De escuela de dictadores a hotel de cinco estrellas
Deutsche Welle - sábado, 16
de agosto de 2014
Susurran las palmeras. El parque
se inclina suavemente hacia el lago. Las sombrillas de la piscina brillan con
un azul aún más intenso que el cielo mientras los camareros de uniforme sirven
cócteles a los clientes. Dentro, en los oscuros corredores de la mansión, se va
evaporando el bochorno del mediodía. Es la hora de la siesta. ¿Se puede sentir
el pasado de un lugar si estás en él? ¿Existe algo así como "la cuna del
mal"?
"La Escuela de las Américas
fue una bastión de los Estados Unidos", cuenta José Miguel Guerra, uno de
los periodistas más reconocidos en Panamá. "Después de la Segunda Guerra
Mundial, militares de toda América Latina, menos Cuba, fueron formados aquí por
instructores norteamericanos con el fin último de tomar el poder en sus respectivos
países".
Al principio, el complejo cerca
del puerto caribeño de Colón fue un hospital donde se curaban a los obreros
heridos durante la construcción del Canal de Panamá y a otros miles que habían
adquirido malaria. Más tarde con la llegada de la Guerra Fría, Estados Unidos
convirtió el complejo en el llamado Fort Gulick, ya que se encontraba en la
zona del canal controlada por ellos. En 1963 se le cambió el nombre a “Escuela
de las Américas” (SOA, sus siglas en inglés).
Se convirtió en el lugar más
importante para el adiestramiento de militares latinoamericanos para que ante
una supuesta amenaza comunista Estados Unidos no perdiera el control sobre su
llamado “patio trasero”. "Estabilidad militar era la única doctrina de los
gringos de aquel entonces", explica Severino Mejía, graduado de la
academia en los años setenta y hoy licenciado de la Universidad de Panamá.
"Pare ellos no eran ningún inconveniente los sistemas represivos en su
vecindad".
Dictadores, los alumnos modelos
de EEUU
Al contrario, “Escuela de
Asesinos” fue el apodo que le dio al complejo el diario La Prensa. Casi toda la
élite militar latinoamericana pasó por la Escuela de las Américas, dice el
periodista Guerra: "El general D'Aubuisson de El Salvador, Manuel Noriega,
Augusto Pinochet, los generales Galtieri y Viola de Argentina, el boliviano
Hugo Banzer, el presidente Rios Montt de Guatemala, miembros de cúpulas
militares, que luego fueron dictaduras durante aquellos años".
Cuando Estados Unidos trasladó la
academia a su país en 1984, el complejo quedó abandonado durante 17 años. Hoy
la mansión principal, resto de edificios y sus grandes terrenos tienen aura de
tranquilidad mediterránea. En 2001 el catalán Damián Barceló compró todo y lo
convirtió en el hotel "Meliá Panamá Canal".
El nuevo propietario conocía la
historia de la escuela militar. "Enseguida vi la oportunidad de hacer de
un campo de adiestramiento para torturadores un lugar de reflexión, de
relajación", dice Barceló, "porque el sitio es único".
El Lago Gatún, donde se encuentra
el hotel, es el nacimiento de las aguas del Canal de Panamá. Desde el
embarcadero del hotel se puede conocer el lago y sus alrededores en barco, un
mundo de selva densa, protegida, con monos en los árboles. Al entrar al hotel
por el pórtico, llama la atención una rosa de los vientos empotrada en el
suelo. "Un lugar abierto a pensamientos de todas direcciones", dice
Barceló, "ese es su significado. Encima está el lucernario con los colores
de todas las banderas de América Latina como símbolo de la libertad".
Paz en vez de tortura
Al parecer el espíritu oscuro se
fue. Sin embargo, al hablar con antiguos alumnos de la academia no se puede
detectar algo negativo en sus comentarios. "La doctrina militar era la
correcta", afirma Rubén Paredes, jubilado jefe militar de Panamá entre
1982 y 1983. "Desgraciadamente algunos lo entendieron como carta blanca
para subyugar al pueblo en sus países".
"La base gringa para la
desestabilización de América Latina", es como muchos opositores llamaron a
la Escuela de las Américas. Como un símbolo de una nueva era, es como ve
Barceló a su hotel. El mismo diseñó el mosaico del vestíbulo del hotel:
"Et in terra pax" está escrito -y en la tierra paz-. Ese es su mensaje
de bienvenida al visitante del hotel.
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