Perú busca sortear la crisis y
revivir el milagro económico
El Cronista - septiembre de 2014
Durante una ceremonia espontánea
en las ruinas de Machu Picchu, la antigua ciudadela inca para adorar al sol,
inversionistas en un viaje de negocios reciente imploraron una sola cosa:
prosperidad para Perú.
"Necesitamos recuperar la
grandeza, más allá de ciclos económicos. Necesitamos recuperar la fe",
dijo un gerente de fondos peruano a la reunión, después de una conferencia de
mercados de capital en Lima.
El crecimiento en lo que era la
economía con mayor crecimiento de América Latina está cayendo por debajo del 5%
por primera vez desde 2009. Hay quienes dicen que el milagro económico de los
Andes se está terminando.
Esta semana, el presidente
Ollanta Humala hizo su peregrinaje a otra ciudadela en busca de ayuda de más
arriba: al centro del capitalismo en Nueva York.
"Todavía estamos enfrentando
el futuro con optimismo", dijo al foro Bloomberg Latin America.
"Estamos preparando medidas para reactivar la economía". Perú ha dado
grandes pasos en las dos últimas décadas, dejando atrás una oscura historia de
hiperinflación, revueltas marxistas y brotes de cólera. La economía del país,
basada en sus propios recursos, ha disfrutado tasas de crecimiento promediando
6,4% al año desde mediados de los 2000, gracias a un auge de productos básicos
que impulsó a una clase media creciente. Pero conforme se ha desacelerado el
superciclo de los productos básicos, esas tasas estelares de crecimiento se han
detenido.
A finales de julio, Bank of
America Merrill Lynch advirtió que "Perú es incapaz de sostener un ritmo
de crecimiento arriba del 6% en un ambiente exterior con menos apoyo que al que
se enfrentó la década pasada".
Inversiones más bajas debidas a
la desaceleración de la industria de la minería arrastraron hacia abajo el
crecimiento en el primer trimestre a una expansión de sólo 3,3% en el tercer
productor mundial de cobre.
El 60% de los ingresos por
exportaciones de Perú se debe a los minerales, pero los problemas en algunas
minas grandes, junto con los precios a la baja y menos demanda de Asia, han
hecho fuerte mella en las ganancias.
De acuerdo a los últimos datos,
en julio la economía se aceleró un 1,16% una mejora con respecto a junio,
cuando el PBI casi se frenó, creciendo apenas al 0,3%, pero aún así debajo de
las expectativas del mercado.
La desaceleración llevó la semana
pasada a la renuncia del respetado ministro de finanzas, Luis Miguel Castilla.
Citó razones personales, pero la oposición lo había culpado por la
desaceleración.
El gabinete de Humala ha sido una
puerta giratoria desde que tomó posesión en 2011. Después de sobrevivir varios
cambios, Castilla, quien luchó por las reformas, era el último miembro del
equipo original.
Alonso Segura, quien reemplazó a
Castilla, quien además fue su jefe de Estado, dijo que la economía peruana
posiblemente crezca menos del 4% este año. El anterior economista del FMI, que
promueve continuidad en las políticas, añadió que trataría de revivir el
crecimiento del 6% el año entrante. Los inversionistas recibieron con
beneplácito la noticia de su investidura. Julio Velarde, el jefe del banco
central de Perú, le dijo al Financial Times que esta desaceleración era un
"tramo disparejo" y que el año entrante la economía crecería por
"casi 6% y en 2016, 6,5%". En general el panorama latinoamericano parece
que crecerá un poco arriba del 2% este año.
Los analistas predijeron un
aumento gracias a proyectos importantes de minería, junto con el inicio de
trabajos de infraestructura con valor de más de u$s 10.000 millones. Aunque los
críticos mencionan que hay razones estructurales para la desaceleración de
Perú, incluyendo la enorme burocracia y una dependencia excesiva de los
recursos.
"La desaceleración económica
es el resultado de un aumento de regulaciones y la falta de reformas que
fomenten el crecimiento", dice Luis Carranza, anterior ministro de
finanzas.
Humala ha respondido a la
desaceleración con una serie de medidas que incluyen la reestructuración del
proceso para obtener permisos para negocios y licencias ambientales, el gasto
en la infraestructura y la eliminación gradual de un impuesto de 5% a las
ganancias de capital para inversionistas extranjeros.
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