Los edulcorantes podrían aumentar
el riesgo de diabetes
AFP - septiembre de 2014
Los edulcorantes artificiales,
inventados para reducir el consumo de azúcar y promover una vida sana, podrían
en realidad aumentar el riesgo de diabetes, según un informe cientifíco
publicado este miércoles.
Presentes en las bebidas
gaseosas, en los cereales, en los postres, los edulcorantes artificiales
representan un enorme mercado alimenticio y son muy apreciados por las personas
que siguen una dieta o que tienen problemas con el azúcar.
Algunos expertos recomiendan los
edulcorantes para gente que sufre de diabetes de tipo 2, una enfermedad que ha
alcanzado proporciones epidémicas, y para los que sufren de intolerancia a la
glucosa, un estado prediabético, con niveles de azúcar elevados en la sangre.
Los edulcorantes dejan un gusto
dulce en la boca, y sus moléculas pasan directamente al aparato intestinal sin
ser absorbidos, por ello, a diferencia del azúcar, añaden muy poco aporte
calórico al cuerpo.
Pero los cientifícos que
publicaron su informe en la revista Nature realizaron experimentos con ratones
y grupos de seres humanos y descubrieron que los edulcorantes en realidad
perturban la elaboración y las funciones de las bacterias intestinales, y que
aceleran la intolerancia a la glucosa.
"Los edulcorantes
artificiales fueron introducidos de forma extensa en nuestras dietas con la
intención de reducir la ingestión de calorías y para normalizar los niveles de
glucosa en la sangre sin perjudicar la inclinación humana por el sabor
dulce", explicó la revista.
"Nuestros resultados
sugieren que los edulcorantes quizás hayan contribuido a reforzar exactamente
la misma epidemia que debían en principio combatir" señala el texto.
Los científicos, dirigidos por
Eran Elinav y Eran Segal, del Instituto de Ciencias Weizmann de Israel,
añadieron tres tipos usuales de edulcorantes -aspartamo, sucralosa o sacarina-
al agua de ratones en dosis apropiadas, equivalentes a los niveles máximos que
se recomiendan para los seres humanos.
Esos rodeores desarrollaron
intolerancia a la glucosa, mientras que otro grupo que solo bebió agua, o agua
con azúcar, no sufrieron ese síntoma.
Los investigadores transplantaron
luego heces de esos ratones alimentados con glucosa y edulcorantes a roedores
que no tenían bacterias intestinales.
Los niveles de glucosa en la
sangre de estos últimos animales creció rápidamente.
Luego llevaron a cabo
experiencias similares con un grupo de siete voluntarios que normalmente no
utilizaban edulcorantes. Durante siete días les dieron la dosis máxima
permitida en Estados Unidos. Cinco a siete días después cuatro de los
voluntarios desarrollaron niveles elevados de glucosa y alteraciones en su
flora intestinal.
"Esto exige reevaluar el
consumo actual, masivo, de esas sustancias", pidió Elinav.
Expertos independientes elogiaron
este estudio innovador, pero advirtieron que el grupo de muestra humano era
demasiado pequeño, y que son necesarias más pruebas.
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