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lunes, 21 de enero de 2008

Belleza

La jequesa que exhibe su belleza

Su edad, quizás 49 años, es uno de los misterios de esta mujer que, frente a la tradición árabe, se muestra en todo su esplendor.

Sus formas (y su talonario) la convirtieron en protagonista en Madrid del I Foro de la Alianza de Civilizaciones. ZP no escondió su mirada de admiración hacia la segunda esposa del jeque de Qatar. Sheikha tiene siete hijos

Ni el Rey don Juan Carlos, ni el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, ni siquiera la siempre deslumbrante reina Noor de Jordania. El protagonismo del I Foro de la Alianza de Civilizaciones, celebrado esta semana en Madrid, se lo llevó una hasta ahora desconocida en nuestro país jequesa de Qatar, de nombre Sheikha Mozah Bint Nasser Al-Missned.
Por su belleza, más allá de discusiones, por su generosa oferta al recién creado Foro -Qatar donará 100 millones de dólares para uno de sus proyectos educativos, Silatech- y, sobre todo, por su bien amueblada cabeza, la segunda de las tres esposas del emir catarí causó asombro entre la concurrencia del encuentro.
Pero, para estupor, el que sentían los catarís que, a comienzos de este siglo XXI, veían cómo una de las esposas de su alteza Sheikh Hamad Bin Khalifa Al-Thani, su emir, empezaba a mostrarse a cara descubierta en los medios de comunicación. Se trataba, por supuesto, de Sheikha Mozah, y aquello era, y es, una rareza entre las cónyuges de los dignatarios del Golfo.
La razón es que Sheikha Mozah Bint Nasser Al-Missned, con su continua presencia pública, tanto en el país del petróleo como fuera, forma parte de una exitosa estrategia para poner a Qatar en el mapa y dar de él una imagen moderna. Pero, además, con su apariencia, su actitud, su obsesión por la educación y su labor en algunas instituciones gubernamentales -preside el Consejo Supremo para Asuntos de Familia y es vicepresidenta del de Educación-, ha abierto puertas a las mujeres de su país y se ha convertido, por ende, en un modelo moderno al que tienen derecho a aspirar.
Pero ¿quién es esta hermosa jequesa a quien tan pronto se la ve en su mansión de Surrey (Reino Unido) como discutiendo en alguno de los consejos de la ONU (es enviado especial de la Unesco para la Educación Superior y Básica y miembro del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones) o inaugurando algún centro educativo en Qatar?
Ninguna de sus biografías oficiales, que abundan (su alteza tiene incluso página web), ni las que le dedica la ONU o las organizaciones internacionales que la han premiado, citan detalles personales. En ninguna de ellas aparece, por ejemplo, su fecha de nacimiento, aunque hay quien ha aventurado una que puede no andar desencaminada: 1958. Sí se sabe, en cambio, que nació en el seno de una conocida familia de comerciantes, los Al-Missned, en un palacete de la ciudad de Al-Khor donde pasó sus primeros años.
La casa fue construida por su padre, Nasser bin Abdullah Al-Missed, que falleció el pasado año y quien fue encarcelado en los años 60. ¿Razón? Había osado clamar en público por que se llevaran a cabo ciertas reformas. Tras aquel enfrentamiento con el régimen, la familia de la jequesa dejó Qatar y se instaló en Kuwait y Egipto, donde ella recibió buena parte de su educación, que completó en 1986, ya casada, cuando se graduó en Sociología por la Universidad de Qatar, aun cuando ella soñaba, asegura, con ser médico.
Cuenta la leyenda que las desavenencias de su padre con la familia en el poder hicieron que, el día de su boda, en 1977, Sheikha Mozah no estuviera precisamente alegre. La venganza, sin embargo, es un plato que se sirve frío, y a ella, la deseara o no, se la sirvió en bandeja su marido. En 1995, Sheikh Hamad echó del poder a su propio padre en un golpe incruento y, a partir de esa fecha, permitió y fomentó que su segunda esposa, la favorita, se convirtiese en motor e imagen del cambio liberalizador en su país, una reforma con la que, al fin y al cabo, ya había soñado su padre.
Ese mismo 1995, el nuevo monarca creó la Fundación para la Educación, la Ciencia y el Desarrollo, que ella preside y que en 2003 inauguró el proyecto del que está más orgullosa: la Education City, que reúne en las arenas catarís los campus de varias universidades internacionales, entre otras, la Virginia Commonwealth University, la Texas A&M University y la Carnegie Mellon University (las tres, por cierto, le han otorgado a la dama doctorados de honor).
La Education City es el mayor exponente de lo que Sheikha Mozah se ha empeñado en demostrar al mundo en estos años de vida pública: que se puede aprovechar lo mejor de Occidente sin perder las raíces y la identidad. En palabras del doctor Louay Bahry, profesor de ciencia política en la Universidad de Tennesse y durante un tiempo profesor en la Universidad de Qatar, Sheikha Mozah «se ha convertido en la aproximación más cercana a una primera dama que el Golfo ha conocido nunca». Una primera dama, eso sí, algo peculiar para el canon occidental: casada con un polígamo, le ha dado familia numerosa, en concreto 7 hijos, 5 varones y 2 mujeres (entre ellos, su heredero, que nació en 1980).
A Sheikha Mozah le guían, según su propia página web, los valores tradicionales, y, devota musulmana, comienza cada día con la oración de la mañana. sus apariciones públicas, luce tanto un Dior, un Gautier o un Chanel como una tradicional abaya. Y aunque ella asegure siempre compartir e inspirarse en la visión política de su marido, es una mujer de opiniones propias, a quien la prensa internacional, como hizo recientemente el británico The Times, no duda en contar entre las personalidades más influyentes del Golfo.

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