¿Cómo era la economía mundial en
el siglo I?
BBC News - jueves, 25 de
septiembre de 2014
La economía global del siglo I,
dominada por el Imperio Romano, tenía un sistema bancario, una moneda que se
usaba tanto en Italia como en la península ibérica o Britania y un sistema
legal unificado.
Los documentos históricos son
escasos, pero un estudio del alemán Deutsche Bank calcula que Roma controlaba
el 25% de la producción mundial y que su sombra imperial se extendía por gran
parte del planeta.
Según el estudio, sus principales
rivales eran Parthia –aproximadamente lo que hoy es Irán – y los bárbaros de
Alemania, que apenas generaban un 2% y 1% de la producción mundial,
respectivamente.
Peter Temin, economista emérito
de la Universidad de Massachusetts y autor de The Roman Market Economy (La
economía de mercado romana), opina que la economía del imperio romano en el
siglo I era similar a la del siglo XVII y XVIII, justo antes de la gran
revolución industrial.
“Desde luego que la industria y
agricultura eran mucho más rudimentarias que lo que tenemos hoy, pero había una
economía de mercado y una distribución del ingreso tan desigual como la actual
en Estados Unidos”, indicó a BBC Mundo.
Y, según los expertos, el imperio
era “la columna vertebral de esa economía”.
El imperio sin fin
En “La Eneida”, Virgilio
caracteriza a Roma como el imperium sine fine.
Y es que, hasta donde daban los
conocimientos de la época, el imperio abarcaba prácticamente el mundo entero:
casi toda Europa Occidental, el norte de África, partes de Medio Oriente. Más
allá, la barbarie o lo desconocido.
Si se suman tanto los miembros
plenos como los estados tributarios, el cálculo del Deutsche Bank –en un
estudio que no incluyó a China, India y América- es que el Imperio Romano
representaba el 70% de la economía global.
Este imperium sine fine tenía
entre 50 y 100 millones de habitantes y una red de carreteras tan avanzada que
se siguió usando hasta el siglo XIX.
“El sistema bancario era mucho
más rudimentario que el actual, pero servía para financiar el consumo y la
producción. Los préstamos tenían tasas de interés y usaban colaterales para
garantizarlos como, por ejemplo, la propiedad de los viñedos”, señaló a BBC
Mundo Peter Temin.
Roma la esplendorosa
Durante mucho tiempo los
historiadores caracterizaron a Roma como una economía que giraba en torno a una
agricultura de subsistencia, con ínfima innovación tecnológica y un desarrollo
que, para muchos, era un virtual estancamiento.
Sin embargo, según Willem M.
Jongman, de la Universidad de Groningen, Holanda, y autor de The Economy and
Society of Pompey (La economía y sociedad de Pompeya), el imperio fue una de
las cimas del crecimiento pre-industrial.
“El problema era que los
ingeniosos cálculos que hacían los historiadores del PIB de Roma se basaban en
muy pocos documentos. Era el equivalente a reconstruir el PIB de Estados Unidos
con los recibos del precio de una hamburguesa en Kentucky en los años 30, de un
coche en Virginia en los 60 y del salario de un electricista en San Luis en los
70”, señaló a BBC Mundo.
Con los avances de la
investigación arqueológica, los historiadores pudieron superar este obstáculo
al poder reconstruir la sociedad de una manera mucho más precisa a partir del
análisis exhaustivo de la tierra, las ciudades, las ruinas, los utensilios y
adornos.
“Esta nueva metodología nos ha
permitido ver que el imperio romano tuvo un gran aumento poblacional y que
experimentó un fuerte incremento del consumo y la producción. Desde ya que no
era una economía como la moderna que crece a un 1,5% anual y tiene grandes
avances tecnológicos, pero sí una economía que se expandió y permitió un
mejoramiento sostenido del nivel de vida”, indicó Jongman a BBC Mundo.
Los hallazgos de osamenta animal
y de criaderos de pesca han permitido constatar un aumento del consumo de carne
y el pescado en una población en continuo aumento.
La existencia de viñedos y la
comercialización del vino por buena parte del imperio es otra muestra de una
importante industrialización agrícola.
“Roma era una ciudad de un millón
de habitantes. Recién en el siglo XIX Londres llega a tener este volumen de
gente. Como puede ver cualquier turista hoy en día, no se trataba de una ciudad
de chozas construidas en medio del barro.
"El nivel de edificación era
tan sofisticado que no sólo asombró al Renacimiento sino que nos sigue enmudeciendo
hoy. En esta ciudad tan sofisticada las necesidades de sus consumidores eran
atendidas por este continuo excedente de la producción agrícola o vitivinícola
o ganadera”, indicó Jongman.
La pax romana
La mayor parte del comercio se
hacía en el interior de este vasto imperio dividido en provincias, como se
llamaba a los territorios conquistados que poseían un altísimo nivel de
autonomía.
Pero a Roma llegaba arroz
importado de India y seda de China.
El imperio usó más hierro y
metales que todas las sociedades previas.
En España, Galia, Bretaña y las
provincias del Danubio se abasteció de oro, plata, cobre, carbón y bronce
usados en la construcción edilicia y en la fabricación de armas, llaves, sellos
y carros de combate.
Los estudios arqueológicos
permiten reconstruir cómo funcionaba la sociedad romana.
“Había una pax romana. Roma
proveía una seguridad que ninguna sociedad pre-industrial podía tener respecto
al pillaje y la piratería. A cambio los países pagaban tributo. La conquista
era cruel, pero una vez pasada esta etapa, los romanos mostraron un gran
talento para el gobierno.
"Si Roma se beneficiaba, lo
cierto es que también había progreso en las regiones que incorporaba como se
veía en el aumento de la población, consumo y producción de esos territorios”,
señala Jongman.
Una de las tres regiones en que
estaba dividida la península ibérica, la hispania Baetica –actual Andalucía– se
convirtió en una gran exportadora de aceite de oliva: su mayor cliente fue la
misma Roma.
Las ánforas halladas en Monte
Testacio, Roma, son uno de los “documentos arqueológicos” del volumen de esta
exportación: contenían unos 580 mil metros cúbicos de aceite.
El cálculo es que solamente esa
zona del Monte Testacio en Roma importaba más de 7 millones de litros anuales.
“El otro gran poder de la época,
China, era un estado replegado sobre sí mismo. Es la gran diferencia con Roma,
que era una potencia en permanente expansión.
"Por eso, en la medida en
que se puede, si hablamos de la economía mundial del siglo I, estamos hablando
del Imperio Romano”, destacó a BBC Mundo Peter Temin.
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