1,000 cruzeiros de Brasil, 1990
Forbes - junio de 2014
Este billete de Brasil cuenta una
historia de aventuras, viaja por las profundidades del Amazonas y homenajea a
un personaje que protegió las culturas originales de la nación sudamericana.
Pero además recuerda la locura inflacionaria que vivió el país en los noventa.
En 1990, Brasil dejó de usar el
“cruzeiro novo”, una moneda temporal que le quitó 3 décimas a las cantidades, y
su divisa volvió a llamarse simplemente “cruzeiro”. Sin embargo, la inflación
no se detuvo, y para 1993 ya se estaban imprimiendo billetes de 500,000
cruzeiros. El gobierno volvió a quitar 3 ceros y surgió el “cruzeiro real”, que
en 11 meses tuvo una inflación de 3,700%, así que tuvo que inventarse otra
moneda, y en 1994 nació el real, que se sigue usando. En medio de toda esa
aventura inflacionaria, Brasil imprimió decenas de billetes diferentes, que
ocuparon no sólo a sus figuras históricas, sino a sus escritores, músicos,
poetas y hasta al piloto Ayrton Senna, cuya imagen fue acuñada en una moneda
conmemorativa.
Los 1,000 cruzeiros de 1990 son
un vistoso billete que lleva en el anverso al mariscal Cándido Rondón, un
militar que exploró la región de Mato Grosso y la Amazonia occidental. Era
descendiente de la etnia indígena bororo y logró la pacificación del gobierno
con este grupo étnico. Con la ayuda indígena, el país pudo terminar la primera
línea telegráfica que atravesó 4,000 kilómetros de selva. Esta proeza está grabada
al frente del billete, donde se ve un mapa del Amazonas y un grabado de un
poste telegráfico, además de un telégrafo antiguo al lado derecho.
Rondón hizo una expedición
científica por el río de la Duda acompañado del presidente de Estados Unidos Theodore
Roosevelt, con quien compartía el amor por la naturaleza. De hecho, ambos
personajes fueron los creadores de los primeros parques nacionales en sus
respectivos países. Cándido Rondón protegió a los pueblos indígenas creando la
Oficina Brasileña de Protección del Indio y sigue siendo respetado por los
numerosos pueblos originarios del país amazónico.
En el reverso, la pieza muestra a
dos mujeres karajá, con sus caras pintadas para celebrar la llegada a la
pubertad. La pintura se llama “omarura” y se traza con un diente de pez del río
Amazonas, similar a los grabados en el billete. En la franja debajo de la
leyenda “Mil cruzeiros” se aprecian figurillas de barro; son muñecas karajá,
realizadas por las niñas de la tribu. A la derecha de las dos chicas hay una
choza de los nambikwara, un grupo contactado y estudiado por Rondón, del que
actualmente sólo quedan unos 1,000 individuos.
Un billete de 1,000 cruzeiros
podía comprar muy poco en los años noventa. Se devaluó tan rápidamente que
apenas si servía para un paquete de chicles o un pasaje de autobús. Sin embargo
es una pieza de gran belleza gráfica que cuenta un interesante episodio en la
historia de la multiculturalidad de Brasil y que demuestra que en la
numismática las monedas y billetes valen más por lo que cuentan.
“El billete expuesto está fuera
de circulación y es usado con fines educativos, bajo la tradición del
coleccionismo numismático, que ve al dinero como un objeto cultural para
explorar nuestro mundo.”
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