cobra dinero y la otra obtiene un producto competitivo. Por ello, históricamente, el comercio ha tendido a apoyar el crecimiento de los sistemas económicos.

Si el comercio creara pérdidas, esto significaría que en general, todas las partes -desde productores hasta consumidores- han empeorado su situación por sus decisiones a lo largo del tiempo; éste no es un fenómeno dominante. Tampoco sucede que las ganancias de una parte vengan de las pérdidas de la otra, por lo que el comercio no es un sistema donde el resultado general sume cero.


Entonces, como la posición de un país en el comercio internacional es la suma de las millones de decisiones de los consumidores y las empresas para comprar o vender bienes o servicios, la cuestión clave es cómo los beneficios se distribuyen entre los países.

La interpretación estadounidense

De acuerdo con el equipo del presidente Trump, “los déficits comerciales son la indicación más clara de que EU se ha convertido en un perdedor habitual en el mercado global”. Dicha visión asume que las exportaciones son triunfos y las importaciones son pérdidas, por lo que, ya que EU vende menos bienes y servicios de los que compra al resto del mundo, sería una economía perdedora. Esto se potencia al ver la situación deficitaria estadounidense en comparación con sus pares del G20, donde destacan los déficits con China, México y Alemania:


Para pensar así, se está dando por sentado que el comercio no crea valor, sino que es una suma cero -postura que muy pocos economistas comparten- y esto reabre un debate que se creía zanjado hace décadas.  La postura se complementaría por convicciones como que:

Los déficits comerciales son la causa central de los problemas económicos y de producción en EU.
Los socios comerciales necesitan más el dinero de EU que al revés.
Si se revirtiera la tendencia, se reabrirían las fábricas que se fueron por la firma de los tratados comerciales y se crearían muchos empleos.
La ecuación básica del PIB

Sin embargo, el déficit comercial de EU no refleja que el país haya perdido en el comercio internacional. Al examinar la ecuación del PIB a precios de mercado, entendida por PIBpm = Consumo Final Nacional + Inversión en Consumo + Gasto Público + (Volumen de Exportaciones – Volumen de Importaciones); parecería que las importaciones efectivamente restan a la producción o son negativas.

Pero en realidad son restadas por un motivo de contabilidad: por definición, el PIB mide el valor de los bienes y servicios producidos dentro de un país, y en su ecuación, las importaciones ya están siendo calculadas en los demás elementos de producción nacional -inversión en consumo y gasto público-. Así, las importaciones se sustraen para calcular la producción nacional sin cometer el error de contar dos veces el mismo concepto.

El hecho de que se resten las importaciones tampoco hace que el PIB sea menor. La falla en esta lógica es que, tanto el déficit comercial como el PIB son resultado de otros factores subyacentes que están reflejados en los demás elementos de la ecuación. Entonces, son un producto de la forma de calcular la ecuación, pero no son ni causa ni efecto de la misma.

Por ejemplo, en las últimas dos décadas ha habido mayores déficits comerciales en EU cuando la economía ha crecido más rápidamente, y los déficits han sido menores cuando la economía estaba mal funcionando.  En un segundo ejemplo, si EU aumentara su gasto en infraestructura, éste incrementaría los ingresos y, por tanto, el consumo, incluyendo las importaciones, así como el déficit comercial. O si entrara en recesión, el déficit comercial bajaría por la reducción del consumo de todos los bienes, incluyendo las importaciones, mientras que la producción no aumentaría.

Los casos anteriores reflejan los cambios en el indicador de la balanza comercial, pero también dejan claro que ni el déficit indica una economía en crisis ni el superávit refiere una economía sana. Por tanto, no existe un vínculo directo ni simple entre el tamaño del déficit comercial y el nivel de actividad económica que mide el PIB, o la salud de la economía.

Los desequilibrios comerciales en el mundo son temas todavía más complejos que aún son materia a debate entre economistas. Pero la historia es diferente para cada país, pues hay factores como su tamaño, los tipos de bienes y servicios que exportan, la madurez de su economía, y la razón por la que existen desequilibrios comerciales.

Desde hace décadas, se decidió que las importaciones fueran un factor muy importante para el crecimiento de la economía estadounidense. Ya si las importaciones son realmente buenas o malas para el crecimiento económico de EU, eso depende de en qué se utilicen. Si se hace un uso productivo, las importaciones hacen que las empresas sean más competitivas, pudiendo dar mayor empleo y generar más riqueza.

Podemos decir con certidumbre que la situación actual del déficit sí refleja buena parte de los fenómenos alrededor del consumo y demanda de valores seguros en EU:

Ya que la economía de EU está funcionando mejor que otras economías del mundo, los consumidores estadounidenses tienen forma de comprar bienes en el extranjero, pero es más difícil que los extranjeros le compren a EU, lo que aumenta el déficit comercial.
Las subidas en las tasas de interés de los últimos meses elevan el valor del dólar. Además, el billete verde es usado en todo el mundo, pues ante la falta de activos considerados como seguros, es prácticamente la moneda de reserva global.
Desde hace décadas, los estadounidenses han consumido más de lo que han ahorrado o invertido, y para consumir han pedido prestado en lugar de usar dinero propio. En los últimos años, han ahorrado a tasas mucho más bajas que los países que han progresado económicamente, por lo que se han convertido en una nación de consumidores y no de ahorradores. Por un lado, gozan de altos estándares de vida, pero por el otro, están pagando gran parte de su consumo e inversiones a través de préstamos. Ya que elevar los aranceles sobre las importaciones sin invertir o ahorrar no eliminará el déficit, el debate se inclina a que se busquen incentivos de ahorro o políticas tributarias.
Si se cumple la agenda fiscal de Trump, que pasa por recortar impuestos individuales y corporativos, probablemente se impulse el crecimiento económico y lleguen inversiones a EU, por lo que también elevaría el valor del dólar y aumentaría el déficit.
El déficit comercial tiene otro problema por la forma en que se mide. Veamos, por ejemplo, los automóviles ensamblados en México o los celulares hechos en China. A pesar de que EU los importe, muchas de sus partes y su propiedad intelectual vienen de diferentes países, pero principalmente de EU. Entonces contabilizar una importación a precio completo es engañoso, pues cuando los productos van y vienen, generalmente el país exportador final sólo añadió una fracción del valor -por ejemplo, la mano de obra que participó en el acabado de los productos- pero en los libros de comercio, se registra el valor completo del producto.

Las razones anteriores llevan a la conclusión de que sería más útil conocer el valor real o agregado de las importaciones dentro de las cadenas de valor, que el importe último del producto. Por un lado, la OCDE y la OMC han estado evaluando metodologías basadas en el “valor agregado” para ajustar las balanzas comerciales. Por el otro, el gabinete de Trump ha considerado cambiar el cálculo del déficit comercial para inflarlo: quieren dejar de contabilizar las “reexportaciones” -aquellas mercancías que llegan a EU y que se envían a otro lugar inmediatamente- como exportaciones.

Este proceso de producción compartida acentúa la otrora apuesta estadounidense por las cadenas globales de valor y es el cimiento de los tratados de libre comercio. Más importante, las fábricas estadounidenses han aumentado su producción en los últimos años, basándose fuertemente en estas cadenas globales de suministro. Ya que la mayoría de estas cadenas son alrededor de la manufactura, el déficit comercial golpea con más severidad a esta industria.

Los problemas que destapa el déficit

La minuciosa examinación del déficit por parte de la comunidad internacional ha confirmado que éste es un indicador económico relevante, pero imperfecto, y que no se sostiene para ser el eje rector de una política pública económica. El mismo análisis ha confirmado que el déficit comercial expresa síntomas de problemas profundos de esta época, entre los que destaca el papel de la automatización y la necesidad de inversión.

Según la Institución Brookings, el comercio de EU con México llevó a poco más de 100 mil pérdidas netas de puestos de trabajo en la industria manufacturera, alrededor del 0.1% de la mano de obra estadounidense. De acuerdo con el Economic Policy Institute, las pérdidas llegarían a 700 mil empleos.

Entre 1980 y 2015, se perdieron seis millones de empleos estadounidenses en el sector manufacturero, y apenas se crearon 800 mil. Además, la transición a economía de servicios dejó 33 millones de nuevos empleos. Pero correlación no implica causalidad y culpar a los tratados comerciales falla en explicar la verdadera razón:  la automatización del sector impulsó la productividad manufacturera en 2.5 veces para el mismo periodo de tiempo, así como el valor total de la industria, por lo que ahora requiere menos trabajadores para crear más valor.

Para entender esto tangiblemente, sólo hay que imaginar la cantidad de veces que una fábrica ha despedido trabajadores porque “compraron una nueva máquina y ya no necesitan tanta gente”.  Ya a nivel macro, es innegable que todas las economías avanzadas han estado reduciendo constantemente su participación en la generación de empleo, así como el tamaño de la fuerza laboral manufacturera, independientemente de los déficits o superávits comerciales.

La administración estadounidense está considerando medidas para “traer empleos de regreso a Estados Unidos”, cortando impuestos corporativos y eliminando regulaciones, pero también aumentando los aranceles y las barreras comerciales. Estas propuestas son una respuesta a la decisión de muchas compañías que salieron de EU para reducir costos. Pero con el avance tecnológico, incluso si las mismas empresas regresaran a EU, van a traer menos empleos que cuando marcharon.

Entonces, ¿qué hacemos con el déficit comercial?

La simplista explicación de restringir el comercio a través de barreras y aranceles podría dar resultados en el corto plazo, aun sabiendo que su propia implementación causaría litigaciones, sanciones y podría desatar una guerra comercial. Si bien dichos aranceles podrían influir en el déficit, los impuestos sobre las importaciones también son impuestos sobre las exportaciones, donde se extraen recursos de una cuenta para llenar la otra.

En el informe anual del Banco de Pagos Internacionales, se incluye una simulación en la que se puso un arancel de 10% a todas las importaciones estadounidenses de China y México. El resultado reveló que las tarifas arancelarias perjudicarían a las compañías estadounidenses de manera directa e indirecta, donde el sector de equipos de transporte sufriría más, seguido por los de pieles, petróleo, textiles, maquinaria y equipos eléctricos.

Entonces, si las empresas gravadas no quisieran absorber el costo de los aranceles, el consumidor final sería el que los terminaría pagando, causando aumentos en los precios de los productos e inflación generalizada. Pero si las empresas quisieran absorber el costo de los aranceles para mantener un precio competitivo, tendrían que recortar costos salariales o acelerar el reemplazo de dichos puestos de trabajo con robots.

En conclusión, el comercio internacional ha sido un gran medio para inversionistas y multinacionales que han aprovechado -y en varios casos abusado de- la mano de obra con bajos salarios para fabricar sus productos, mientras que los principales perdedores son los trabajadores desplazados por la tecnología y el rediseño de las cadenas de valor. Pero los ganadores también han sido los consumidores, que pueden comprar productos más baratos.

La lección es oportuna: el círculo virtuoso del incremento en el consumo no debe estar basado en la deuda, sino en el crecimiento productivo e innovador. Por ello la respuesta, una vez más, es regresar a lo básico, que es la educación y la capacitación de las personas para posiciones que requieran habilidades difíciles de automatizar, incluyendo las humanidades y las áreas de ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas.

La inversión para el desarrollo de la educación y la capacitación permitirá la monetización de tecnologías de alta valuación, y que los países sigan siendo competitivos. La misma tecnología ocasionará que los trabajadores poco calificados sean menos valiosos. Esta inversión debe ser complementada con inversión en infraestructura, conectando a las pequeñas empresas con inversionistas, emprendedores innovadores, universidades, gobiernos y nuevos mercados.


Pero mientras los líderes de los diferentes países se deciden si hacen o no estas inversiones, hay que lamentar que los déficits comerciales son una herramienta política para explicar fenómenos complejos e interconectados de forma simplona. En dicha coyuntura, los paranoicos de los déficits comerciales pueden salir airosos: al final le pueden echar la culpa a otros y sus seguidores les darán la razón.

jueves, 27 de julio de 2017

corrupción

 La corrupción responsable



FORBES- 27 de julio de 2017
La percepción de participar en el servicio público pasó de la imagen de abnegación, entrega y sacrificio en función de los demás, a la de una oportunidad de acceder a un mejor nivel de vida.

La inmovilidad emocional que sufre el establishment político mexicano ante la serie de reacciones masivas que ha provocado la mala ejecución de la administración del gobierno mexicano en todos los niveles pareciera ser el resultado de una total falta de empatía entre la responsabilidad de gobiernos y bienestar de gobernados. La sistemática decadencia de los fines a los que aspiraría un servidor público, resultado de un abuso constante de la misión política, ha tergiversado por completo los motivos y razones por los que los actuales -y tristemente parece que futuros- responsables de la conducción del país se han incorporado al servicio público. En todos los niveles de gobierno, y en todas las ramas del poder -Ejecutivo, Judicial y Legislativo- el manejo patrimonialista del ejercicio del poder ha demostrado que la actual generación política mexicana de todos, repito, todos los partidos políticos y sus correspondientes representantes han creado una delincuencia organizada alternativa. Abusos en presupuesto, en ejercicio de los dineros que en teoría deberían administrar en beneficio de la mayoría y cuidar para evitar malos usos del mismo, prepotencia hacia sus pares -es decir, nosotros-, y complicidad en la degradación económica que significa la distribución de recursos del Estado en beneficio de negociaciones por debajo de la mesa que cada vez más incrementan el porcentaje de participación de cada proyecto (cuando acusaron a todas voces a Raúl Salinas de Gortari en 1995 le llamaban ‘Mr Ten Percent’, participación ilícita en contrataciones gubernamentales que parece ridícula frente a los niveles de ‘mordida’ que hoy en día se saben por parte de gobernadores e intermediarios del servicio público a nivel federal, estatal y municipal, poderes Legislativo y Judicial) y, lo que es peor aún, en calidad de servicios y bienes.

En lo que llamaremos ‘corrupción responsable’ el PRI del siglo XX ejerció una política pública con cierta responsabilidad y conciencia histórica por parte de hombres que con claridad intelectual entendían que la posibilidad de ejercer el poder en beneficio de proyectos de nación bien hechos, con una realización al standard más alto de calidad, era la ruta para la perpetuación en el ejercicio de gobierno. Respetaban la opinión pública, las necesidades de la población eran estimadas, y se generaban acuerdos de distribución de riqueza que beneficiaban a todos los grupos de poder abriendo las posibilidades para siempre nuevos participantes que entendieran el juego y que respetaran las reglas que ponían por encima de todos los valores el respeto al país, a su obra y legado, y que a su vez comprendieran la alternancia necesaria para la justificación teórica del modelo ‘democrático’ nacional. Durante años, desde 1929, así funcionó el sistema que dio origen a todos los partidos políticos que hoy en día pretenden disputar el gobierno de México. Siempre entendido el ejercicio de gobierno como uno que tenía sus correspondientes beneficios adicionales, la sociedad aceptó que aquellos que decidían involucrarse en el juego de poder tuvieran recompensas que superaban las remuneraciones oficiales de cada puesto, siempre y cuando la sociedad en general viviera su dinámica en paz, tranquilidad y estabilidad económica. En 1970, con el arribo de Luis Echeverría y la persecución de un modelo de gobierno basado en un socialismo ‘a la mexicana’ la fuerza absoluta del presidencialismo abrió la posibilidad para que el desequilibrado pensamiento de un funcionario gris de aspiraciones maoístas se transformara en visión de Estado y transformara la lógica económica y social de un país para convertirlo en un absoluto caos consecuencia de las oportunidades que la necesidad de consolidar una economía de Estado competitiva en el mercado interno dio a cientos y cientos de empresarios improvisados que, sin embargo, aceptaban las condiciones estrechas de un mercado en un gobierno que intentó hacer la revolución socialista desde adentro. El desbordamiento de la irresponsabilidad financiera de un solo hombre, acompañado de cómplices igual de responsables que supieron esconderse a tiempo, llevo a la quiebra a un país que había mantenido una clara estabilidad económica con tasas de crecimiento razonables entre 1945 y 1970, iniciando así la crisis de la que no hemos podido salir hasta este 2017.

La sucesión de 1976 que ganó un solo candidato que aun así realizaría una gira a nivel nacional para tratar de justificar el terrible momento histórico que resultó en la ausencia total de oposición que, en el desencanto electoral masivo, y bajo una amenaza totalitaria encima, decidió manifestar el descontento nacional con su ausencia para dejar el camino libre a un hombre que, con el mismo poder presidencial intacto, desmantelo el estatismo económico del sexenio 1970-76 para sustituirlo con un presidencialismo de cabaret, arrogante en su ignorancia y con total desprecio a la ética privilegiando el asalto al poder que terminaría, en 1982 hundiendo aún más al país nacionalizando la banca mexicana para capitalizar las quebradas finanzas nacionales que el dispendio personal que institucionalizo el ejercicio de la corrupción como una fórmula de gobierno aceptada. El desarrollo de la corrupción responsable se daba siempre bajo la condición de que el resultado del intermediarismo burocrático fuera de absoluta e irrefutable calidad. Esto es, que se negociara por abajo de la mesa a través de mecanismos sofisticados de ocultamiento de las actividades ilegales de corrupción siempre y cuando el bien que se adquiriera, o el servicio que se contratara, o la obra que se realizara, fuera de la más alta calidad cumpliendo con los requisitos planteados en los planes de gobierno que, por cierto, siempre han sido de magnifica elaboración y pésima ejecución.

La llegada, a partir de 1982, de académicos formados en el extranjero, y por lo tanto con valores y principios de carácter más sólido, sofístico el sistema de corrupción responsable literalmente convirtiéndolo en parte de los presupuestos en ejercicio, con ello manteniendo una disciplina financiera y de objetivos y fines claros en el entendido de mantener una línea de calidad que certificara el ejercicio de poder ante la opinión pública. Esta tendencia de control académico de la corrupción se mantuvo como una línea de pensamiento administrativo hasta el año 2000 con la llegada de la oposición a la presidencia de la Republica.

En la confusión y desorden de la transición, que mantuvo en lugares estratégicos a personajes conocedores de la mecánica de administración de la finanza pública, y sin un principio ideológico de administración y entrega de cuentas gubernamentales a la sociedad, fue el inicio del fin de la corrupción responsable. Con un gobierno que estaba atendiendo de forma superficial y en forma, no fondo, los problemas estructurales del país, el cuidado de la disciplina financiera desde el punto de vista de los acuerdos tácitos de las organizaciones a cargo del gobierno, en todos sus niveles y en todas sus áreas y formas de poder -Legislativo, Judicial y Ejecutivo- se perdió y la percepción de participar en el servicio público pasó de la imagen de abnegación, entrega y sacrificio en función de los demás, a la de una oportunidad de acceder a un mejor nivel de vida. Ingresar al servicio público paso a ser un ritual de aceptación a una organización con claras metas económicas y acuerdos no escritos en donde cada uno es responsable de una espalda. La distribución de los dineros que generaba el gobierno era más importante que las metas de servicio, adquisición de bienes o construcción y manutención de obras. Pensando en formas de mantener el poder, los políticos de la generación 2000 en adelante manipularon los recursos financieros para comprar conciencias y voluntades por encima de la realización de proyectos de gobierno, de país. El sexenio 2006-2012 con una todavía más nueva generación al poder, sólo exacerbó el modelo y el país comenzó a entrar en una fase de descomposición en la que, la ‘apertura’ democrática permitió que el modelo de corrupción responsable desapareciera también de los niveles estatales y municipales. Las estrategias políticas de ‘guerra contra el narco’, iniciadas en 2006, no hicieron sino echarle más fuego al incendio de la corrupción. Con un modelo que inició su destrucción en 1994 con la rebelión al interior del PRI que dejo ver las cuarteaduras del sistema, la perdida de discurso ideológico, de credibilidad intelectual que sucedió en los gobiernos de Zedillo, Fox y Calderón, que transformó la adopción de nuevos jugadores en el concurso político de su fidelidad y compromiso con ideas y visiones de país, a la de posiciones de privilegio para le recolección de dinero producto de intermediación en las acciones administrativas de gobierno, perforó la solidez y el cimiento del sistema mexicano para terminar de destruirlo, financieramente hablando, empujado adicionalmente por todo el derrumbe político que inició el 1 de enero de 1994.

Los gobernadores en fuga, diputados y senadores destruyendo la dignidad del Poder Legislativo balconeados en actos de corrupción constantes, jueces que con argumentos de la más mínima fortaleza intelectual dejan libres a sus cómplices delincuentes, secretarios de Estado que se aferran a la ‘chamba’ dejando al descubierto las redes de influencia que intentan proteger, precandidatos que sin ningún sustento racional o estructura de pensamiento que convenza por su lucidez ante los problemas y potenciales soluciones del país intentan ser presidentes ‘porque quieren a México’, medios de comunicación que funcionan a las órdenes de auténticos ministerios de propaganda que esconden y desaparecen una información y/o enaltecen otra, bajo consigna, y finalmente, en el punto más bajo de la contaminación que perdió a la ‘corrupción responsable’ el interés personal de miles y miles de mexicanos que, aupados por el ejemplo degradante de todos los involucrados en la cadena mencionada, deciden preocuparse por si mismos sacrificando en su totalidad el bien colectivo. Doscientos pesos en la bolsa el día de la elección son mejores que promesas de un mundo mejor para nuestros hijos.


¿En dónde?, si algún día, se destrabará este mortal círculo vicioso.

redes sociales

Vincular apps y redes sociales no siempre es buena idea


FORBES- 27 de julio de 2017
La importancia de nuestros datos en el mundo digital es muy importante, sin embargo, seguimos navegando en sitios o apps dudosas.

Aunque parezca extraño, una de las posesiones más valiosas que tenemos los ciudadanos del siglo XXI son nuestros datos personales. Es decir, la información que se refiere a nuestro nombre, sexo, edad, nivel de ingresos, nivel de estudios, zona geográfica y más. Se trata de toda la información que nos hace ser quienes somos y que, cuando se une con el resto de la población, ayuda a entender de forma estadística la forma en la que la sociedad toma decisiones o tiene ciertos comportamientos.

Sin embargo, la vida digital amplió la cantidad de información personal de una manera sorprendente, puesto que aparte de los datos mencionados, ahora podemos conocer sobre gustos y aficiones personales, hábitos de navegación, personas con las que hablamos; todo ello sin contar los dispositivos que usamos, cómo los usamos y con qué frecuencia alternamos entre ellos.

Esa gran cantidad de datos, o big data como se le conoce en el mundo digital, tiene al menos dos aplicaciones. A nivel personal, las máquinas pueden leer nuestros gustos y aficiones y crear pautas publicitarias, es decir una serie de impactos publicitarios, de acuerdo a nuestras aficiones personales. Todo ello en tiempo real y sin la mediación de un humano.

Y a nivel grupal, sirve para entender comportamientos sociales o tendencias de información y que sirven cuando se toman decisiones con base en los gustos de la población. Un caso concreto es la serie House of Cards de Netflix, cuyo elenco se decidió con base en el análisis del uso de las plataformas. Se analizó la forma en la que los usuarios veían la serie, los días, los horarios y la forma en que ponían pausa, regresaban, cerraban la serie o continuaban viéndola para decidir el tiempo y el ritmo de cada episodio.

Nuestro comportamiento digital está a la vista de todos y es muy valioso para empresas y gobiernos. Sin embargo, parece importarnos muy poco la información que compartimos y la forma en la que navegamos y utilizamos aplicaciones en el web, puesto que son las principales fuentes para obtener información sobre nosotros.

Cuando descargamos una aplicación que supuestamente es gratuita o bien, cuando aceptamos los contratos de confidencialidad, le damos acceso a todos nuestros datos y le otorgamos el permiso para que tome nuestros datos, nuestros contactos, revise nuestro comportamiento digital y lo venda al mejor postor. Un negocio que se ha vuelto muy lucrativo últimamente.

Pero no sólo eso, al estar constantemente conectados, la posibilidad de sufrir un ataque, de ser infectados con software malicioso, de llenarnos de publicidad no deseada o de ser hackeados aumenta considerablemente, sobre todo si nuestros dispositivos se encuentran conectados al Internet de las cosas (IoT), la funcionalidad que permite que nuestros gadgets se comuniquen entre sí e intercambien datos sobre su uso y sobre los usuarios.

Esto nos pone en riesgo, sobre todo cuando instalamos aplicaciones que supuestamente son gratuitas, pero que son de origen dudoso. Además, Hewllet Packard en un estudio recientemente publicado advirtió que de cada 10 dispositivos que se conectan a la IoT, 7 presenten fallas de seguridad.


Por ello, el INAI hace una serie de advertencias sobre el sincronizar nuestras redes sociales con aplicaciones que descargamos de Internet y que desconocemos su origen. Por ejemplo, nos invita a conocer las cláusulas de los contratos que nos dicen qué harán con los datos que se recaben; además de revisar en nuestras propias redes sociales qué permisos le estamos otorgando a las aplicaciones. Y si borramos alguna, asegurarnos que la hemos desconectado de nuestras redes sociales.

Para ello, también nos invita a navegar en sitios confiables y seguros, eludir las ventanas emergentes e incluso bloquearlas, además de descargar un antivirus de desarrolladores reconocidos.

Además, si nuestros dispositivos van a conectarse a una red inalámbrica o tienen la habilidad de conectarse al Internet de las cosas, debemos tener ciertas precauciones como tener una contraseña distinta para cada dispositivo, tener un nombre de usuario son revelar nuestro nombre verdadero o incluso, cubrir las cámaras de cualquier dispositivo cuando no se use.


Quizá no estemos muy conscientes de qué tan importantes son nuestros datos digitales, pero si queremos evitar riesgos que van desde la publicidad no deseada, hasta el robo, el secuestro de equipos o incluso el chantaje, debemos ser mucho más cuidadosos en donde navegamos y que información compartimos.

consumo de medios

ABC para el consumo de medios a la medida



FORBES- 27 de julio de 2017
En un momento de poca claridad sobre la forma en la que la gente consume información, hay una distinción entre saber lo más posible y tener la información más relevante.

En las mañanas mi correo se presenta listo para que lo acicale, le quito el spam, borro los pocos correos que lograron escaparse del algoritmo de separación de basura y entro directo a los newsletters. Con esto me preparo para llenar mi memoria a corto plazo con lo relevante en diferentes temas: lo nacional de dos países, lo internacional, y luego lo relacionado a tecnología, ciencia y automotriz. Por supuesto que no es sencillo seleccionar los newsletters adecuados y luego hay que considerar los canales de comunicación para estar al tanto a lo largo del día.

Lo más importante es recordar que el gran dilema es que hay medios que se mantienen por su relevancia, profundidad e interés por la información. Hay nuevos medios que, aunque al principio son super interesantes, a veces no logran sobrevivir el arranque de su idea. Finalmente tenemos los medios que no hay que dejar de revisitar de vez en cuando, para ver si mejoraron o tienen un nuevo enfoque, pero no son parte de tu cotidianidad.

Google hace que muchos sintamos que tenemos la información a la punta de los dedos, aunque a veces a la hora de querer sentirnos analistas para una presentación a pocas horas de que acabe el día, nos damos cuenta de que no todo está ahí. O al menos se requiere de mucho más tiempo de análisis para cuadrar los datos correctos. Pero lo que no acepto es el que cree que su noticiero curado es su muro de Facebook. Eeso tiene la curaduría de un cachorro antes de ser entrenado para ir al baño.

Ahora vienen las suscripciones y los newsletters. Por ejemplo, me encanta recibir mi mensaje del robot de Forbes en Telegram a mitad de la mañana. Ya leí las noticias en el sitio durante el día anterior y ya leí mis newsletters en la mañana, así que me gusta ese formato porque complementa mi recopilación de información. Me gustan mucho los newsletters concretos, pero si quiero sentir que tengo un buen mix de información en un solo lugar solo tengo dos opciones: o lo programo con alertas y otras herramientas o instalo Flipboard.

Flipboard ha pasado por 7 años difíciles. Este febrero fue el primero en generar utilidades, y eso es un momento épico, sobre todo si estás en la industria del consumo de contenidos. Su curso no es menor, personas impresionantes que conocen de diseño y curaduría deja claro el tema esencial: capital humano clave, comprometido y conocedor encaminado a una misión. Si vemos a algunas personas de sus filas, a parte de su comprometido CEO: Mike McCue, pero han estado Mia Quagliarello que llevaba la curaduría de los primeros años de YouTube (antes estuvo en Apple – iTunes video) y a una persona que admiro mucho: Marcos Weskamp, quien creó lo que era uno de mis sitios favoritos: newsmap.jp.

Ese sitio era mi primera explicación de la forma de analizar noticias visualmente. Podías elegir categorías (como los segmentos de los periódicos) y los países que te interesaban y te mostraba con colores y el tamaño de los recuadros las noticias que editorialmente más llamaban la atención por la cantidad de réplicas sobre el tema. El color dependía de lo claro u oscuro para decir que tan reciente era la nota. Todo eso salía de conectarse a los datos de Google News, era hermoso.

Todavía falta mucho camino por recorrer respecto al consumo de medios, Circa ha tenido un regreso muy al estilo del crecimiento de Now This. Están generando más videos con texto que lo hace ver fresco y decides darle algo de tiempo mientras escaneas las redes sociales. Veremos si se mantiene, pero preparémonos para ver más de este estilo. Mientras espero que pronto lo empiece a hacer alguien bien en México.


Si le sirve de tip a alguien, hay un sitio llamado typito.com que permite poner textos rápidos y divertidos a un video. No puedo creer que en el mundo donde las conversaciones sobre la Inteligencia Artificial se empiezan a motivar, no hayamos resuelto dos cosas todavía: que las computadoras puedan tomar dictado de forma correcta en español, y que siga siendo complicado ponerle texto a un video (ya sea en la nube o en la computadora).

miércoles, 26 de julio de 2017

Evoluciona

Darwinismo empresarial: Evoluciona (digitalmente) o muere.



FORBES- 26 de julio de 2017
El Digital Transformation Index de Vanson Bourne posiciona a México como uno de los países más abiertos y conscientes de la necesidad de subirse a esta ola.

Año 66 millones A.C., el cielo se iluminó, parecía que se cubría el firmamento de los fuegos artificiales más espectaculares, pero no, fue el principio del fin de estos personajes que nos cautivan a todos cuando caminamos y vemos sus osamentas en los museos o vemos alguna película donde los efectos especiales más avanzados les dan vida.

Los dinosaurios se extinguieron cuando un asteroide golpeó la superficie de la Tierra y es que cuando los seres no son capaces de adaptarse a los cambios terminan por extinguirse. Los dinosaurios no son una historia única, esto lo hemos visto a lo largo de la historia del hombre… y de sus negocios.

Si Darwin hubiera sido economista en vez de biólogo quizás habría decidido estudiar mejor el fenómeno del “evoluciona o muere” en los negocios y su punto de partida habría sido probablemente algo así: “El 88% de las empresas Fortune 500 de 1955 se ha extinguido”, y si la estadística no se equivoca, prácticamente las 500 de Fortune de hoy serán remplazadas por nuevas empresas e industrias en los próximos 59 años.

Pareciera trágica la fuerza destructiva de esta tendencia, pero para mí habla bien del dinamismo y una economía orientada al consumidor. Steve Dunning mencionó hace algunos años aquí mismo en Forbes que la vida promedio de una empresa eran 75 años y hoy hay quienes opinan que es menor a 15.


Como Chicken Little anunciando que el cielo se iba a caer, llevamos meses oyendo sobre la necesidad de transformación digital y cómo empresas como Airbnb o Uber han tenido un efecto disruptivo en industrias enteras, pero ¿Qué es realmente la Transformación Digital? ¿Qué está sucediendo en México con este tema? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Estamos listos como país o estamos condenados a la extinción?

Me gusta la definición que hace CIO.com de Transformación Digital “como el proceso relacionado con las innovaciones organizativas, operativas y de modelo de negocio dentro de una organización, en el cual pueden descubrirse también nuevas formas de operar y nuevas fuentes para obtener ingresos”.

El Digital Transformation Index de Vanson Bourne posiciona a México como uno de los países más abiertos y conscientes de la necesidad de subirse a esta ola. México aparece como el tercer lugar en madurez digital comparado con otras 16 naciones.

Pero bueno, ¿qué significa esto? Como lo expliqué hace unas semanas en una conferencia, lo que sucede a las empresas hoy en día no es diferente a la historia de los Tres Cochinitos. Imaginemos tres cerditos que eran líderes de negocio. Por ahí un niño que se llama Pedro corre el rumor de que “ahí vienen el lobo de la transformación digital”.

Uno de los cerditos hace caso omiso y decide continuar haciendo negocios, como hasta ahora y “gastar” lo mínimo en tecnología: un data center de paja. Otro pues lo toma más en serio, pero si bien refuerza un poco su centro de datos, sigue con una estrategia reactiva. El cochinito más arriesgado lo arriesga todo, reta todos los paradigmas de su industria y se comienza a plantear cómo esta ola de transformación puede ser benéfica para la continuidad y evitar la extinción de su negocio, por lo que construye una estrategia de transformación digital con la solidez de una casa de tabiques. La moraleja es obvia y ahora dejaré al lector sacar sus propias conclusiones.


Colorín, colorado….

realidad

Cuando la realidad ‘cambia’, ¿es momento de correr?



FORBES – 26 de julio de 2017
Un entorno de retos al que se suman movimientos y factores externos que pueden cambiar la manera de relacionarse con empresas en EU puede crear una crisis en el capital humano.

Los últimos meses han significado una vorágine para el mundo empresarial en México; primero por el cambio de administración en Estados Unidos y, después, por la incertidumbre que generó la reapertura en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte que también puede traducirse en un reacomodo en las políticas que inciden en los sectores productivos y, con ello, en los planes que tienen las empresas.

Si bien es cierto que los cambios son una constante al momento de hacer negocios y que las empresas, entendidas como la suma de todas las personas que las integran y se relacionan entre sí, están habituadas a hacer adecuaciones para seguir siendo funcionales y efectivas, hay ocasiones en las que los factores externos que mueven el mercado pueden parecer demasiados. Y es entonces cuando algunos se desequilibran; otros toman decisiones apresuradas y algunos más siguen con la mira puesta en los objetivos que se construyeron con base en análisis y planeación.

Así que en momentos como estos la figura de los expertos en Recursos Humanos cobra una dimensión aún mayor, porque pueden contribuir enormemente a definir las estrategias del negocio y conducir al personal hacia lo que sigue, ya sea en las contrataciones adecuando a los perfiles que la coyuntura exija e impulsando las capacitaciones y especialidades a desarrollar, o quizá hasta recomendar decisiones que pueden parecer más difíciles de tomar.

Recordemos que el autodidacta y la enseñanza que está en el mercado es mucho más ágil que la formal, y es ahí en donde Recursos Humanos deberá hacer una buena detección de candidatos, de necesidades y, por qué no, si ya invirtieron en el personal, desarrollar medios para retenerlos y que permanezcan en la empresa aportando sus conocimientos. Esta última parte nos lleva a tener una seria política de compensaciones para con el personal, que es otro de los factores de atracción y retención de la misma. RRHH deberá aprovechar los recursos que son limitados en acciones potenciales que le permitan la mejor utilización de estos y la autosustentabilidad de esta inversión.


Aunado a ello, RRHH puede poner en práctica algunas recomendaciones para desactivar crisis en el capital humano, y evitar que se descontrole. Algunas posibilidades que pueden contemplarse y ejecutar en momentos de riesgo pueden ser:

Tener una comunicación fluida que permita saber hacia dónde va la empresa y qué se necesita.
Que haya transparencia y congruencia en las acciones de los altos directivos frente a los momentos que se viven al interior de la corporación.

Lograr reuniones focales con las personas adecuadas, que sean parte de la planeación y de la solución cotidiana, porque éstas dan sentido de pertenencia y propiedad (ownership) de los proyectos.

Detectar los impactos 360° de las decisiones que se están y se estarán tomando, teniendo en cuenta la parte dura (conocimientos técnicos) y la parte blanda (sentimientos) que confluyen en ellas. De este modo es casi seguro que una crisis no solo puede ser desactivada sin que la empresa se vea afectada, sino que también podrá ser aprovechada.

Toda crisis, debemos recordar, tiene una evolución así que, si se toman medidas preventivas, el impacto será menor y la empresa estará mejor preparada para avanzar a la fase siguiente, se trate de cambios en las políticas macroeconómicas de un país generadas por la renegociación de un instrumento comercial que involucra a tres países socios o de factores del mercado interno.


Así que en materia de cambios siempre hay una frase que llevar a la acción: Las buenas ideas, esas que permiten seguir creciendo, no siempre llegan por jerarquía, así que en las empresas hay que detectar a quienes tienen enfoques diferentes y asertivos, y de esta manera se transformaría el cambio como la mejor opción para potenciar las capacidades.

martes, 25 de julio de 2017

¡Creer que puedes!

  El principal error: ¡Creer que puedes!



FORBES- 25 de julio de 2017

De nada te servirá el creer que puedes, seas emprendedor, empresario, ejecutivo u hombre de negocios. Las creencias, marcan a nivel interno un estado de incertidumbre.

Concebir una idea y hacer que suceda sin complicaciones, es el sueño de todo emprendedor, empresario, vendedor u hombre de negocios. Y aquí te hablare de ese gran poder, mismo que se acrecentará con cada acción que hagas para retroalimentarlo.

Primero debes saber que las personas que buscan la grandeza en cualquier aspecto siempre se enfrentan al mismo gran problema: La creencia, y de manera más profunda, el estado de creencia. “Formato” en el que habitan todas las creencias.

“Creérsela” es el mayor error. Pues por principio la creencia habita en un mundo gris. En el mundo del 50-50. En la incertidumbre. Creer que puedes hacer algo y creerlo con todas tus fuerzas es igual a “no saber si puedes o no”, y eso de nada te servirá, aunque allá afuera haya millones de personas que no lo han descubierto y sigan “creyendo” que lo mejor es “creérsela”.

Son las mismas personas que siguen habitando en duda, porque de entrada no conocen nada sobre los estados del ser en términos mentales y emocionales. Y “ahí se la llevan pensando” en querer estar en un estado de poder, sin saber cómo hacerlo. Poniéndose en estado de creencia, cuando el estado en sí implica necesariamente un plano de media posibilidad, lejano al estado más poderoso del individuo, el estado de certeza emocional.


Las creencias en un plano semiológico (estudios de los significados) son en sí mismas debilitantes, pues no permiten al individuo establecer criterios de seguridad real, así sean positivas o negativas, siempre habitan en el plano del 50-50.

Son sólo premisas posibles. Delinean posibilidades más no seguridades y llevan al individuo, aún sin saberlo, a un estado que de raíz es un estado de debilidad, no de poder.

Es común y normal, que la inseguridad personal de un individuo frente a un futuro incierto requiera ver un estado de posibilidad a favor, aunque este refiera sólo al 1% de posibilidad o probabilidad, pues la gente se agarrara de “lo que sea”.

El estado de creencia habita en este 50%, un estado aún débil. Pero las personas no lo saben, no conocen y ni siquiera están acostumbrados a ejercitar sus mentes o emociones. En realidad, poco saben de construir estados de poder personal y ejercitarlos, con técnicas y desarrollando habilidades.

 

La realidad es que ese estado de creencia poco tiene que ver con el poder verdadero. Pues no recibe de este respaldo alguno. Estar entre el ¡sí y no! Que es donde habitan todas las creencias personales, y el estado en sí mismo es por principio debilitante. Por ello el principal error de personas que buscan la grandeza es “creérsela”.

Hay coaches que dicen trabajar con el sistema de creencias de los individuos, hay quienes se jactan incluso de modificarlos (más del 99 %) y “creen” que eso es “bueno”.

La realidad es que dicho sistema de creencias sólo sirve para comprender las líneas de debilidad de una persona, ya partir de ellas alinear lo necesario para trabajar su emoción, y que sea esta la que impacte a sus pensamientos y no viceversa.

Las creencias son premisas para la lógica de sus pensamientos, sus raíces culturales y el cómo habita en su mundo. Y cuando hablo de su mundo, esto es textual. Sólo habita en su mundo, el único que conceptualiza y del que se apropia: el suyo.

De hecho, más del 99.99% de las personas, piensan que “Creer en Dios” es tener criterios de seguridad, pero la frase en sí habita en el plano del estado de la creencia. Pues tener a propio pensamiento “criterios” de seguridad, no es tener seguridad. ¿Me explico?

Comprendamos los estados partiendo de los conceptos de mi metodología:

El creer utiliza la mente. Pero la creencia no es verdad, genera posibilidad más no es absoluta, resulta algo parcial, no necesariamente asegurable. De ahí que cuando alguien diga o esté seguro de algo, no estará hablando de una creencia sino de un nivel superior en la escala de certeza.
El saber tiene un estado superior, en él se sigue utilizando la mente como recurso primario, y no obstante a pesar de romper la barrera del 50-50, considero que tiene aún ciertas debilidades. El saber, como un estado del individuo puede ser todavía debilitante y tener inconsistencias por un tema de respaldo general. (fundamentación, teoría, etc.) El saber implica necesariamente una lucha, y el ejercicio del convencimiento.
El estado de mayor poder del individuo se consigue en un plano emocional sensible, y es este el que respalda a nivel superior al individuo.
Estoy hablando del estado sensible que no necesita ser comprobado. De hecho, del mismo que aún no puede ser del todo respaldado por la mente o la fundamentación, pero si ejercitado, y eso nadie lo sabe. El estado de certeza es el que permite mucha más efectividad en cuanto a términos de seguridad y por no respaldar a la razón sino porque las personas que acceden a ese estado lo perciben a nivel sensible y lo comunican en todos los demás sentidos y formas (corporal, mental, oral, y por supuesto emocional) Este estado es el que se siente y se vive. Es un estado que de hecho se ejercita a partir de la conexión intrapersonal con las emociones, los aspectos sensibles y los principios de poder.

El estado de certeza emocional es el mismo que te permite a nivel sensible “Saber de cierto algo” pues respalda sensiblemente a la razón. Ese es el mismo estado que te hace percibir de manera exacta y perfecta a lo que saben las cosas o como se sienten. Sin la necesidad de las palabras o la mente que habita en un estado de poder inferior.

Este estado no da espacio a dudas, pues por principio estas habitan en otros terrenos, en los de la razón o la lógica.

Desde hace años trabajo con ese estado que se construye en los individuos, con la certeza emocional, pues en este no se requiere de comprobatoria alguna.

Las personas que lo ejercitan conectan con estados sensibles propios y de terceros que permiten conseguir un grado de efectividad mayor en relaciones interpersonales, conectividad emocional, rapport efectivo y otros espacios relacionados con el manejo de poder, como negociación y ventas.

Ejercitar la emoción y conducir a los individuos a este estado son principios básicos de poder en mis metodologías. Pues el mayor recurso que un individuo puede tener y controlar es el estado emocional propio y de terceros, y este se comunica a través del lenguaje corporal a un punto inequívocamente perceptible, por muchas más áreas del cerebro, más allá de las áreas de la razón y la lógica.

Quiero que comprendas algo estimado lector. El mayor recurso, y el estado de poder mayor, que un individuo pueda tener se deberá notar como certero en todo su cuerpo.

Recuerda que el lenguaje corporal es el más poderoso a la hora de comunicar un mensaje. Saber de cierto a nivel sensible, es respaldar la mente con el poder de la certeza emocional-personal.

Te pregunto, qué piensas que sea más poderoso y efectivo para alguien, tenga la religión que tenga: ¿Creer en Dios? O ¿Sentir de cierto a nivel emocional interno que Dios existe?

Sentir en ese estado de no necesidad de comprobatorias, es del estado del que hablo.

Por eso “creérsela” no te servirá de nada. En realidad, la grandeza fluye sin resistencia cuando es pura, y uno de los estados más poderosos del individuo habitan en el plano de mayor poder: La emoción. Por eso yo digo, que el estado de seguridad máxima del individuo no nace de la mente, sino de la emoción que la respalda, de la certeza que no requiere comprobatoria alguna. Y en ese estado es cuando el nivel de certeza del individuo se plasma en la realidad casi como un sello, porque su grandeza fluye sin resistencia.


Por ello las personas que tienen un gran poder, lo comunican no sólo con su palabra sino a nivel corporal y emocional sensible. Y simple y sencillamente al ver sus ojos te hacen sentir de cierto eso que habita en ellos, el gran poder.

La clave

La clave: Agencia de medios y anunciante
   


FORBES- 25 de julio de 2017
8 puntos que contribuyen a tener mejores resultados en una campaña publicitaria y garantizar la relación exitosa entre agencias de medios y anunciantes.

Toda mi vida profesional he estado involucrado en el proceso publicitario y eso me ha permitido identificar claves para que la vinculación entre agencias de medios y anunciantes sea relevante y exitosa.

Sin duda, la relación agencia-anunciante es vital para ambas partes. Cuando un anunciante importante cambia de agencia, impacta los resultados financieros de ésta; y, de la misma manera, el trabajo de una agencia puede afectar de fuertemente los resultados de ventas de sus clientes.

Existen algunas reglas básicas para que esta dependencia resulte benéfica para los dos-aunque no siempre se cumplen-. Aquí algunas de ellas:

1) El anunciante debe dar toda la información posible


 
A veces el anunciante no define correctamente a quiénes se debe tratar como socios de negocio. Me ha tocado asistir a briefs de anunciantes en donde, literalmente, está estrictamente prohibido tomar notas, fotos o cualquier tipo de registro de la información que se está dando de un producto o servicio específico.

Esto solo puede resultar en propuestas mediocres o incompletas, pues por darle más importancia a la confidencialidad de la información, no se tiene un equipo de comunicación debidamente encaminado. Hoy en día, con el mundo programático y las capacidades de segmentación y optimización, es prioritario dar la mayor cantidad posible de información del producto o servicio, y dejar claros los objetivos que se desean lograr.

2) El anunciante debe hacer un pago justo por los servicios de la agencia

Alguna vez, platicando con el CMO de una importante empresa, me describió su obligación principal como “la optimización de los costos de comunicación y publicidad”. Desgraciadamente muchos traducen esto como “bajar los costos de la agencia”, con lo cual no puedo estar más en desacuerdo.

El objetivo principal de toda inversión publicitaria por parte de empresas comerciales, debe ser el incremento en ingresos (ventas, retorno, o utilidades) o el incremento en el valor de la marca (favorabilidad, intención de compra, reconocimiento de marca, por ejemplo).

En buena parte, la creencia de que el objetivo debe ser bajar costos proviene de la publicidad tradicional, donde muchas veces el precio es la única variable controlable. No obstante, el marketing programático actualmente ya permite optimizar campañas directamente a resultados de negocio, dejando a la disminución de la inversión como una meta obsoleta.

Además, y que quede muy claro, si el anunciante no paga lo justo por el trabajo, solo pueden pasar dos cosas: que la agencia disminuya la calidad del trabajo o que busque otras maneras de monetizarlo, dañando así su transparencia.

3) El anunciante debe pactar tiempos suficientes con la agencia

Una de las grandes diferencias que he visto en Estados Unidos y algunos países de Europa, en comparación a Latinoamérica (Latam), es su capacidad de planeación. En los países desarrollados, tienen planeada la mayor parte de una campaña publicitaria para un trimestre desde antes de que éste inicie.

En cambio, una buena parte de los anunciantes en Latam terminan de definir presupuestos y objetivos en los primeros días del mes de salida de la campaña. Esto resulta en hacer todo de prisa y se refleja en errores o falta de calidad.

En alguna pared de una agencia que visité leí un letrero que decía “lo puedes tener más rápido, más barato o de mejor calidad… Solo puedes escoger dos”. Y coincido con ello.

4) El anunciante debe tratar con respeto a su agencia

Parece obvio, pero no es algo que normalmente se aplique. Si un anunciante no trata al equipo de su agencia de manera cordial y como un verdadero socio de negocio, va a tener serios problemas en su relación de trabajo. En casi todas las ocasiones, el éxito o fracaso de una campaña publicitaria depende tanto de la agencia como del anunciante.

Es común que haya tratos prepotentes y que no exista una verdadera comunicación con las agencias. La cantidad de veces que he oído a integrantes de éstas decir: “el anunciante está completamente mal, pero fue lo que pidió (y es lo que vamos a hacer)”, han sido muchas más de las que quisiera recordar.

Ahora bien, por el otro lado….

5) La agencia debe tener toda la información del mercado

La información brindada por el anunciante es solamente una parte de lo necesaria para una buena estrategia de comunicación. Es obligación de la agencia investigar más, así como conocer la estrategia de comunicación de la competencia, y las características específicas del mercado y segmento al que quieren llegar.

6) La agencia debe cobrar lo justo

De la misma manera en que el anunciante tiene la obligación de pagar lo justo, la agencia debe cobrar precios justos y, sobre todo, trabajar inteligente y responsablemente para aprovechar por completo los recursos que están a su disposición.

Esto no se limita a hacer una compra de medios efectiva, sino que implica tener a un equipo de personas preparadas, entrenadas, motivadas e informadas para cumplir con los objetivos del anunciante.

7) La agencia debe ser transparente

La agencia debería tener la obligación de abrir al anunciante todo su esquema de gastos e ingresos, pero esto nunca va a suceder si no se tiene un esquema comercial sano. En el mundo programático, el tema se vuelva aún más importante, por la cantidad de jugadores involucrados (proveedores de media, data, seguridad, localización, entre otros); para un anunciante, esto se puede volver incontrolable si la agencia no quiere (o puede) ser totalmente transparente.

8) La agencia siempre debe priorizar por resultados de campaña

Hay muchos factores por los cuales se pueden decidir los parámetros de una campaña, específicamente de los proveedores que se utilizan. Estos factores pueden ser: facilidad de uso, relación personal, conveniencia financiera, o simplemente porque es la solución que el anunciante ya conoce y no va a cuestionar.


Toda decisión de campaña debe estar enfocada a cumplir con los objetivos del cliente (deseablemente que sean resultados de negocio) para que los anunciantes se mantengan contentos y satisfechos.