Mafalda y el pesimismo universal
Deutsche Welle - domingo, 28
de septiembre de 2014
A 50 años del nacimiento de
Mafalda, muchos europeos tienen una percepción equivalente a la de la clase
media argentina de los 60, dice un catedrático alemán que ha estudiado la obra
de Quino.
¿Qué diría hoy Mafalda, al ver el
surgimiento de la milicia terrorista del Estado Islámico, la pugna en el este
de Ucrania o el empecinamiento con que se mantiene en carpeta el conflicto del
Cercano Oriente? Probablemente diagnosticaría que todavía no se ha encontrado
una terapia efectiva para las enfermedades de este planeta. Pero muchos de sus
habitantes la ven precisamente a ella, al menos, como una pincelada de bálsamo
y siguen agradeciéndole a Quino que le haya dado vida hace 50 años
El cincuentenario de Mafalda está
presente en la agenda cultural de muchos países. También en Alemania ha habido
mesas redondas y coloquios dedicados a la historieta. El Dr. Hartmut
Nonnenmacher, profesor de literatura española, hispanoamericana y francesa en
la Universidad de Friburgo en Brisgovia, conversó con DW sobre la magia de
Mafalda.
¿Qué tan universal es el
personaje de Mafalda? ¿Funciona también en Alemania?
Es difícil de decir. Habría que
hacer un estudio empírico, también entre la gente más joven. Yo pregunto
regularmente a mis estudiantes si conocen a Mafalda. Muchos efectivamente la
conocen, pero de los manuales de español que tienen la tira en la versión
original. Son pocos los que la leían ya desde su infancia en la versión
alemana. Las primeras traducciones datan de los años 70 y las últimas, las más
completas, de los 80. Desde entonces, que yo sepa, no se han hecho nuevas
ediciones.
Lógicamente Mafalda funciona
mejor en los países latinoamericanos y en España que en países en los que hay
que traducir las tiras. Hay algunas con juegos de palabras que son difíciles o
imposibles de traducir. Recuerdo el famoso episodio donde Mafalda se encuentra
con Libertad y se asombra de que sea tan pequeña; eso solo funciona en un
idioma en el que Libertad puede ser al mismo tiempo un nombre femenino. Es casi
imposible traducir eso al alemán. Nadie se llama Freiheit.
Pero también en alemán una
tortuga podría llamarse Burocracia…
Sí. Claro que se pierde la
alusión al presidente argentino de la época (Illia), que apodaban La Tortuga,
pero el chiste funciona igual.
¿A qué atribuye el éxito
internacional de Mafalda?
La mayoría de las tiras de
Mafalda no se basa en juegos de palabras, sino que es traducible y por eso ha
tenido éxito en muchos países, no solo en Europa; también hay traducciones al
japonés. Creo que eso obedece también a que muchas de las tiras tratan
temáticas bastante universales, como la emancipación de la mujer o la Guerra
Fría, que era un fenómeno internacional por lo menos en los años 60, 70 y 80.
La temática de cómo está el mundo es un leitmotiv de toda la obra. Siempre el
mensaje es que el mundo va bastante mal. Y ese es un mensaje universal.
Un mensaje que además sigue
siendo bastante actual…
Hay mucho pesimismo en Mafalda.
En los años 60 y 70 en Europa no estaba todavía tan presente ese pesimismo
frente al futuro. Pero a partir de los 80, con la época neoliberal y las
diferencias cada vez mayores entre ricos y pobres, ha crecido también un
pesimismo que hace que hoy en día la sensación vital de muchos europeos
equivalga a la que tenía la clase media argentina de los años 60.
Entonces ¿éste sería el momento
oportuno para Mafalda en Europa?
Hasta cierto punto sí. Hay una
tira que ahora debería funcionar estupendamente, por lo menos en España, que es
un diálogo entre Mafalda y su madre. La madre le ordena hacer determinada cosa
y Mafalda le contesta: no te tengo que obedecer, porque yo soy la presidenta.
Entonces la madre responde: pero yo soy el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
En España hoy en día habría que agregar tal vez a la troika, pero eso está muy
de actualidad.
¿A qué se debe que no haya pasado
de moda este cómic?
Hay aspectos básicos de cómo
funciona el humor. Hay un grupo de amigos y cada uno es un personaje bastante
estereotipado, sobre todo Susanita y Manolito. Además Mafalda tiene esa magia
de ser a la vez algo bastante sencillo y universal, y de poseer también un lado
intelectual, por lo menos en muchas tiras. Es el término medio ideal entre lo
que exige un esfuerzo intelectual y lo entretenido.
¿Es comparable a algunos cómics
europeos?
Si comparamos Mafalda, Ásterix y
Mortadelo y Filemón, que son tres historietas que tuvieron gran éxito en
Europa, la diferencia radica en que Mafalda es la más pesimista y la más
política también. En contraste, en Ásterix tenemos una ligereza total; los
supuestos sometidos siempre vencen a sus opresores sin ningún problema, porque
tienen el brebaje mágico. Si Ásterix irradia optimismo, con Mafalda ocurre más
bien lo contrario.
¿Está vigente el cómic como forma
de expresión, ahora que corren los tiempos de Internet?
En los años 60, después de que la
televisión se impuso como principal medio de entretenimiento, se redujo el
público de los cómics, pero al mismo tiempo la historieta se volvió más
intelectual. Fontanarrosa, de Argentina, es un ejemplo de esa línea. A partir
de ese momento, la historieta tiene más calidad, pero se dirige a un público
más pequeño. Yo diría que justo hoy en día, cuando estamos expuestos a una
cultura totalmente visual y sobre todo a imágenes en movimiento, la historieta
es el medio de expresión ideal para reflexionar sobre el efecto que tiene la
imagen, porque la congela. Además la combina con textos, generalmente. Yo creo
que está completamente vigente y produce obras de gran calidad.
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