Planean cambios en el golf para
convertirlo en un deporte popular
El Cronista - agosto de 2014
En el Abierto Británico de Golf
que se jugó en la cancha Hoylake del Royal Liverpool Golf Club el mes pasado,
Tiger Woods estaba un poco molesto. Había "muchas cámaras", aseguró
el fenomenal golfista después de terminar su primera vuelta con 69 golpes, tres
bajo par. Woods en algunas ocasiones tuvo que detener sus movimientos para
pegar la pelota porque no podría concentrarse por la cantidad de espectadores
que usaban sus celulares alrededor de la cancha. “Sólo póngalos en modo
silencioso”, pidió.
Woods y los demás jugadores
tuvieron que lidiar con la decisión de los organizadores, el Royal &
Ancient Golf Club, de instalar WiFi en toda la cancha para mejorar la
experiencia de los espectadores.
Mientras los fanáticos del golf
caminan por la cancha para ver de cerca a los jugadores, también pueden seguir
la cobertura televisiva del torneo- y se alienta a que lo hagan- mediante sus
dispositivos móviles.
Para una organización tan seria
como R&A, es una refrescante innovación. Por fin, pone el interés de los
espectadores por delante de los jugadores. Pero esos cambios no se ven con
suficiente frecuencia, aseguran muchas de las personas preocupadas por el
futuro del golf.
“El deporte no está creciendo”,
aseguró Marc Player, que dirige varios negocios relacionados con el golf y es
hijo del golfista sudafricano Gary Player.
El golf está en un momento de
introspección, pese a que recibe varios vientos favorables. Los jugadores como
Woods y el norirlandés Rory McIlroy, el ganador del Abierto Británico en julio
y del PGA norteamericano este mes, son muy buscados por los medios. Los
golfistas de élite ganan mucho dinero, tanto los jugadores como los torneos tienen
un sólido grupo de auspiciantes, las cifras de audiencia son razonablemente
seguras y los ingresos por derechos de televisión están creciendo.
Hay mercados nuevos para
explotar, particularmente en Asia, y el deporte espera con ansias recuperar en
2016 su lugar como deporte olímpico.
La pregunta entonces es porqué el
deporte siente esa inseguridad. Por un lado, la participación del golf -que se
vio muy afectada por la recesión- sigue cayendo en varios mercados maduros,
especialmente Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda. Eso está perjudicando a
varias canchas y fabricantes de equipos.
Por el otro, el golf mantiene con
rigidez sus tradiciones, lo cual exacerba la caída del interés por el deporte.
Hace muchos años que se percibe
al golf como una actividad para hombres blancos de mediana edad y clase media.
Habría que esforzarse por eliminar las actitudes discriminatorias, ya sea en
términos de género, raza o clase social, y hacer que el deporte sea más
accesible a gente con menos dinero y tiempo.
Si el establishment del golf
reconociera esto y actuara en consecuencia, la preocupación en torno al deporte
sería menor. “Todos sabemos cuáles son los problemas del golf: es muy caro y
lleva demasiado tiempo jugarlo”, aseguró Marc Player. El golf no está de moda.
Pero ¿cuáles son las soluciones?
La falta de respuesta se debe en
parte a la gran cantidad de organizaciones responsables de conducir diferentes
partes del juego. Hay organismos deportivos independientes que se encargan de
los torneos majors, las giras regionales, la revisión de normas del juego, las
canchas y del deporte amateur y femenino.
Otros deportes tienen estructuras
piramidales más coherentes. El poder y la autoridad en el tenis recaen sobre
los jugadores. El golf está conducido por una serie de jugadores amateurs
responsables de varios organismos rectores que a menudo compiten entre sí.
Guy Kinnings, director del
departamento de golf en la compañía de marketing deportivo IMG, comentó: “Si
uno se sentara y dijera: 'vamos a crear una estructura global de golf', supongo
que no llegaría a esto que tenemos ahora”. “Ayuda a un deporte contar con una
única autoridad rectora, pero en el golf hay muchos organismos diferentes con
elementos distintos que exigen una increíble diplomacia para garantizar que
estén trabajando juntos”.
Sería lógico contar con una única
autoridad para un deporte cada vez más global. Las compañías multinacionales
que analizan oportunidades de auspicios sostienen en privado que las confunde
tener que tratar con varias organizaciones.
Según Mike Kerr, CEO de Asian
Tour, el golf necesita "más consolidación y cooperación" entre las
entidades que comprenden su multifacética estructura. Fue una idea que dio un
inusual giro el año pasado cuando la PGA Tour estadounidense trató de comprar a
su par y rival European Tour.
Keith Waters, director operativo
del European Tour, niega que se haya producido tal acercamiento. "Somos
miembros de una organización. Es imposible comprar al European Tour",
aseguró.
Pero sin duda hay una arraigada y
no tan saludable rivalidad entre Estados Unidos y Europa, una competencia que
va más allá de la Copa Ryder, el torneo bienal entre las dos potencias
regionales del golf. "Es una lucha de poder", aseguró Marc Player.
Otro de los campos de batalla del
deporte es Asia, especialmente China, donde creció rápidamente la cantidad de
canchas. El Mission Hills Resort en Shenzhe, con 12 canchas de 18 hoyos, es el
club de golf más grande del mundo.
Pese a las medidas enérgicas que
tomó el gobierno central chino en contra del desarrollo del deporte, crece la
sensación de que China emergerá para sacudir el orden establecido, ofreciendo
torneos con grandes premios para atraer a los mejores jugadores del mundo.
Cualquiera sea la forma que tome
el golf, los profesionales deberían seguir bien posicionados para beneficiarse,
dado el gran interés que muestran transmisoras y patrocinantes por estar
presentes en este deporte.
Los derechos de transmisión del
Abierto de Estados Unidos y otros activos de la Asociación de Golf
norteamericana el año pasado quedaron en manos de 21st Centruy Fox. Se pagaron
u$s 100 millones anuales por 12 años, más del doble que el acuerdo anterior.
El golf amateur enfrenta el
dilema de cómo detener su lenta caída. Las canchas están cambiando gradualmente
sus políticas de membresía para ampliar el acceso. Las compañías nuevas están
lanzando nuevos formatos al mercado, incluyendo juegos de menor duración.
El golf pide a gritos innovación:
su regreso a los Juegos Olímpicos por primera vez desde 1904 era una
oportunidad caída del cielo. Sin embargo, el formato para Río 2016 será el
tradicional medal play a disputarse en cuatro vueltas. "Los juegos
Olímpicos eran una enorme oportunidad para crear una audiencia totalmente
nueva, para crear un nuevo formato," lamenta Marc Player.
El establishment del golf mira
con desconfianza la innovación. Sólo preocupa un poco a los profesionales, que
están más interesados en que los amateurs sigan el deporte por televisión y no
tanto que lo jueguen. Tal como señaló un oficial organizador de tours, “¿Es
crucial la participación? Lo es para los fabricantes de equipos y las canchas
de golf, pero para nosotros, no”.
El golf lleva implícitos fuertes
valores como el espíritu deportivo, fair play y respeto. Es uno de los pocos
deportes que permite que jóvenes y viejos, hombres y mujeres jueguen y compitan
juntos. Pero el golf se guía demasiado por sus tradiciones y está teniendo
problemas para adaptarse el mundo moderno.
En sus 18 años como profesional,
Tiger Woods le dio al golf una extraña oportunidad de mostrarse progresivo. Él
mismo subió el perfil del deporte durante todo ese tiempo. Sin embargo, en el
Abierto Británico descubrió que parte de la vida moderna puede ser un poco
invasora.
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