El principito Saint-Exupéry ya
tiene quien le dibuje
EFE - domingo, 29 de junio
de 2014
Que somos lo que hacemos es una
constante en la vida de Antoine de Saint-Exupéry, desaparecido en el
Mediterráneo hace 70 años. Una biografía, escrita e ilustrada por el premiado
Peter Sis, "El piloto y el Principito", conecta las vivencias del
aviador y escritor francés con su obra más universal.
Espíritu libre, humanista y gran
aventurero, Saint-Exupéry nació un 29 de junio de hace 114 años. Fue uno de los
pioneros del reparto de correo en avión, creó nuevas rutas aéreas, intentó
batir récords, se estrelló varias veces y ganó premios literarios, pero su gran
legado siempre será "El Principito", un héroe positivo e intemporal.
Con 265 traducciones, 1.300
ediciones y 145 millones de ejemplares vendidos es un auténtico fenómeno
editorial, el libro no religioso más traducido en el mundo, según Ediciones
Gallimard.
Rebosante de valores humanistas,
esta pequeña joya de la literatura condensa vivencias y reflexiones surgidas en
la soledad de las muchas horas de vuelo de Saint-Exupéry, quien tuvo una vida y
una muerte dignas, siempre en consonancia con sus ideas.
Desapareció el 31 de julio de
1944 en el mar Mediterráneo, frente a las costas de Marsella, tras ser
alcanzado por un avión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque otras
versiones apuntan a que pudo sufrir un desvanecimiento por falta de oxigeno.
Publicado por primera vez en
Estados Unidos, el 6 de abril de 1943, en plena contienda bélica, "El
Principito" transmite un mensaje de tolerancia, paz, ecología y amistad
que nunca se agota, y funciona como un cuento filosófico, con varios niveles de
lectura.
Y es que "El
Principito" hace una firme apología sobre la importancia de cuestionar las
cosas, el rechazo a la injusticia, la aceptación del otro por quien es y no por
aquello que representa o la búsqueda continua del contacto con la naturaleza.
Que "lo esencial es
invisible a los ojos" o que "uno es siempre responsable de lo que
domestica" son dos de las frases más conocidas de este relato en el que
también destaca la invitación a conservar el espíritu de la infancia:
"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de
ellas lo recuerdan".
Toda una invitación a recuperar
la esencia de quienes fuimos que recoge como un guante el dibujante, autor y
cineasta nacionalizado estadounidense Peter Sis (Brno, Checoslovaquia, 1949) en
una biografía ilustrada de Saint-Exupéry, que edita en español Sexto Piso, y
que invita a los lectores a pensar en la fusión entre la vida y obra del
aviador y escritor nacido en Lyon en 1900.
Premio Hans Christian Andersen
(máximo reconocimiento mundial de la literatura infantil) en 2012, Sis repasa
de forma pormenorizada los episodios más destacados de la vida y obra del
famoso aventurero, cuya divisa literaria era "escribir solo de lo
vivido", y su lema "creer en los actos y no en las palabras".
Saint-Exupéry plasmó sus
vivencias como piloto comercial en "El aviador"(1926), "Correo
del Sur" (1928) y "Vuelo nocturno" (1931), sus largos periodos
en soledad y en el desierto en "Tierra de hombres" (1939) y sus
reconocimientos aéreos en 1939-1940 en "Piloto de guerra".
También sus meditaciones, en
"Ciudadela" (1948), publicada póstumamente, al igual que "Notas
de juventud" (1953), "Cuadernos" (1953), "Cartas a su
madre" (1955), "Escritos de guerra" (1982), "Manon, la
bailarina" (2007) y "Cartas a lo desconocido" (2008).
Su pasión
"irresistible" por pilotar le acompañó toda la vida. Tercero de cinco
hermanos de una familia de la nobleza, vivió su bautismo en el aire con 12
años, los que podría tener "El Principito", su aparente sencilla
fábula sobre un niño del asteroide B612 que llega a la Tierra, donde mira todo
sin a priori.
Una mirada limpia, desde el
corazón, que Saint-Exupéry compartía con el niño de pelo dorado y bufanda al
aire que inmortalizó con sus acuarelas. Y que tal vez le dio el haber pasado
tantas horas lejos del suelo, en su avión, con miles de estrellas como techo.
Voló por Europa, por la costa del
norte y oeste de África, por Latinoamérica, y lo hizo por trabajo, razones
militares, placer o sed de aventuras. Sufrió dos aparatosos accidentes, en el
desierto de Libia y en Guatemala. Sobrevivió a ambos.
Durante su convalecencia del
segundo, en Nueva York, escribió "El Principito", que dedicó a su
amigo Léon Werth, escondido en la Francia ocupada por los nazis, así como
"Carta a un rehén" (1944).
"Soy de mi infancia como de
un país", decía. Sus recuerdos de aquellos años están presentes en toda su
obra. Fue, pese a todo, afortunado, pues vivió a fondo sus dos pasiones: la
literatura y la aviación. Su estela alimenta la imaginación de legiones de
lectores. Catalina Guerrero
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