El poderoso secreto del vanadio
BBC - sábado, 21 de junio
de 2014
Hawai tiene un problema, el mismo
que el mundo entero probablemente enfrentará en la próxima década. Y la
solución podría ser un metal del que quizás usted nunca haya oído hablar: el
vanadio.
El problema de Hawai es que
"hace mucho Sol", o mejor dicho, que demasiada luz solar está
alimentando su red eléctrica.
Generar energía en ese remoto
estado de Estados Unidos siempre ha sido complicado. No cuenta con depósitos de
combustible fósil propios así que el petróleo y el carbón tienen que llegar en
barcos que atraviesan el Pacífico.
Eso hace que la electricidad sea
muy, muy costosa –más del triple que el promedio en EE.UU.- y es la razón por
la cual el 10% de los residentes de la isla han decidido instalar paneles
solares en el techo de sus hogares. Y cada vez son más.
El problema es que toda esta
nueva electricidad generada por el Sol llega al lugar errado y en el momento
equivocado del día.
El monopolio de electricidad de
Hawai, Heco, teme que partes de la red se puedan sobrecargar a niveles
peligrosos por el exceso de potencia al mediodía, por lo que el año pasado
empezó a negarse a instalar los recientemente adquiridos paneles en las casas de
algunos residentes de ciertas áreas.
Y no sólo es Hawai.
"California tiene un
problema serio", le dice a la BBC Bill Radvak, el gerente canadiense de
American Vanadium, la única compañía de vanadio estadounidense.
"La cantidad de energía
solar con la que se cuenta es verdaderamente increíble pero toda llega al
sistema entre el mediodía y las 4 pm".
Eso no coincide con los períodos
de alta demanda de electricidad, que generalmente ocurren al final de la tarde
y en la noche, cuando la gente vuelve a casa, prende las luces, la calefacción,
el aire acondicionado, prepara la cena, etc.
Lo que California y Hawai
necesitan es la manera de almacenar esa energía durante unas horas de cada
tarde hasta que la requieran.
Y Radvak piensa que tiene la
solución: una solución electroquímica que aprovecha las propiedades especiales
del vanadio.
Para reforzar al acero
Cuando la compañía de Radvak
decidió reabrir una antigua mina de vanadio en Nevada en 2006, las redes
eléctricas eran lo último que tenía en mente.
En esa época, el vanadio era para
la industria del acero, pues apenas con un 0,15% de vanadio en la mezcla se
crea una excepcionalmente fuerte aleación.
"A las plantas de acero les
fascina", señala Radvak. "Toman una barra de vanadio y se la añaden.
El resultado es que pueden tener la misma fortaleza del acero pero usando 30%
menos".
Además hace que las herramientas
sean más resistentes. Si el nombre del vanadio le es vagamente familiar, es
posible que sea porque lo ha visto grabado en alguna de ellas.
Y, como el acero con vanadio
mantiene su dureza a altas temperaturas, se utiliza en perforadoras, sierras
circulares, turbinas de motores y otras partes móviles que generan mucho calor.
Es por ello que la industria del
acero representa alrededor del 90% de la demanda del vanadio.
El filo de las cimitarras
Las propiedades de aleación del
vanadio han sido conocidas por más de un siglo. Henry Ford las aprovechó en
1908 para hacer la carrocería de su Modelo T más fuerte y livana.
Por las mismas razones, y también
por su resistencia al calor, fue usado para hacer piezas de artillería
portátiles y armaduras en la Primera Guerra Mundial.
Pero la historia del uso del
vanadio podría remontarse a la antigüedad. La humanidad parece haber explotado
el metal desde el siglo III aC sin saberlo.
Fue entonces que se empezó a
fabricar el "acero de Damasco".
Se decía que las espadas hechas
de ese acero eran tan filosas que podían cortar un pelo si caía sobre ellas.
Las cimitarras de acero de Damasco
les dieron una ventaja a los guerreros musulmanes que luchaban contra los
cruzados.
Muestras tomadas de un puñado de
antigüedades contienen cantidades diminutas de impurezas, entre ellas vanadio.
No obstante, esta tradición de
milenaria en la producción de acero desapareció a mediados del siglo XVIII. Los
depósitos de hierro rico en vanadio del sur de India, con los que se hacía el
acero, se agotaron, o eso al menos es lo que dice una teoría.
Descubierto dos veces
Hoy en día, el vanadio se usa principalmente
en el acero para hacer estructuras como puentes y en las barras de refuerzo del
concreto.
Es un mercado pequeño y a veces
volátil. China, Rusia y Sudáfrica dominan la oferta, pues se extrae más que
todo como un subproducto útil de la escoria del mineral de hierro u otros
procesos de la minería.
Al vanadio un sueco le dio el nombre de la
diosa nórdica de la belleza.
China –que está en medio del boom
más largo y grande de construcción de la historia- también domina la demanda.
Pero la fuente más grande de
demanda futura podría no tener nada que ver con el acero y es posible que
aproveche más bien la inusual naturaleza electroquímica del vanadio.
"El vanadio fue descubierto
dos veces, y una de esa veces lo descubrió el químico sueco Nils Sefstrom,
quien le dio el nombre de la diosa nórdica de la la belleza, Vanadis", le
cuenta a la BBC el químico italiano Andrea Sella, de la University College
London.
Para explicar la razón, Sella
produce un termo con un líquido amarillo que fácilmente podría confundirse con
otra cosa.
Explica que es una solución de
vanadio "oxidado" en ácido sulfúrico, es decir que se le ha quitado
sus cinco electrones de valencia.
Luego le añade un brillante trozo
de una amalgama de zinc y mercurio y empieza a agitar el brebaje violentamente.
La solución se torna verde y
luego, gradualmente, azul. "Y si la seguimos agitando por otros minutos,
eventualmente será de color violeta".
"El zinc nos permite
volverle a poner electrones al vanadio", explica Sella. Cada cambio de
color representa el paso de un electrón.
"La facilidad con la que se
le pueden dar y quitar electrones al vanadio es la base de una batería muy, muy
estable".
Guardar cuando no cuesta tanto
Ciertamente, las baterías de
flujo de vanadio son muy estables. Pueden descargarse y recargarse 20.000 veces
sin que pierdan poder y se piensa que duran décadas (no se han usado por el
tiempo suficiente para demostrarlo en la práctica).
Pero también pueden ser enormes y
–en mucha medida debido al contenido de vanadio- costosas. La más pequeña de
las baterías que American Vanadium está produciendo en sociedad con la firma
alemana de ingeniería Gildemeister ocupa el espacio suficiente como para
estacionar un auto y cuesta US$100.000.
American Vanadium provee el
ingrediente clave de esas baterías, el electrolito (el fluido de la batería).
Se trata de la misma solución
líquida que usó Sella para su demostración y –convenientemente- es un
subproducto del proceso estándar del uso de ácido sulfúrico para extraer el
vanadio de su mineral.
Radvak dice que entre sus
posibles clientes están las grandes corporaciones que consumen mucha energía,
como la Autoridad de Transporte Metropolitano que se encarga del metro de Nueva
York y con la que su compañía ya firmó un acuerdo piloto para suministrarle
este tipo de baterías.
Esas firmas pagan cada vez más
por la electricidad que usan en los horarios más ajetreados, y Radvak asegura
que pueden reducir las cuentas en un 25% si usan una batería para extraer la
electricidad que necesitan durante la noche, cuando es más barata.
Al allanar la demanda de manera
en que haya menos diferencia entre las horas de más y menos uso, también ayuda
a las firmas de electricidad.
Uno de los gastos más altos que
tienen es la inversión en la capacidad extra que sólo es necesaria durante unas
pocas horas al año, cuando el clima, las vacaciones o el momento del día
conspiran para producir picos de demanda.
Pilas para Hawai
Ese reto de balancear el
suministro y la demanda de electricidad será aún más difícil a medida que se
extiende el uso de energías alternativas.
Lo que nos trae de vuelta a
Hawai.
Los paneles solares en los techos
no sólo producen electricidad en el momento "incorrecto" del día,
sino que la producen en voltajes bajos que, según el empresario alemán de
energía renovable Alexander Voigt, implica que sólo se puede usar a nivel de
comunidad local.
"Nuestra red de electricidad
tradicional está construida de manera que la energía fluye de voltaje alto a
bajo y no viceversa", explica.
Eso significa que la energía
solar sólo puede ser compartida entre unos pocos hogares -típicamente una aldea
o un barrio en una ciudad- que comparte la misma estación de energía la cual
los conecta a la red nacional.
Voigt ayudó a instalar la
compañía de baterías de vanadio que luego compró Gildemeister. Él vislumbra un
futuro en el que habrá baterías al lado de los transformadores, que almacenarán
el excedente de energía solar de cada comunidad durante el día y lo
suministrarán por la noche.
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