El Gauchito, Gilda, San La Muerte
y otros cultos en un solo santoral
Tiempo Argentino - agosto de
2014
Santos buenos, milagrosos, los
leo en este gran libro con sus trabajos, sus días, sus noches y sus reproches a
Dios padre y a su hijo, santos lindos y queridos, santos sin sello eclesial,
santos negros, populares, santos de cumbia bailar", escribe Gabriela
Cabezón Cámara como una suerte de plegaria, en la contratapa de un libro
singular: Paganos. Editada por Alto Pogo, esta antología reúne 16 cuentos
inspirados en historias de santos populares más y menos conocidos, con
selección a cargo de Marcos Almada y Patricio Eleisegui. No se trata de
biografías noveladas sino de literatura, donde el santo puede ser un personaje
central pero también una referencia oblicua.
A la vez, cada cuento está
acompañado de una pequeña biografía e incluso, de estampitas paganas. Aquí
aparecen, entonces, el Gauchito Gil, San La Muerte, Pancho Sierra, Gilda o La
Telesita. Pero también, relatos vinculados a santos menos conocidos y no por
eso, menos populares como El Maruchito o Adrianita, la santita de Varela.
Entre los autores de los relatos
se encuentran Esteban Castromán, Azucena Galettini y Ana Ojeda; con prólogo de
Hernán Ronsino.
"Yo tenía la idea de
desarrollar un libro de cuentos basado en esa temática pero me di cuenta de que
era una tarea titánica. Y que la posibilidad de trabajarlo con otros escritores
podía darle un horizonte impensado a la primera iniciativa. En todo caso, partí
de la intención de abordar un fenómeno popular en expansión, siempre
misterioso, y sin techo aparente", cuenta Eleisegui, quien se ocupó de
escribir el cuento "La propia sangre para engañar la sed" a partir
del mito del Gaucho José Dolores, un culto extendido principalmente en la
provincia de San Juan.
"El misterio de la fe, que
todavía me inunda de preguntas, siempre es una fuente inagotable de sentidos.
Hay tantas escrituras y lecturas posibles que las vías de abordaje también
pueden ser inagotables. Estos santos no tienen una biblia y probablemente jamás
formen parte de una: bueno, este libro se toma el atrevimiento de reunirlos en
un mismo espacio", agrega el escritor.
Almada apunta que cada uno de los
santos "tuvo una vida sacrificada, dramática, con muertes trágicas,
asesinatos, violaciones, privaciones de la libertad". "Pensamos que a
cualquier escritor le tenía que interesar escribir sobre ellos.
Porque uno termina escribiendo
sobre la exclusión social, sobre el abandono de personas, sobre la violencia,
sobre la injusticia. Y cómo por sobre todo eso sobrevuela la fe, que es
indiscutible; el poder de la creencia, que para muchos es redentora."
Además, explica que para escribir los relatos, cada autor hizo su propia
investigación. "En mi caso particular, fui a una santería, pedí material
de San La Muerte, me informé un poco, y la idea del cuento, la atmósfera,
decantó enseguida. Me encontré con un santo marginal, tal vez el más marginal
de los santos de la antología, porque ni siquiera es un ser humano, aunque hay
una teoría que lo emparenta con un monje jesuita que curaba leprosos en una
cárcel en los esteros del Iberá", cuenta.
La antología, aporta Eleisegui,
podría haberse hecho recurriendo únicamente al santoral gaucho, que reúne a
unos 25 gauchos considerados milagrosos. "Pero lo mejor fue recurrir a la
diversidad que distingue a estas tradiciones.
Por supuesto que hubo sorpresas
en varias historias. El Maruchito, Miguel Gaitán, Martina Chapanay, Alma
Visitación Sibila o Lázaro Blanco, fueron incluso para los autores una suerte
de descubrimiento", agrega.
Sobre las imágenes, Almada dice
que la idea original era incluir una estampita de cada santo. "Pero como
no todos tienen imagen, Alejandra Ramírez, que fue quien nos ayudó
económicamente para hacer el libro, nos recomendó a Julián Matías Roldán. Fue
un acierto de su parte, porque el trabajo que hizo Julián superó ampliamente
nuestra propia imaginación", comenta.
El santo popular rompe con los
imaginarios religiosos institucionales, canónicos. Y es ese quiebre lo que deja
lugar para la literatura. "Cada santo es de acá nomás, fue antepasado de
alguien, tal se lo cruzó una vez, el abuelo lo conoció. Hace eco con la fe que
miles de personas necesitan. Y no fue un distinto: amó, sufrió, murió. Lo
complejo, creo, está en la multiplicidad de devociones. Que el milagro lo puede
ejercer más de un nombre. Esto, imagino, es un auténtico dolor de cabeza para
quienes siempre impusieron las reglas religiosas en la Argentina",
completa Eleisegui.
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