Curves: lo que no se debe hacer
con una franquicia
Forbes - viernes, 22 de
agosto de 2014
La mayor franquicia de
acondicionamiento físico, Curves, ha cerrado miles de unidades y enfurecido a
muchos franquiciatarios. ¿Pueden sus nuevos dueños devolverle la vida?
Dos años y 120,000 dólares más
tarde, Spring Kamp, de Sheldon, Iowa, ha experimentado una pérdida radical de
peso mientras dirige su franquicia de fitness Curves. Pero todo ha salido de su
cuenta bancaria. “Trabajo de 54 a 62 horas a la semana en mi club”, dice el ex
asistente de vuelo de 40 años. “Nunca he hecho un centavo.” Tras acumular una
deuda de 60,000 dólares, decidió cerrar este mes.
Vendido durante mucho tiempo como
un milagroso entrenamiento de fuerza para que las mujeres pudieran perder peso
en 30 minutos, Curves International ha estado cerrando franquicias más rápido
de lo que las puede vender. La cadena de Waco, Texas, fue fundada en 1992 por
el matrimonio conformado por Gary y Diane Heavin, y una vez fue anunciada en el
Libro Guinness de los Récords como la mayor franquicia de acondicionamiento
físico del planeta. En 2006 contaba con más de 10,000 unidades en el mundo;
cada una pagaba a la oficina central una cuota de 5% de sus ingresos
mensuales.
Hoy en día supervisa 6,000
unidades en 88 países. Desde 2007 sus unidades en América del Norte han
disminuido 65%, a 2,500, una cifra muy pobre que la clasifica como la séptima
peor entre las franquicias que requieren una inversión inicial de hasta 150,000
dólares. El año pasado, cuando Curves perdió 10% de sus unidades, la oficina
central seguía acumulando, según estimaciones de Forbes, 52 millones de dólares
(mdd) en ingresos.
Los nuevos propietarios de Curves
culpan a los franquiciatarios. Aquellos que compraron varias unidades fallaron
y debieron ser rescatados. “Eran los dueños equivocados para Curves”, dice Jon
Canarick, director general de North Castle Partners, una firma de capital
privado en Greenwich, Connecticut, que adquirió la cadena en 2012 por una suma
celosamente guardada. “Si no te esfuerzas y te mueves para atraer gente nueva y
brindar un gran servicio a tus miembros… con frecuencia a esa clase de lugares
no les va muy bien”, sostiene el director.
Por su parte, su CEO, Monty
Sharma, añade: “El crecimiento llegó muy rápido”; tanto que hubo poca
supervisión. “Algunos de los propietarios vendieron o traspasaron sus
unidades a compradores no calificados.”
Sharma y Canarick tienen un plan
de reestructuración que están desplegando. Se trata de fortalecer los programas
existentes de entrenamiento de circuito y pérdida de peso, así como dar un
impulso a las barras nutricionales y la línea de ropa (los miembros pagan 99
dólares por adelantado para inscribirse, aunque la tarifa se descuenta con frecuencia
y el pago mensual ronda los 44 dólares). Esperan conseguir apoyo de la nueva
portavoz, Jillian Michaels, quien ganó fama en el programa The Biggest Loser,
de la NBC. También puede haber algunas iniciativas cruzadas con Jenny Craig,
la empresa que North Castle Partners adquirió el pasado noviembre.
Demasiado tarde para muchos
franquiciatarios, como la mujer que en 2009 compró una unidad en el Pacífico
noroeste, con unos 300 miembros, la mitad de los cuales nunca apareció. Cuando
entró en contacto con ellos, los ausentes simplemente dejaron de pagar. Nunca
se ha recuperado. O para la franquiciataria de Florida a quien se le prometió
una base de datos de 236 miembros activos, casi un tercio de los cuales
resultó ser inactivo. “Lo extraño fue que yo estaba en la base de datos y nunca
había sido miembro”, dice la mujer, quien compró la unidad en 2010.
O el operador de St. Louis, a
quien le habían asegurado que tenía una gran ubicación, sólo para descubrir
que al mes de su apertura tenía competencia de tres nuevas franquicias Curves
en una zona de cinco kilómetros y 9,000 personas.
¿Qué parece irritar a la mayoría
de los franquiciatarios que aún están tratando de sacar provecho de su negocio?
Las constantes regalías y cuotas publicitarias que deben pagar a la oficina
central, de hasta 1,200 dólares al mes cuando prosperan, e incluso de 300
dólares si no lo hacen.
Luego están las compras
obligatorias, como los tapetes de ejercicio (55 dólares cada uno), la TV y el
sistema de sonido (550 dólares), así como productos “importantes” como el libro
de dietas del fundador Gary Heavin (150 por caja), barras energéticas (28
dólares), suplementos nutricionales en barra (36 dólares), paquetes
trimestrales de ropa y accesorios (425 a 795 dólares). Si se niegan a comprar
artículos obligatorios, los franquiciatarios pueden ser borrados de la página
web.
“Éste es el sucio secreto de la
franquicia”, dice Ron Gardner, abogado en el despacho Dady y Gardner en
Minneapolis, quien representó a la ya desaparecida asociación de
franquiciatarios independientes de Curves. “Los dueños de la franquicia no
hacen su dinero vendiendo franquicias y obteniendo regalías”, dice, pero sí “al
exigir a los franquiciatarios que compren productos y servicios, directamente o
a proveedores selectos”. La práctica es legal, siempre y cuando la empresa dé a
conocer a sus franquiciatarios que acepta descuentos de sus proveedores y
revele el monto.
Sharma insiste que Curves no ha
hecho ni un centavo de esos productos en los últimos 12 meses. Genera la mayor
parte de sus ingresos, dice, de las regalías, que no han visto un aumento en
las ganancias de 2012 y 2013 (cuyos montos no revelará), y probablemente no lo
harán tampoco este año. Los franquiciatarios tienen que comprar estos productos
para garantizar la uniformidad del servicio: “No queríamos que los miembros
vinieran a Curves y tuvieran una gran variación de la experiencia.”
Pero Curves también tiene muchas
franquicias felices. Kristen Winter obtuvo ganancias por más de 110,000 dólares
de ingresos por 345,000 dólares el año pasado de su unidad de Aloha, Oregon. El
éxito, dice, se debe a que: “Tomamos las herramientas y recursos que nos brinda
y los ponemos en funcionamiento, sin cuestionarlos.”
Después de perder peso en su
Curves local, Alice Nagy compró una nueva franquicia en Monroe, Nueva York,
hace 12 años. Ella atiende a cerca de 300 miembros y ha visto un salto en
nuevos clientes y un descenso en la edad. “Estamos recibiendo a gente más
joven, menor de 30 o 40 años.”
Sin embargo, hay suficiente
descontento como para que un abogado, Jonathan Fortman, de Florissant,
Missouri, considere una demanda colectiva contra Curves. El año pasado ganó un
juicio de 11.6 mdd en contra de un clon de Curves, Contours Express. La
acusación fue por fraude, alegando, entre otras cosas, que la cadena reportó
costos menores de construcción y operación de una franquicia, ofreció
declaraciones falsas de ingresos y ocultó los conflictos de intereses con los
contratistas. “Contours fracasó después de siete años porque el sistema
simplemente colapsó”, dice Fortman. Él está considerando emprender una acción
similar contra Curves.
“Es muy desalentador escuchar
esto porque estamos enfocados en tratar de construir colectivamente un
sistema exitoso”, dice Sharma, de Curves. “Si se presenta esta demanda,
naturalmente vamos a defenderla. No me preocupo por esas cosas”.
Desde que adquirió Curves, North
Castle ha invertido más de 15 mdd, muchos de éstos en comercialización,
contratación y desarrollo de nuevos productos. Canarick está ocupado tratando
de integrar a Jenny Craig, la última adquisición considerable de la firma de
capital privado (se estima que por una suma inferior a 600 mdd que Nestlé pagó
por ella en 2006). No hay planes inmediatos para combinar las dos marcas.
Sharma se enfoca en sacar a la empresa del bache y en la búsqueda de nuevos
franquiciatarios con perfiles más cercanos a los de los propietarios más
experimentados de las unidades más exitosas de Curves.
Mientras tanto, los veteranos
deben ser rescatados. Esa franquiciatariadel Pacífico norte que compró la
unidad hace cinco años y nunca ha hecho un centavo, está buscando
desesperadamente una salida. Siente culpa ante la posibilidad de vender a otro
esperanzado emprendedor: “No sabía que se le podía hacer eso a alguien.”
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