El 'selfie' más famoso de todos los tiempos
El Mundo - martes, 21 de octubre de 2014
En los sótanos de la Biblioteca Real de Turín,
a varios metros de profundidad bajo tierra donde jamás entra un solo rayo de
sol, encerrado en una cámara acorazada a la que sólo se puede acceder a través
de una puerta blindada de varios centímetros de espesor y donde un dispositivo
electrónico mantiene una temperatura contante de 20 grados y una humedad del
55%, se encuentra un trozo de papel.
Ese pedazo de celulosa mide 33 centímetros de
alto y 21,6 de ancho. Muestra el rostro de un anciano con los cabellos y las
barbas largas, cejas pobladas, frente despejada y mirada cansada. Fue pintado
alrededor del año 1515 en sanguina, una técnica pictórica basada en una
variedad de óxido férrico, lo que le confiere un color rojizo parecido a de la
sangre. Tiene un valor incalculable: es el único autorretrato que se sabe a
ciencia cierta que pintó Leonardo Da Vinci. Se trata de uno de los primeros
'selfies' de la historia del arte (Durero y Botticelli, entre otros, se
autorretrataron antes que el gran maestro) y, sin duda, del 'selfie' más famoso
del mundo.
Muy rara vez se expone al público. Su estado de
conservación es extremadamente frágil y los expertos, que hablan de ese pedazo
de papel como si fuera un organismo vivo, consideran que no conviene someterlo
al estrés que conlleva una exposición.
Por eso es excepcional lo que ocurrirá a partir
del día 30 de este mes, cuando durante dos meses y medio la Biblioteca Real de
Turín abrirá sus puertas y permitirá, en pequeños grupos de 25 personas,
contemplar ese dibujo, que Leonardo pintó cuando tenía unos 63 años y que está
considerado como una de las grandes obras de arte de la historia de la
humanidad.
Hasta tal punto que Curiosity, la nave que
llegó a Marte en agosto de 2012 con la misión de enviar a la tierra imágenes
del Planeta Rojo y que lleva incorporado un pequeño microchip con varias de las
más importantes expresiones artísticas de la Humanidad por si en su viaje se
topara con alguna forma de vida inteligente, transporta una imagen digitalizada
del Autorretrato de Leonardo. "Somos la única biblioteca intergaláctica
del mundo", asegura sacando pecho Giovanni Saccani, director de la
Biblioteca Real de Turín, el organismo propietario de esa obra.
No deja de resultar sorprendente cómo ese
dibujo fue a parar a esta institución, vistas las vueltas que ha dado desde que
a su muerte en 1519 en el castillo de Clos-Lucé, en Francia; Leonardo dejara
todas sus pertenencias a su alumno preferido, el milanés Francesco Melzi. Este,
tras el fallecimiento del maestro, decidido regresar a Italia llevándose con él
todo lo que había recibido en herencia de Leonardo. Sin embargo, con el pasar
del tiempo ese legado se fue dispersando y se perdió la pista del autorretrato.
Reapareció sólo a principios del siglo XIX de
la mano de Giovanni Volpato, un italiano que después de una vida intensa en la
que viajó por Europa y reunió una excelente colección de dibujos recaló en
Turín en calidad de secretario de la Academia Real de Bellas Artes. Ya asentado
en la ciudad, un día le mostró su colección de dibujos al bibliotecario del rey
Carlo Alberto, un tal Domenico Promis, que se quedó boquiabierto ante la
importancia de las obras y enseguida le habló al monarca de aquellas maravillas.
Carlo Alberto, que era un gran amante del arte
y un ávido coleccionista, hizo llamar a Giovanni Volpato y después de hacerle
mostrar las joyas se empeñó en comprarlas. Volpato al principio se resistió
pero acabó aceptando: al fin y al cabo no convenía enemistarse con el rey.
Incluso tuvo la deferencia de hacerle un buen descuento. Pero a cambio puso una
condición: le pidió a Carlos Alberto que le nombrara conservador de su
colección de dibujos. Este aceptó.
El arte de volar
La Biblioteca de Real de Turín, la antigua
biblioteca de los reyes de Italia, custodia en la actualidad 200.000 volúmenes,
4.500 manuscritos, 5.000 ejemplares de libros del siglo XVI, 1.500 pergaminos,
187 incunables del siglo XV, mapas, grabados y una colección de 3.055 dibujos.
Entre esos dibujos hay obras de Rafael, de Miguel Ángel, de Rembrandt, de
Vasari... Y por supuesto de Leonardo da Vinci.
La Biblioteca no sólo posee el famoso 'Códice
sobre el Vuelo de los Pájaros', un manuscrito en el que el artista florentino
plasmó sus investigaciones sobre las aves. Además cuenta con 13 papeles con
dibujos de Leonardo, algunos pintados por las dos caras. Está, por ejemplo, el
famoso 'Rostro de muchacha', que pasa por ser un boceto del ángel que luego
Leonardo pintó en 'La Virgen de las Rocas'. Hay también una máquina de guerra,
un estudio de ojos...
Pero sin duda alguna el más famoso de todos es
el 'Autorretrato'. De hecho, será la estrella absoluta de la exposición que
bajo el título 'Leonardo y los Tesoros del Rey' reunirá en total unas 80 obras
de la Biblioteca Real de Turín y que desde el 30 de este mes hasta el 15 de
enero ofrecerá una de esas raras ocasiones de contemplar el Autorretrato de
Leonardo.
La ocasión es tan especial que durante el
periodo de la muestra ésta permanecerá abierta absolutamente todos los días,
incluso el 1 de enero, día de Año Nuevo. Sólo cerrará en Navidad, el 25 de
diciembre. La exposición se visitará con guía, en pequeños grupos de 25
personas, y es absolutamente obligatorio reservar con anterioridad.
Todas esas medidas son para tratar de minimizar
los daños que pudiera sufrir el 'Autorretrato' de Leonardo, un dibujo
acostumbrado a la soledad y especialmente delicado y frágil. Sobre todo porque
está repleto de manchas, lo que los especialistas en conservación llaman
'foxing'. Esas manchas, por lo general, o son de origen químico (debidas a la
mala la calidad del papel) o de origen biológico (fruto de hongos o de otros
microorganismos).
Pues bien: en el caso del 'Autorretrato' hay
manchas de ambos tipos, lo que hace su estado especialmente delicado. Tan
delicado que nunca ha sido sometido a ningún proceso de restauración, ante el
temor de que el remedio pueda ser peor que la enfermedad, y rara vez se expone
en público.
También es por eso por lo que nunca, desde que
en 1839 fue incorporado a la colección de la Biblioteca Real de Turín ha salido
de aquí, a excepción de una única ocasión en 2011 en la que viajó a Venecia
para participar en la gran exposición de Leonardo que allí se organizó con
motivo del 150 aniversario de la unidad de Italia. "Viajó en un contenedor
hermético donde reinaba la oscuridad total, con unos microchips que
monitoreaban 24 horas a día las condiciones de humedad y temperatura, escoltado
y siguiendo un itinerario secreto. Por supuesto su valor es incalculable, pero
como había que hacer un seguro lo fijamos en 70 millones de euros", nos
cuenta Giovanni Saccani, director de la Biblioteca Real de Turín.
Una joya en peligro
El objetivo es evitar a toda costa que el
'foxing' aumente, conseguir que no surjan más manchas y detener el proceso de
degeneración al que parecía irremediablemente abocado el 'Autorretrato'. La
prueba de su declive está en la imagen que a finales del siglo XIX los hermanos
Alinari, unos pioneros de la fotografía en Italia, tomaron de la obra. En ese
facsímil se aprecia, en la parte inferior izquierda del papel, la firma del
artista escrita en latín: "Leonardus Vincius". Hoy no queda rastro de
esa firma, sólo se lee la leyenda "Retrato de sí mismo" ya viejo, que
según los expertos no salió de la mano del artista sino que fue escrita
posteriormente.
La buena noticia es que el instituto central de
restauración de Roma ha establecido que el dibujo no ha sufrido cambios desde
1998, cuando se conserva en un cámara especial en el sótano de la Biblioteca
real de Turín a una temperatura estable de 20 grados y con una humedad
constante del 55%, sin que le dé en ningún momento la luz solar ni ningún tipo
de iluminación incandescente o que contenga rayos ultravioleta, alumbrado
únicamente por luz de fibra óptica.
El problema de la fragilidad del 'Autorretrato'
se debe en parte a que Leonardo usaba lo que tenía a mano para dibujar,
escribir o hacer bocetos, sin preocuparse en exceso por la calidad del papel.
De hecho, en una esquina de la última página del 'Códice sobre el Vuelo de los
Pájaros', que también formará parte de la exposición 'Leonardo y los tesoros
del rey', el artista llegó a escribir la lista de la compra.
Y en otra de las páginas de ese mismo códice
(cuyo estado de conservación es mucho mejor que el del 'Autorretrato') se
adivinan, debajo de los escritos de Leonardo, unos trazos en sanguina de lo que
parece ser una nariz y una boca. Los expertos consideran que podría ser un
Autorretrato anterior al que se conoce. Al fin y al cabo el 'Códice sobre el
Vuelo de los Pájaros' data de 1505-1506, y se supone que el autorretrato que
hay bajo una de sus páginas aún sería anterior a esa fecha.
De hecho, el RIS, la policía científica
italiana, ha aplicado a la nariz y la boca que se asoman bajo el 'Códice sobre
el Vuelo de los Pájaros' las mismas técnicas de envejecimiento que aplica a los
retratos de personas que llevan tiempo en paradero desconocido. El resultado:
se trataría de la misma persona que la que aparece en el 'Autorretrato' de
Leonardo.
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