Las empresas endeudadas de los
emergentes están en riesgo
El Cronista - septiembre de 2014
En 2008 los inversores
aprendieron cómo son las reacciones en cadena en el sector financiero. Y no fue
simplemente porque la quiebra de Lehman Brothers golpeó a otros grupos
occidentales; también hubo efectos colaterales para las compañías del mercado
emergente.
Un informe fascinante del Banco
de Pagos Internacionales publicado esta semana estima que después del colapso
de Lehman en 2008, cerca de 50.000 empresas de mercados emergentes como Brasil,
China y Rusia sufrieron pérdidas por u$s 30.000 millones cuando el dólar
repentinamente se valorizó como moneda de refugio. Eso se debió a que las
compañías tenían contratos de derivados –y si bien habían parecido seguros
mientras el dólar estaba débil, inesperadamente produjeron pérdidas después de
la quiebra de Lehman porque nadie había esperado que las monedas fluctuaran tan
salvajemente.
Es una lección sobre las
consecuencias inesperadas en un mundo muy interconectado. Es particularmente
oportuna dado que funcionarios de la Reserva Federal norteamericana esta semana
mencionaron sus planes de ajustar la política monetaria el año próximo –lo cual
a su vez empujó el dólar a su nivel más alto en 17 meses, porque las tasas más
altas hacen que los activos estadounidenses sean más atractivos.
Esto podría fácilmente crear
nuevos shocks. Desde 2008, los bancos centrales occidentales mantuvieron la
política monetaria tan blanda que los inversores globales se devoraban los
activos del mercado emergente en su búsqueda de cualquier cosa que generara
retornos.
Eso llevó a un giro llamativo
pero que pasó mayormente desapercibido, en el ecosistema del crédito: si bien
las compañías en Rusia, Brasil, China e India estaban habituadas a captar
fondos tomando préstamos bancarios, se han inclinado cada vez más por la venta
de bonos a las administradores de activos, señala el Banco Internacional de
Pagos.
Eso crea un riesgo: cuando las
tasas occidentales suben, parte de esos flujos de inversión hacia el mercado
emergente podría dar marcha atrás, creando reacciones en cadena inesperadas. De
hecho, una pequeña versión de eso ocurrió el año pasado, cuando los mercados
fluctuaron fuertemente por la especulación de que la Fed estaba por desactivar
su política monetaria ultrablanda.
Un foco de preocupación es que
esos flujos están ocultos tras una niebla de datos. Si se observan las
estadísticas nacionales sobre emisión de bonos, se ve que las compañías del
mercado emergente emitieron u$s 152.000 millones de deuda nueva el año pasado,
creando un total de u$s 650.000 millones en bonos en circulación.
Sin embargo, los informes de las
empresas de China, Rusia e India indican que los bonos en circulación suman u$s
1,2 billones, y que se vendió deuda por u$s 265.000 millones el año pasado.
La razón de esta dramática
diferencia es que muchas compañías colocaron deuda mediante vehículos offshore,
que son difíciles de seguir. Peor aún, esta tendencia parece ir mano a mano con
el creciente descalce cambiario.
Para algunas empresas –digamos,
los grandes grupos de commodities de Rusia, Sudáfrica y Brasil– ese descalce
importa poco porque ellos tienen fácil acceso a los dólares.
Para otras, una fluctuación del
dólar podría crear grandes riesgos.
Y lo que es peor, la industria de
gestión de activos está altamente concentrada, lo que crea la creciente
tendencia a que los inversores de bonos se muevan en manada. El riesgo,
entonces, está en que una compañía india o china que defaultea un bono pueda
provocar una gran estampida y otras reacciones en cadena.
En un mundo interconectado, los
shocks tienen el horrible hábito de brotar como hongos en los lugares menos
esperados.
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