El alto costo de los incidentes
viales para los países en desarrollo
Forbes - miércoles, 27 de
agosto de 2014
Se estima que los incidentes
viales son la octava causa de muerte a nivel global, con un impacto similar al
causado por enfermedades de transmisión, como la malaria o el VIH-sida.
Entérate.
El decenio de acción
El periodo comprendido entre 2011
y 2020 fue declarado como el Decenio de Acción para la Seguridad Vial,
promovido por la Organización Mundial de la Salud a través del exhorto
realizado por Naciones Unidas el 11 de mayo de 2011. Varios países, entre éstos
México, han firmado este compromiso y generado un set de acciones o estrategias
para estabilizar, en primera instancia, y después reducir los incidentes viales
en un 50% a nivel global, lo cual representa 5 millones de vidas humanas
salvadas.
El decenio de acción se basa en
cinco pilares fundamentales:
México es parte del Decenio de
Acción para la Seguridad Vial, firmado por el gobierno federal en mayo de 2011,
derivando en la generación de la Estrategia Nacional de Seguridad Vial
2011-2020.
Como en toda política pública, el
“truco” no se encuentra en el “qué” sino en el “cómo”. Por sí solo el Decenio
ofrece un gran marco estratégico, con estructura clara de intervención y
sectorizado en todos los elementos requeridos para la intervención en materia
de seguridad vial; sin embargo, en nuestra realidad y en la de varias naciones
parecidas, cuesta mucho trabajo traducir esas palabras en hechos concretos, lo
cual, en números actuales, equivaldría a salvar la vida de más de 31,000
personas en los próximos seis años en México.
Principales causas
Las causalidades que derivan en
incidentes viales pueden ser agrupadas en tres sectores: las relacionadas con
los usuarios, con la infraestructura y las derivadas del estado de los
vehículos.
El primer sector, los usuarios,
son en gran medida por mal comportamiento del usuario al conducir bajo efectos
de alcohol o drogas, a altas velocidades (mayores a las permitidas) o por el
desconocimiento en general de las reglas de tránsito, como no permitir el paso
a los peatones en las cebras no semaforizadas o por comportamientos indebidos
al conducir, tales como girar a la derecha sin realizar alto total o
estacionarse en lugares prohibidos como banquetas y zonas para personas con
discapacidad; todo ello agravado por la falta de regulación de los conductores
al no realizarse exámenes para la expedición de licencias de manejo, o procesos
de puntuación que establezcan el número “máximo” de infracciones permitidas
para conservarla.
En el segundo sector, la
infraestructura se encuentra por debajo de los estándares de calidad en la
mayoría de las ciudades. En general, las calles en México no cuentan con los
señalamientos integrales para todos los usuarios de la vía, tanto en número
como en dimensiones adecuadas: como ejemplo puede citarse la falta de semáforos
peatonales, señalamientos ciclistas o paradas establecidas de autobuses. Esto
se agrava cuando la mayor parte de la infraestructura está diseñada para un
solo sector de usuarios (automovilistas), lo cual decrece los espacios para los
usuarios vulnerables y en gran medida vuelve más peligrosas las vías por el
incremento de velocidades.
Por último, en el tercer sector,
los vehículos en México tienen pocas regulaciones para circular en las calles;
no existen revisiones físico mecánicas, así como los pesos y dimensiones no son
establecidos con claridad, lo cual lleva a tener variabilidad de vehículos de
grandes dimensiones circulando, además de la afluencia de vehículos llamados
chocolate procedentes de EUA, que han caducado en su vida útil. El problema se
agrava debido a que no existe una base de datos nacional vehicular para la
regulación, además de que las normas de circulación varían entre estados de la
República, pudiendo citarse que sólo en algunos estados es obligatoria la contratación
de un seguro de daños a terceros o de amplia cobertura.
¿Qué hacer?
En México, el problema parte
desde la carencia de una ley a nivel federal que articule las necesidades de
trabajar sobre la seguridad vial. México se ha adscrito al decenio de acción de
la ONU (principalmente firmado por la SCT, que tiene carácter de carretero);
sin embargo carece de una estrategia real para la disminución de accidentes.
México carece de un órgano descentralizado que pueda articular la estrategia
nacional y permear a estados y municipios.
Aunado a esto, los gobiernos
estatales, y aún más los locales, carecen de recursos económicos destinados a
seguridad vial como tal, así como de institutos o secretarías que tengan la
función relevante de la seguridad vial. En general, los problemas que se presentan
en el “terreno” son el síntoma de una “enfermedad” que reside en las
deficiencias de planeación, articulación y puesta en marcha de estrategias
nacionales y estatales que busquen efectos en lo “local”.
En puntos sencillos, un sistema
de gestión de la seguridad vial debe de incluir, al menos:
Concluyendo, se requiere
articular con el contexto legal, institucional y económico, los procesos de
gestión integral de la seguridad vial, para promover el conocimiento real del
problema mediante la recolección de información que permita procesos de
investigación, planeación y diseño de estrategias, y la correspondiente ejecución de medidas que deriven en círculos
de medición efectiva de resultados.
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