Un mundo turbulento: las diez
guerras que hacen de 2014 un año peligroso
La Nación - domingo, 3 de
agosto de 2014
A cien años del inicio de la Gran
Guerra, los paralelismos del mundo actual con aquella época inquietan:
proliferan ideologías extremistas, furias nacionalistas y ambiciones
imperialistas. "La Primera Guerra Mundial puso fin a cuatro imperios,
reconfiguró el mapa de Medio Oriente, dio pie a la revolución bolchevique y,
eventualmente, a la Gran Depresión, Adolf Hitler y la Segunda Guerra Mundial.
Aún vivimos en las sombras de ese gran desastre. Varias de las regiones en
crisis de aquel entonces también lo están ahora", dijo a la nacion el
economista Jeffrey D. Sachs, asesor especial del secretario general de las
Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Aunque no existe ninguna guerra
activa declarada oficialmente entre diferentes Estados, el mundo es testigo de
al menos diez grandes conflictos armados que dan cuenta de una realidad: que al
igual que 100 años atrás, el orden internacional vigente se despedaza.
En una suerte de reacción tardía
al derrumbe de la Unión Soviética, una revanchista Rusia anexa Crimea y la
violencia estalla en Ucrania. En Irak, el sectarismo vuelve a resurgir y
estrecha lazos con sus respectivas cofradías en la región. La Franja de Gaza,
una vez más, sangra y arde. La cruenta guerra civil en Siria lleva más de tres
años sin tregua. La violencia en Libia hunde al país en el más absoluto caos.
Según los analistas, la ruptura
del orden internacional es causa directa de esas agitaciones que irrumpen, cada
vez con más violencia, en diversos rincones del mundo, y que son incapaces de
apagarse sin un ejército de diplomáticos. Pero mientras que las zonas calientes
se multiplican, nadie, empezando por Estados Unidos, parece dispuesto a
apuntalar una estructura global.
En los últimos seis años, el
mundo se volvió menos pacífico. Los conflictos en Irak, Siria, Afganistán,
Sudán y República Centroafricana, en particular, ayudaron a lastrar el Índice
de Paz Mundial anual que ofrece el Instituto para la Economía y la Paz.
Sin embargo, si bien resulta
fácil para muchos -especialmente para los halcones republicanos- vincular el
reciente estallido de conflictos al repliegue norteamericano durante la
administración de Barack Obama, reacia a ocupar el rol de sheriff del mundo, no
es una asociación del todo correcta, según muchos analistas.
Es, en todo caso, tan errónea
como culpar a la administración de George W. Bush, que sobrerreaccionó en más
de una oportunidad, de todos los focos actuales de inestabilidad mundial.
Ian Bremmer, presidente del grupo
Eurasia, creó el término "mundo G-0", para explicar el orden global
en el que vivimos. "Estamos en un mundo en el que ningún país o grupo de
países quiere o puede asumir un liderazgo mundial y marcar la agenda
internacional", dijo recientemente a la nacion.
Ni quiere, ni puede. Bush, en un
mundo unipolar, parecía elegir sus guerras. Obama ya no puede darse ese lujo.
Hoy rige el multilateralismo, que convive codo a codo con el ascenso de poderes
regionales, que insisten en delimitar esferas de influencia, y el colapso del
viejo y autoritario orden en Medio Oriente.
Esta nueva estructura, en el
mundo interconectado actual, no deja ningún país al margen. Y mientras los
desafíos al orden internacional queden impunes, los conflictos arderán con más
fuerza y duración, mucho más que un verano europeo.
Este país, que como muchas ex
repúblicas soviéticas lleva años tironeado por Rusia y la Unión Europea (UE),
comenzó a dividirse por sus costuras en noviembre pasado, cuando el gobierno de
Viktor Yanukovich se negó a firmar el Acuerdo de Asociación con la UE. Ese
rechazo desencadenó una ola de protestas, que finalizó el 22 de febrero, con la
destitución de Yanukovich y la convocatoria a elecciones anticipadas para mayo.
Varias áreas del Este y el Sur no reconocieron la legitimidad del gobierno de
Kiev y reivindicaron la federalización del país.
El conflicto israelí-palestino tiene
raíces profundas. Pero el último capítulo de lo que muchos consideran una
historia sin fin se desató a fines de junio, tras el secuestro y asesinato de
tres jóvenes israelíes, y la posterior muerte de un adolescente palestino.
Tras ello, Israel y Hamas se
enfrentaron brutalmente. En respuesta al lanzamiento de cohetes desde la Franja
de Gaza, y amparado en su "derecho a defenderse", el gobierno del
primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lanzó el 7 de julio la operación
Barrera Protectora, cuyo principal objetivo es la destrucción de los túneles
que utiliza Hamas para ingresar y atacar a Israel.
La milicia, por su parte, exige
para un alto el fuego permanente el fin del bloqueo israelí, que rige desde
2007, cuando Hamas se hizo del control de la Franja. La ronda actual de
combates entre Hamas e Israel se detendrá algún día. Pero, por ahora, la
comunidad internacional ha sido incapaz de forzar una tregua prolongada, y la
muerte, el caos y destrucción arrecian con el paso de las horas.
Tres años después de la caída de
Muammar Khadafy, Libia se encamina hacia una nueva guerra civil, a raíz de
violentos enfrentamientos entre milicias rivales que se pelean por la
influencia política y regional que dejó el excéntrico dictador. Fruto de las
diferencias políticas, étnicas y territoriales que existen en el país, la caída
de Libia en el caos y el desgobierno fue progresiva desde las elecciones
parlamentarias de julio de 2012.
Estos desencuentros provocaron el
bloqueo de la transición democrática y la paralización de la reconstrucción de
las instituciones del país. Las autoridades reconocieron más de una vez su
incapacidad de integrar a las milicias surgidas en el levantamiento de 2011 en
las fuerzas de seguridad, que aún son la ley en las calles. La situación se
agravó en las últimas dos semanas, cuando milicias islamistas de la ciudad de
Misurata lanzaron un ataque contra el aeropuerto internacional de Trípoli, bajo
el control de una milicia rival de la localidad de Zintan. Ante la escalada de
violencia, varios países evacuaron a su personal diplomático.
Pero aprovechando el caos y el
vacío político, dos grupos radicales islámicos se hicieron del control del
territorio tuareg, desplazaron a los "hombres azules" e impusieron la
ley islámica a la población. En enero del año pasado, el avance de los
jihadistas finalmente provocó la intervención militar francesa, que logró su
repliegue. En agosto de 2013, Ibrahim Bubakar Keita ganó las elecciones
presidenciales. Pero los enfrentamientos y los atentados aún continúan.
Al igual que otras ex colonias
europeas en África, esta nación apenas conoció un momento de estabilidad
política desde su independencia. Su última crisis se desató a fines de 2012,
cuando la coalición de fuerzas rebeldes musulmanas Seleka tomó varios pueblos
del Noroeste, aduciendo que el entonces presidente François Bozize no había
respetado los acuerdos de paz firmados en 2007. La revuelta provocó la huida de
Bozize y el envío de militares franceses y de una misión de paz de la ONU. El
líder de la coalición rebelde, Michel Djotodia, asumió el poder, pero renunció
en enero pasado, ante la imparable oleada de violencia interconfesional entre
cristianos y musulmanes.
El conflicto que para muchos
norteamericanos sería "un paseo por las montañas" se convirtió en la
guerra más larga en la que ha participado Estados Unidos y en una verdadera
pesadilla para Washington. En octubre próximo se cumplirán 13 años de la
invasión posterior al 11 de Septiembre, y la victoria militar aliada sobre la
resistencia de los talibanes aún es una quimera.
En 2011, con el anuncio de la
Casa Blanca de un retiro de tropas que finalizaría en diciembre próximo, los
insurgentes y el gobierno afgano iniciaron negociaciones secretas para alcanzar
la paz, pero fracasaron. Tras negarse a participar de los comicios generales de
abril pasado, los talibanes iniciaron una ofensiva en mayo. Todo parece indicar
que el último soldado en retirarse dejará un gobierno débil y una insurgencia
revitalizada, el escenario ideal para una nueva guerra civil.
En una vertiginosa arremetida,
los milicianos se hicieron del control de Mosul y empezaron a avanzar hacia la
capital, ante la desbandada del ejército iraquí y la perplejidad del gobierno
chiita de Bagdad. La ofensiva ocurrió poco después de que los jihadistas se
hubieran hecho de buena parte del nordeste de Siria, y, días más tarde,
anunciaron la instauración de un califato islámico en los territorios que controlan
en ambos países. Desde entonces, el mayor riesgo es que los enfrentamientos
entre sunnitas y chiitas en Irak hagan metástasis hasta convertirse en una sola
guerra en la región.
El Estado más joven del mundo no
nació con buena estrella. El país logró su independencia en 2011, como
resultado de un proceso que comenzó con el acuerdo de paz de 2005, que puso fin
a una de las guerras civiles más largas del siglo XX.
En marzo de 2011, la
"primavera árabe" finalmente floreció en Siria y muchos creyeron que la
caída del presidente Bashar al-Assad sería cuestión de tiempo. Las protestas
contra el régimen del joven "león de Damasco", sin embargo, fueron
duramente reprimidas y pronto dieron pie a una cruenta guerra civil, que ya
lleva más de tres años y dejó más de 170.000 muertos.
A lo largo del conflicto, la
oposición, respaldada tibiamente por Occidente, se fue despedazando en varios
grupos, que abarcan desde rebeldes moderados hasta militantes islamistas
extremos. Y Al-Assad, que cuenta con el apoyo de Rusia e Irán, y el respaldo de
un poderoso y leal ejército, fue reelegido el 3 de junio en unas elecciones que
Occidente y la oposición calificaron de "farsa". Actualmente, el
gobierno controla el 40% del territorio del país, y al 60% de la población.
Hubo un tiempo en que Somalia fue
una nación. Pero pocos de sus ciudadanos lo recuerdan. Desde 1991, el país
sobrevive sin un gobierno estable y es testigo de una guerra de todos contra
todos para llenar el vacío de poder que dejó el derrocamiento del dictador Mohammed
Siad Barre. En 2004, diferentes facciones llegaron a un acuerdo para conformar
un gobierno de transición y unificar al país, y en 2012 se aprobó una nueva
Constitución provisional. Pero, a pesar de los tímidos avances políticos de los
últimos años, Somalia sigue inmersa en un conflicto armado. Actualmente, el
grupo más poderoso es la milicia islamista Al-Shabbab, que en 2012 anunció su
unión a Al-Qaeda. El grupo controla más territorio que el propio gobierno, que
subsiste gracias al apoyo internacional, y busca instaurar un Estado islámico
de tipo wahabi en el país.
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