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jueves, 19 de junio de 2014

moneda

1,000 cruzeiros de Brasil, 1990


Forbes - ‎‎junio‎ de ‎2014
Este billete de Brasil cuenta una historia de aventuras, viaja por las profundidades del Amazonas y homenajea a un personaje que protegió las culturas originales de la nación sudamericana. Pero además recuerda la locura inflacionaria que vivió el país en los noventa.

En 1990, Brasil dejó de usar el “cruzeiro novo”, una moneda temporal que le quitó 3 décimas a las cantidades, y su divisa volvió a llamarse simplemente “cruzeiro”. Sin embargo, la inflación no se detuvo, y para 1993 ya se estaban imprimiendo billetes de 500,000 cruzeiros. El gobierno volvió a quitar 3 ceros y surgió el “cruzeiro real”, que en 11 meses tuvo una inflación de 3,700%, así que tuvo que inventarse otra moneda, y en 1994 nació el real, que se sigue usando. En medio de toda esa aventura inflacionaria, Brasil imprimió decenas de billetes diferentes, que ocuparon no sólo a sus figuras históricas, sino a sus escritores, músicos, poetas y hasta al piloto Ayrton Senna, cuya imagen fue acuñada en una moneda conmemorativa.

Los 1,000 cruzeiros de 1990 son un vistoso billete que lleva en el anverso al mariscal Cándido Rondón, un militar que exploró la región de Mato Grosso y la Amazonia occidental. Era descendiente de la etnia indígena bororo y logró la pacificación del gobierno con este grupo étnico. Con la ayuda indígena, el país pudo terminar la primera línea telegráfica que atravesó 4,000 kilómetros de selva. Esta proeza está grabada al frente del billete, donde se ve un mapa del Amazonas y un grabado de un poste telegráfico, además de un telégrafo antiguo al lado derecho.

Rondón hizo una expedición científica por el río de la Duda acompañado del presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt, con quien compartía el amor por la naturaleza. De hecho, ambos personajes fueron los creadores de los primeros parques nacionales en sus respectivos países. Cándido Rondón protegió a los pueblos indígenas creando la Oficina Brasileña de Protección del Indio y sigue siendo respetado por los numerosos pueblos originarios del país amazónico.

En el reverso, la pieza muestra a dos mujeres karajá, con sus caras pintadas para celebrar la llegada a la pubertad. La pintura se llama “omarura” y se traza con un diente de pez del río Amazonas, similar a los grabados en el billete. En la franja debajo de la leyenda “Mil cruzeiros” se aprecian figurillas de barro; son muñecas karajá, realizadas por las niñas de la tribu. A la derecha de las dos chicas hay una choza de los nambikwara, un grupo contactado y estudiado por Rondón, del que actualmente sólo quedan unos 1,000 individuos.

Un billete de 1,000 cruzeiros podía comprar muy poco en los años noventa. Se devaluó tan rápidamente que apenas si servía para un paquete de chicles o un pasaje de autobús. Sin embargo es una pieza de gran belleza gráfica que cuenta un interesante episodio en la historia de la multiculturalidad de Brasil y que demuestra que en la numismática las monedas y billetes valen más por lo que cuentan.


“El billete expuesto está fuera de circulación y es usado con fines educativos, bajo la tradición del coleccionismo numismático, que ve al dinero como un objeto cultural para explorar nuestro mundo.”

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