La fortuna de los Borbones, el
mayor secreto de Estado
LaNacion - junio de 2014
El 23 de diciembre de 2004, Juan
Carlos de Borbón le prestó a su hija Cristina 1,2 millones de euros sin
intereses para ayudarla a comprar un palacete en Barcelona. El dato salió a la
luz nueve años después, en la investigación contra la infanta y su esposo,
Iñaki Urdangarin, por el fraude del Instituto Nóos.
Más allá de su valor como prueba
judicial, esa revelación aportó una novedad única: por primera vez se conocía
información concreta y certificada sobre una operación financiera del rey.
Fue una pieza aislada del
rompecabezas. No hay secreto de Estado mejor guardado en España que la fortuna
de Juan Carlos de Borbón y de su hijo, el nuevo rey Felipe VI .
¿Son nobles que viven rodeados de
lujos a costa del presupuesto del Estado o unos magnates que esconden un
patrimonio personal astronómico, digno de los grandes multimillonarios del
planeta?
La absoluta opacidad sobre los
bienes de la familia Borbón impide conocer la respuesta y alimenta versiones
escandalosas. La revista Forbes solía colocar a Juan Carlos en la lista de las
mayores fortunas europeas: llegó a atribuirle 1700 millones de euros. El
especialista belga en presupuestos de las casas reales Herman Matthijs elaboró
un informe en 2012 -muy difundido- que elevó esa cifra a 1900 millones.
La Casa Real siempre calla. A
pesar de que la popularidad de Juan Carlos I entró en un tobogán empinado a
partir del caso Nóos y de papelones personales como sus cacerías VIP en África,
los intentos por recuperar la imagen de la monarquía jamás incluyeron echar luz
sobre los bienes de los Borbón.
Los reyes de España no están
obligados a presentar una declaración patrimonial al asumir el trono ni al
abdicar. El monarca en ejercicio cuenta con una protección constitucional que
impide abrir investigación alguna sobre su persona. A Juan Carlos I el gobierno
busca blindarlo de denuncias o pesquisas indiscretas con una ley que le
otorgará fueros extraordinarios.
Felipe VI juró la semana pasada
con la promesa de actuar con "honestidad y transparencia", pero por
el momento no dio indicios de que romperá con el tabú sobre la fortuna
familiar.
El mayor gesto del Palacio de la
Zarzuela para atenuar el secretismo financiero de la Corona ocurrió el año
pasado, cuando decidió publicar cómo distribuye el rey la partida
presupuestaria que le otorga el Parlamento para gestionar su casa.
Se supo entonces que de los 7,7 millones
de euros girados en 2013, el rey se asignaba para sí 292.752 euros brutos, de
los cuales una mitad es sueldo y la otra, gastos de representación. El salario
de un ejecutivo medio en una gran empresa.
Aun así, se desconoce cuánto se
gasta en seguridad, en viajes al exterior, autos oficiales y otros rubros
relacionados con el mantenimiento de la monarquía y que salen del presupuesto
de distintos ministerios.
La Casa Real se vio forzada
también el año pasado a dar explicaciones sobre la herencia que recibió Juan
Carlos I de su padre. El diario El Mundo publicó que Don Juan de Borbón había
dejado a sus tres hijos al morir, en 1993, unos seis millones de euros en
inmuebles y en dinero depositado en bancos suizos.
¿Había mantenido Juan Carlos
cuentas en Suiza siendo el rey de España en ejercicio? Ante la amenaza de otro
escándalo, la Zarzuela prometió una respuesta. Se tomó tres meses para informar
que esos fondos "nunca fueron transferidos a España" y que Juan
Carlos I "no tiene en estos momentos" ninguna cuenta en el
extranjero.
La revelación de esos datos
desmontó el mito de que Don Juan había muerto en la pobreza después de conducir
la Casa Real en el exilio durante el franquismo. El periodista José María
Zavala, autor del libro El patrimonio de los Borbones, sostiene que el padre de
Juan Carlos heredó a su vez de Alfonso XIII (y administró en adelante) una
fortuna equivalente a 145 millones de euros actuales.
Políticos republicanos añaden
denuncias escandalosas -sin pruebas a la vista- sobre supuestas comisiones
cobradas por sus gestiones como impulsor de los negocios de las multinacionales
españolas. Su relación con la lobbista alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein
regó las suspicacias.
En sectores monárquicos y en el
gobierno señalan que los cálculos sobre la fortuna son fantasiosos. Y que
muchas veces se les atribuyen a los reyes la propiedad de bienes que son del
Estado, como los palacios y sitios reales. También aclaran que los regalos
oficiales que recibió el rey emérito durante los casi 39 años en el trono no le
pertenecen. El ejemplo más conocido es el lujoso yate Fortuna, a bordo del cual
salió retratado durante años en las tapas de las revistas del corazón. Por
orden de la Casa Real, el Estado lo devolvió en 2013 a los empresarios de las
Islas Baleares que lo habían comprado para disfrute del monarca en sus veranos
en el Mediterráneo.
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