Exploración de la Amazonía del
siglo XIX: la base de la conservación
Deutsche Welle - agosto de
2014
Muchas de nuestras ideas sobre el
mundo natural y el medio ambiente nos vienen de exploradores del siglo XIX que
continúan inspirando a científicos que acuden al Amazonas para identificar
nuevas especies.
Aves con espectaculares plumajes,
reptiles extraños, sorprendente mamíferos como el ocelote o el tapir… Las
tupidas selvas de la Cuenca del Amazonas son el hogar de una de cada diez
especies animales en el mundo, así como de una impresionante variedad de
plantas: en una sola hectárea de terreno se pueden encontrar hasta 100 especies
diferentes de árboles.
No es de extrañar, pues, que al
llegar aquí en 1799, el explorador y naturalista prusiano Alexander von
Humboldt se quedara anonadado por la abundancia natural con la que se encontró.
En pleno estupor, escribió: “me voy a volver loco si todas estas maravillas no
dejan pronto de sucederse”.
Por fortuna, el experto logró
mantener su cordura, y hoy día es a menudo considerado como el primer
explorador científico moderno del Amazonas. Desde que volvió de la selva con
extraordinarias historias sobre Sudamérica, generaciones de científicos
inspirados por la increíble riqueza biológica de la región han hecho grandes
contribuciones en la medición de la biodiversidad y el papel del ser humano en
la naturaleza.
DirK Embert, experto en reptiles
de la organización medioambiental World Wildlife Fund (WWF), dice que la
emoción de explorar los rincones más remotos del Amazonas no se ha disipado en
lo más mínimo en los últimos 200 años, desde que Humboldt estuvo allí. Embert
regresó recientemente de una expedición en áreas de la Amazonía colombiana en
las que podría haber descubierto tres especies desconocidas hasta ahora: una
rana y dos peces. “Adentrarse en áreas virtualmente vírgenes es una sensación
increíble. Uno se siente realmente como Humboldt, como alguien que está pisando
una tierra a la que nunca antes había llegado nadie”, dice.
Reconocimiento de la sabiduría
indígena
Nadie… de fuera. Embert se
apresura a señalar que, al igual que en la época de Humboldt, las regiones “no
descubiertas” son generalmente conocidas entre la población indígena. Su
expedición más reciente incluyó una reunión con los líderes de ocho comunidades
locales.
“Nos ayudarom mucho a entender la
zona para no perdernos, ¡lo que es muy importante! Pero también nos ayudaron a
encontrar las especies”, cuenta Embert. “Tienen una visión completamente
diferente, y son capaces de distinguir especies a 20 metros de distancia,
aunque estén bajo una hoja. Se puede aprender mucho hablando con ellos sobre
las especies, porque ellos saben muchas cosas sobre sus comportamientos”.
Aunque esto puede sonar lógico
hoy en día cuando hablamos de conservación, no lo era tanto en la época de
Humboldt, en el siglo XIX, cuando el científico destacó el valor del
conocimiento de los indígenas. En aquellos tiempos, la idea de que los
“salvajes” que vivían en la selva podían tener algo que enseñar al científico
europeo podía sembrar la controversia.
“Humboldt entendió que, si quería
aprender sobre un lugar o un ecosistema concreto, tendría que hablar con la gente
que vive en él durante largo tiempo”, dice Mascha N. Gemein, que ha escrito
sobre Humboldt en su tesis doctoral sobre Estudios Indio-Americanos en la
Universidad de Arizona. “Asimismo, intuyó que su idioma reflejaría conocimiento
empírico sobre el lugar, que es una de las razones por las que recopiló
vocabulario indígena”.
Enfoques interdisciplinares
Hoy día, esto va relacionado con
el desarrollo de etnobiología y diversidad biocultural, que establece vínculos
entre áreas ricas en biodiversidad y la diversidad de tradiciones culturales y
lingüísticas en estas mismas zonas, así como la idea de que una estrategia
conservación efectiva debería contar con todos estos elementos.
Estos enfoques interdisciplinares
se han vuelvo más y más importantes en las últimas décadas, pero Humboldt
realizó su trabajo en un momento de especialización en el que las ciencias
individuales intentaban marcar su territorio.
Petra Gentz-Werner, del Instituto
Científico Alexander von Humboldt en la Academia de Ciencia Berlin-Brandenburg,
ha escrito dos libros sobre Humboldt, y afirma que el naturalista prusiano era
conservador y a la vez un adelantado a su tiempo a la hora de difuminar estas
fronteras.
“Fue la primera persona que
definió las leyes comunes de geografía vegetal, que descubrió que dependía de
la fisiología de las plantas, la meteorología, geología, zoología e incluso la
historia cultural del ser humano, que interactúa con el entorno natural”,
explica Gentz-Werner.
Formulando una teoría evolutiva
El trabajo de Humboldt en
geografía botánica fue la base de la biogeografía moderna, que examina la
expansión geográfica de especies y ecosistemas y cómo cambia esta distribución
con el tiempo. No obstante, es el naturalista británico Alfred Russel Wallace
quien es considerado el padre de esta ciencia.
Wallace fue a la Amazonía en 1848
en busca de una prueba definitiva de transmutación, la idea del siglo XIX de
que una especie se transformaba en otra, así como de un mecanismo para
explicarla, que más tarde encontró en la teoría de la selección natural.
George Beccaloni, curador de la
Colección Wallace en el Museo de Historia Natural de Londres, dice que las
observaciones de Wallace en el Amazonas dieron a conocer las ideas del
explorador británico sobre cómo se desarrollaban las diferentes especies:
“Wallace notó que especies cercanas de monos se encontraban en las diferentes
orillas del río Amazonas. Esto pasó a conocerse como la ‘hipótesis de barrera
fluvial’, que todavía hoy se sigue investigando. Para él, era obvio que el río
era una barrera involucrada de alguna forma en el proceso de evolución de
especies”, dice.
Wallace no formuló su teoría de
selección natural al completo hasta 1855, cuando le escribió a Charles Darwin
desde el archipiélago malayo exponiendo su idea, sin saber que Darwin había
estado estudiando la misma teoría en paralelo. Hoy, Darwin es el científico
recordado por este descubrimiento, y su nombre se ha convertido en algo habitual
en cualquier conversación, mientras que Alfred Russel Wallace ha permanecido
mayoritariamente bajo su sombra.
A pesar de ello, Beccaloni dice
que, en lo referente a los factores geográficos como causa de la evolución en
lugar de la divergencia causada por la adaptación de las diferentes poblaciones
a sus entornos dentro del mismo hábitat, las ideas de Wallace estaban “más
próximas a la visión moderna de cómo funciona la evolución”.
Semillas de activismo
medioambiental
Al igual que Humboldt, Wallace
tenía un profundo respeto por el conocimiento y cultura de las poblaciones
amazónicas, que comparó favorablemente con el “barbarismo” y la desigualdad de
la sociedad inglesa victoriana, así como con la destrucción de la naturaleza a
causa del capitalismo a favor de la “ambición personal y la avaricia”.
En 1910, Wallace escribió:
“Contaminar un arroyo o un río, exterminar un ave o una bestia, estas acciones
deberían ser considerado ofensas morales y crímenes sociales”. Esta conciencia
medioambiental era muy inusual en aquel entonces, y refleja la sensibilidad de
Humboldt ante las relaciones entre las diferentes especies, incluyendo a los
humanos.
Prueba del punto de vista
claramente científico de Humboldt fue su idea de que la única forma de entender
el mundo era verlo como un todo, usando todas las ciencias físicas juntas, en
lugar de dividirlo todo en partes y disciplinas aisladas. “El mayor legado de
Humboldt es su entendimiento no solo de los elementos particulares, sino de las
conexiones entre ellos: la interacción entre organismos, y las relaciones de
causa y efecto en entornos naturales”, dice Mascha Gemein. “Fue capaz de
anticipar lo que hoy conocemos como ecología, que es fundamental para el
activismo medioambiental.”
“Un pensador global”
Esto también se podía aplicar a
la interconexión entre sociedades humanas y sus recursos, tema sobre el cual
Humboldt tenía una perspectiva visionaria: “El Amazonas era el área que conocía
en detalle, pero él era un pensador global y tenía el mundo entero en mente”,
dice Getz-Werner. “Era consciente de que la riqueza de Europa estaba basada en
el Nuevo Mundo, una relación que creo que él consideraba explotadora”.
Muchas cosas han cambiado desde
los tiempos de las expediciones amazónicas del siglo XIX, así como las ideas
resultantes y teorías que surgieron de ellas. Embert apunta que, mientras que
Wallace fue el primer explorador en facilitar información detallada sobre la
localización de los especímenes que recopilaba, hoy día esta información
geográfica siempre se registra, y las descripciones observacionales de especies
se complementan actualmente con análisis genéticos.
Sin duda, Humbolt y Wallace
quedarían fascinados por estos desarrollos, pero probablemente también se
horrorizarían ante retos actuales tales como el cambio climático. Aún así,
seguramente reconocerían el factor humano detrás de todas las amenazas medioambientales
actuales, y los seguidores de sus escuelas afirman que sus ideas son hoy más
relevantes que nunca.
“Humboldt era un hombre del siglo
XIX, pero con ideas muy modernas que debemos tener en cuenta a día de hoy”,
dice Gentz-Werner. “Debemos darnos cuenta de que lo que hacemos tiene
consecuencias en áreas que no nos esperamos: es un gran y fino equilibrio”.
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