Secretos de la erótica medieval
sin clichés
EFE - domingo, 22 de junio
de 2014
Las costumbres amatorias de la
Edad Media se presentan bajo un enfoque inédito en una exposición en París que
busca derribar estereotipos de la sexualidad medieval como la generalización
del cinturón de castidad o de los matrimonios precoces.
"L'amour courtois"
("El amor cortés"), que puede visitarse hasta el próximo 9 de
noviembre en la Torre Jean Sans Peur, consiste en un conjunto de ilustraciones
de manuscritos medievales acompañadas de textos orientados a arrojar luz sobre
la práctica del sexo en esa época.
Se trata, según la responsable de
comunicación, Agnès Lavoye-Nbeoui, de "un período de la Historia muy
desconocido por su larga extensión", sobre el que "todas las ideas
negativas que tenemos, como la falta de higiene o el cinturón de castidad, son
más propias del Renacimiento".
Entre ellas, la de los
matrimonios precoces, puesto que los hombres medievales, a excepción de los
reyes, se casaban tarde porque resultaba complicado reunir la dote necesaria
para pagar la boda.
La Iglesia consentía además
ciertas prácticas sexuales ahora censuradas, como la prostitución femenina,
porque, según refleja la muestra, se consideraba un oficio de salubridad
pública y una importante actividad económica.
En la Edad Media, entre los
siglos V y XV, hubo "períodos más liberales de lo que se cree", en los
que se cuestionaba el celibato eclesiástico y cerca de un 30 por ciento de los
sacerdotes vivía en concubinato, asevera a EFE Lavoye-Nbeoui.
Aunque es cierto que la doctrina
religiosa no siempre fue permisiva y marcó reglas como la prohibición del sexo
durante dos tercios del año por respeto al calendario católico, fue a raíz de
la expansión del protestantismo de Martín Lutero, en el siglo XVI, cuando
"comenzó a imponer una doctrina más rígida para combatirlo".
La única posición sexual
permitida era la "natural", en la que el esposo se extendía sobre su
mujer con el único objetivo de procrear, y los clérigos tenían la obligación de
instruirse en todas las posturas conocidas para poder imponer las penitencias.
El adulterio, aunque era un
pecado reconocido, solo se condenaba cuando lo cometía una mujer, a las que se
solía sancionar con el pago de una multa, mientras que sobre el hombre adúltero
no caían reprimendas porque su error era visto como una falta "espiritual".
El reflejo ilustrado de esas
costumbres se realizaba de forma recurrente a través de símbolos y metáforas,
en las que abundan las representaciones de los atributos masculinos como
pájaros o elementos de charcutería y de los senos femeninos con porciones de
queso tierno y blanco.
Estos símbolos "son muy
sutiles, pero al mismo tiempo muy directos", señala Lavoye-Nbeoui, porque
basculan entre los principios del etéreo "amor cortés" y
representaciones "mucho más directas y sorprendentes en las que se plasman
los órganos sexuales".
La historiadora Danièle
Alexandre-Bidon, comisaria encargada de seleccionar las imágenes de la muestra,
escogió muchas de las ilustraciones presentes en el libro del siglo XIV
"Decamerón" del italiano Giovanni Bocaccio, que narra algunas
historias de adulterio femenino.
Escenas como la de "Ménage à
trois", tomada de esta obra maestra medieval, en la que dos mujeres
desnudas yacen en una cama junto a un hombre vestido y plasman que la realidad
de la relación amorosa en la Edad Media distaba del púdico "amor
cortés".
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