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domingo, 28 de septiembre de 2014

corporaciones

Los fondos buitre contra las grandes corporaciones


INFOnews - ‎domingo‎, ‎28‎ de ‎septiembre‎ de ‎2014
Los fondos buitre, sabido es, han hecho de la especulación con deudas soberanas una especialidad, pero no sólo se ocupan de ese rubro: también suelen atacar a empresas privadas, y no de las pequeñas.

En agosto de este año, por ejemplo, un tribunal de Delaware aceptó una demanda cruzada entre un gigante del juego, Caesars Enterteinment Corp., y los fondos Elliott y Appaloosa (accionista de American Airlines), informó hoy Tiempo Argentino.

Caesars acusa a los fondos de empujarla deliberadamente a la quiebra, lo cual le permitiría aprovecharse de un jugosísimo negocio con los seguros contra default. En su demanda, Caesars recuerda, entre otras cosas, que Appaloosa especuló fuertemente, en 1995, con papeles de la deuda argentina.

Elliott y Appaloosa, a su vez, demandaron a Caesars por haber transferido activos "fraudulentamente", como, por ejemplo, varias propiedades que esa empresa tenía en Las Vegas. Gary Loveman, presidente y director ejecutivo de Caesars, no admitió el fraude pero sí las transferencias: "Nos negamos –dijo– a ser rehenes de los especuladores."

Las demandas cruzadas involucran también a otros dos fondos buitre: Centerbridge Partners y Oaktree Capital Management.

El tribunal de Delaware interviene ahora en un intento de reestructurar la deuda contraída en 2008 por dos subsidiarias de Caesars: Caesars Enterteinment Resort Properties y Caesars Growth Partners. Los buitres, especialmente Elliott, compraron a la baja papeles de esa deuda y contrataron seguros de crédito, los CD, que cobrarán si logran convencer al mercado de que hay un incumplimiento inminente.

Caesars asegura que los buitres no quieren reestructurar la deuda, sino forzar la quiebra para negociar con los seguros contra default.

CONTRA GENERAL MOTORS. Paul Singer, titular de Elliott y el mayor contribuyente a los fondos de campaña del Partido Republicano, encontró en la crisis de 2008 una magnífica oportunidad de negocios dentro del territorio de los Estados Unidos. La industria automotriz sufrió sus embates, y muy especialmente sus trabajadores.

La principal proveedora de componentes de automóviles norteamericanos era Delphi Automotive, que daba empleo a 25 mil trabajadores en su planta permanente.

Delphi había sido una subsidiaria de General Motors, pero se separó de su empresa madre en 1999. En verdad, se trataba de una maniobra de la propia GM, que por esa vía "tercerizaba" servicios y reducía costos. En 2005 Delphi se declaró en quiebra y dos años más tarde, en 2007, cuando también GM quedó en situación de quebranto, Elliott Associates y John Paulson & Co compraron la deuda de Delphis a 20 centavos de dólar el bono: los buitres tenían a la vista carroña abundante, y olieron rescate con dinero de los contribuyentes norteamericanos. Se trataba, en verdad, de una mejicaneada, de un robo a ladrones. Los buitres atacaban una empresa cuyo departamento financiero manejaba fondos varias veces más grande que los destinados a la producción industrial.

En 2009, las excelentes previsiones de Singer se vieron cumplidas: el gobierno norteamericano dispuso el salvataje de GM.

Los bonos de deuda de Delphi le permitieron a Elliott y otros buitres comprar una porción de su paquete accionario (a 67 centavos por acción) suficiente para obtener el control de la compañía. La especulación resultó exitosa porque resultaba imposible rescatar a GM o a Chrysler sin hacer lo propio con Delphi. Es más, por toda una serie de razones el rescate de Delphi era condición para el rescate de las otras. Así, en marzo de 2009 los buitres propietarios de Delphi estuvieron en condiciones de exigirle al gobierno norteamericano un adelanto de 350 millones de dólares bajo amenaza de bajar las persianas y dejar sin componentes a GM y a Chrysler.

De un modo u otro, empresas y buitres emergieron de aquella situación gracias a los fondos estatales. En cambio, resultaron definitivamente sacrificados los fondos de pensión de los trabajadores de Delphi, que debieron sumarse al rescate público de la empresa. Así fue que 21 mil pensionistas (jubilados) de Delphi perdieron su seguro médico y se les recortaron sus ingresos en una franja que iba del 30 al 70% de los haberes. La parte de las pensiones que se siguió pagando se solventó con dinero de la gubernamental Pension Benefit Guaranty Corporation por 5600 millones de dólares. Mientras tanto, Delphi (esto es, los buitres) recibía ayuda estatal por 2800 millones de dólares aportados por el TARP (Troubled Asset Relief Program), y GM, rescatada a su vez, le condonaba una deuda de 2500 millones de dólares.

En definitiva, los buitres atacaron exitosamente al Estado norteamericano por un total de 12.900 millones de dólares. Pero la cosa no terminó ahí.

De las 29 plantas que Delphi tenía en los Estados Unidos sólo quedaron cuatro. El resto fue llevado por los buitres a China, donde encontraba mejores facilidades impositivas y fuerza de trabajo más barata, aunque, poco después, enormes huelgas le hicieron perder parte de este último beneficio. Producto de esa maniobra, quedaron en la calle 20.200 trabajadores norteamericanos, y los que conservaron el trabajo debieron renunciar a la sindicalización. Por todo eso, las acciones de Delphi dieron en la Bolsa un salto espectacular y los buitres multiplicaron su fortuna: en 2011, después del rescate, las acciones que los buitres habían comprado a 67 centavos valían 22 dólares (un beneficio del 3000%) y en 2012 ya habían trepado a 32 dólares. El valor de la compañía, de 0 en el momento del rescate, era entonces de 10.500 millones de dólares.

Quedó dicho que estos buitres son grandes contribuyentes del Partido Republicano, aunque, si se tienen en cuenta sólo las ganancias que obtuvieron con la rapiña de Delphi, los 2,3 millones de dólares que Elliott aportó a la campaña de Mitt Romney, y el millón que puso John Paulson, son una tacañería.

LA BATALLA ESPAÑOLA. En febrero de este año, la batalla española por el control del grupo privado de juego Codere recrudeció cuando la central sindical Comisiones Obreras (CCOO) decidió sumarse a la denuncia presentada por la otra central, la UGT, por las maniobras ilegales de los fondos buitre contra la compañía controlada por la familia Martínez Sampedro. La UGT y CCOO sostienen que Codere ha sido atacada por grupos bancarios y, especialmente, por los fondos buitre Canyon Capital Finance y GSO Special Situations Fund, y a la matriz de esta última, Blackstone. La denuncia sindical comprende también a las entidades financieras y a los bancos que vendieron las acreencias de Codere en su poder a esos buitres. Los bancos demandados son Crédit Suisse, BBVA, Barclays Capital y Houston Caualty Company.

Codere emplea un millar de trabajadores en España y unos 20 mil en el resto del mundo.

Desde enero está denunció ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) el ataque de los fondos buitre contra la compañía. Es un caso similar al mencionado de Caesars: Codere asegura que los buitres no quieren reestructurar la deuda ni llegar a acuerdos para cobrarla, sino forzar la quiebra para negociar con los seguros de default. La deuda total de la compañía es de 1.214 millones de euros. Sin embargo, el "culebrón" de la multinacional no tuvo un final feliz. Los fondos Buitre le ganaron la pulseada a la familia Martínez Sampedro, cuyos miembros mantendrán, en principio, sus puestos en el futuro consejo, pero de forma testimonial porque forzado obligó a los hermanos Martínez Sampedro (José Antonio, Javier y Encarnación) y su sociedad de capital Masampe (acrónimo de los apellidos) a cederle a los buitres casi la totalidad del 70% del capital de Codere (sólo se quedarán con el 2,22%).

Entretanto, sigue su curso la demanda contra la alcaldesa de Madrid, Ana Botella (Partido Popular), por haberle vendido 1860 viviendas públicas a fondos buitre. Denunciada por el Partido Socialista (PSOE), Botella es investigada por un juzgado de instrucción madrileño que aceptó la demanda y ordenó averiguar si la funcionaria ha cometido delito. Botella vendió esas viviendas al fondo Blackstone por 128,5 millones de euros. Como se ve, los buitres penetran en los poderes del Estado y generan crisis políticas, además de las financieras.

LEGISLACIÓN FALLIDA Y LOBBIES DE BUITRES. Los intentos de frenar mediante normas legislativas la acción de los buitres han chocado sistemáticamente contra el enorme poder de lobby de los fondos en cuestión. Francia fue uno de los primeros países en tratar de legislar contra el accionar de los buitres. En agosto de 2007, un proyecto de ley en el Parlamento francés daba a los jueces la capacidad de rechazar órdenes de pago de deudas soberanas, para lo cual debían tener en cuenta si el país contra el cual esa orden era emitida había sido asistido por fuentes públicas, y también las posibilidades de pago de ese país. El proyecto nunca se transformó en ley.

En los Estados Unidos, en junio de 2009, una propuesta de ley (draft) llegada al Congreso limitaba el máximo obtenible por los acreedores de deuda soberana al capital que hubieran desembolsado para comprar esas acreencias, lo cual cortaba de raíz cualquier operación especulativa para lograr ganancias extraordinarias. Aquel proyecto iba más lejos aún, porque establecía una figura penal: el sovereing debt profiteering; esto es, el aprovechamiento de mala fe de una deuda soberana. Los infractores podían ser perseguidos penalmente y castigados con multas elevadas. Aquella draft no fue siquiera discutida por el Congreso norteamericano.

En el Reino Unido, en mayo de 2009, llegó a la Cámara de los Comunes un proyecto de ley después del asalto buitre a Zambia (un caso denunciado con gran escándalo por la BBC).

Como en el caso norteamericano, el proyecto proponía limitar el máximo recuperable por el acreedor según la inversión que este hubiera hecho para adquirir los bonos de deuda. Además, obligaba al acreedor a declarar cualquier pago o dádiva que hubiera hecho a funcionarios de los gobiernos implicados. La presión de la City londinense impidió que el proyecto fuera debatido.

Al año siguiente se presentó otro proyecto, mucho más tibio, que sí fue discutido y aprobado en abril de 2011. Se trata de una ley restringida a países pobres ("Heavily Indebted Poor Countries Iniciative"), que hubieran recibido ayudas o cancelaciones de deuda. En otras palabras: esa ley sólo procura evitar otro caso escandaloso como el de Zambia, que provocó indignación en la opinión pública británica.

Otro caso es el de Bélgica, que a principios de 2008 aprobó una ley que dice textualmente: "Los fondos y activos destinados a la cooperación internacional, así como los destinados a ayuda al desarrollo o provenientes de la cooperación internacional, no pueden ser embargados" por los buitres. Como se ve, es casi un calco de la ley inglesa, tal vez más restringida aún. Frente a tal poderío, muchos piensan que algo está realmente mal en la base de todo el régimen social, económico y político internacional, si el flujo financiero del mundo puede ser alterado por un puñado de fondos parasitarios, que no viven de la producción, ni siquiera de la inversión, sino de las quiebras; es decir, que se alimentan de la ruina.

La clave

Triángulo

La UGT y CCOO, centrales sindicales españolas, denuncian a varios bancos de haber vendido las acreencias de la empresa de casinos Codere a los fondos buitre.

Dart, el otro gran buitre

Dart Management es el otro gran buitre, casi del tamaño de Elliott. Su cabeza es Kenneth Dart, otro antiguo conocido de la Argentina, a la que demandó ya en 2005 por 725 millones de dólares. Su pedido de embargar reservas del Banco Central de la República Argentina depositados en el exterior fue rechazado por la Corte Suprema de los Estados Unidos en junio de 2012.

La vida de Dart es más agitada aun que la de Singer. Vive casi oculto en una mansión de la isla Gran Cayman desde hace 15 años, cuando debió abandonar su residencia en Sarasota, Florida, después que le incendiaran el palacete en el que vivía con su mujer. Por cierto, quemar una casa tan custodiada como la de este hombre no es cosa de un ahorrista indignado, por lo cual los investigadores pensaron en una represalia de la mafia rusa, con la cual Dart había hecho no pocos negocios y, seguramente, se quedó con algún dinerillo que no le correspondía. Los rusos no lo demandaron, sólo lo corrieron con las antorchas. Desde entonces, su principal actividad consiste en comprar papeles de deuda externa de países en apuros. Como Singer, los compra por monedas y luego reclama el pago del 100 por ciento. Uno de sus primeros grandes negocios en este rubro lo hizo en 1992, cuando compró deuda brasileña por 1400 millones de dólares, por la que pagó 375 millones. Dos años más tarde, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso reestructuró deuda por 50 mil millones de dólares con 750 bancos. Dart, por supuesto, se negó a aceptar ese arreglo y finalmente cobró 980 millones de dólares. Una ganancia de 650 millones en un par de años.

El "prestigio" de Singer

Paul Singer, representante visible del fondo NML Capital, se dedica, como otros, a comprar, a precios muy bajos, títulos de deuda de economías agonizantes o en problemas severos. Luego exige judicialmente el pago del valor nominal de esos mismos títulos. Por ejemplo, en el caso argentino, reclama el pago de 650 millones de dólares por papeles que compró por la décima parte de ese monto.

Singer es hombre de enorme prestigio en Wall Street, no a pesar sino debido a esa capacidad suya para las maniobras de especulación. Su fondo Elliott Management maneja actualmente unos 12 mil millones de dólares. Singer multiplicó su fortuna gracias a la crisis de 2008, que él previó. Sus manejos con los productos financieros "derivados" fueron para él un negocio formidable. De ahí la denominación de "buitres" o "carroñeros" que reciben estos fondos: viven de la ruina.

Tiene antecedentes amplios en el mercado de los holdouts. Por ejemplo, compró por centavos la deuda peruana al borde del default en 1995. Pagó unos 5 millones de dólares por títulos que tenían un valor nominal de 20 millones. Luego de juicios sucesivos, el fondo de Singer cobró 58 millones de dólares por esos papeles. También atacó a Congo-Brazzaville: compró por 2,3 millones de dólares papeles cuyo valor nominal era de 32,6 millones. Singer cobró por esos títulos más de 100 millones de dólares que le fueron reconocidos por tribunales británicos, para lo cual incluso embargó exportaciones petroleras de ese país africano.

Por cierto, la vida de Singer no transcurre sin sobresaltos. Dedicado también a bloquear, con propósitos de chantaje, fusiones y adquisiciones de grupos empresariales, intentó en su momento comprar la mayoría accionaria de la alemana Wella por cuenta de la norteamericana Procter & Gamble.


Con ese fin adquirió una porción de las acciones de Wella, que luego quiso cobrar a un precio muy por encima de su valor, a cambio de no oponerse a una fusión. En esa ocasión le fue mal: un tribunal alemán comenzó a investigar la maniobra y Singer debió huir.

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