Nueva Escuela Austriaca de Economía: el encuentro
de Londres (I)
Forbes - miércoles, 22 de octubre de
2014
Este analista participó en el Seminario y, con
esta entrega, comenzamos una serie de artículos respecto de los temas que ahí
se abordaron.
La semana pasada en Londres, Inglaterra, se
celebró el más reciente encuentro de la Nueva Escuela Austríaca de Economía
(NASOE por sus siglas en inglés), fundada por el Prof. Antal Fékete. Este
analista participó en el Seminario y, con esta entrega, comenzamos una serie de
artículos respecto de los temas que ahí se abordaron. La intención en todo
caso, es exhibir los destructivos efectos de las políticas de expansión
monetaria de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, capital del sistema, que
ante los ojos de los académicos y prensa afines a las corrientes predominantes
–el keynesianismo y monetarismo, pasan desapercibidos. Esto se vuelve
indispensable toda vez que las consecuencias se harán sentir en México, tanto
como en todos los países del orbe.
Las exposiciones centrales corrieron a cargo
del propio Fékete, quien comenzó señalando que, mientras que se pretende
sembrar inflación, la Fed está cosechando deflación. Dicho con todas sus
letras, la política de compras de deuda gubernamental en el mercado abierto
(Policy of Open Market Operations), es contraproducente. Sin embargo, pese a
que se ha vuelto a hablar más de ella sobre todo a raíz del programa de
“flexibilización cuantitativa” (QE, abreviado en inglés) de la Fed, la realidad
es que no se trata de algo nuevo. De hecho, Fékete explicó que en 1921, tras el
desastroso colapso en el valor de los bonos del Tesoro estadounidense que
disparó las tasas de interés y aniquiló el capital de los bancos, éste y la Fed
conspiraron para que, en 1922, formalizaran su ilegal unión para iniciar la
señalada política de compra de bonos. Así fue como “controlaron” el problema.
Desde entonces el crédito de la Fed ha sido creado de manera rutinaria a partir
de la deuda del gobierno de Estados Unidos. En realidad, aquella política –que
no es otra cosa que monetización de la deuda, estaba prohibidaen la Ley de la
Reserva Federal original de 1913.
De acuerdo con ella, el colateral para los
pasivos de los bancos de la Reserva Federal estaba restringido a oro y letras
reales, esto es, papel comercial de corto plazo generado a partir de producción
y distribución doméstica de bienes de consumo. La deuda del Tesoro no era un
activo elegible. Si se descubría que algún banco no tenía suficientes valores
elegibles, sin importar cuánto papel del gobierno tuviera, era multado de
manera progresiva por deficiencia de garantías. Fékete argumenta que la ley
original de la Fed de 1913 no era mala per se, sino que lo peor fue que la
hicieran a un lado los enemigos oficiales del dinero sólido para imponer su
voluntad.
Pero Fékete aclara que la conspiración comenzó
incluso más atrás, en 1914, casi al mismo tiempo que los doce bancos de la
Reserva Federal abrían sus puertas. La decisión la tomó en secreto el
presidente Wilson, quien decidió financiar los esfuerzos bélicos de la Entente
Cordiale. La razón de hacerlo en forma encubierta se debió a que violaba tanto
la supuesta neutralidad americana como la Ley de la Reserva Federal. El Tesoro
fue el intermediario para proveer de crédito a la Entente, y el responsable de
“olvidarse” de multar a la Fed por aceptar deuda pública como colateral, una
prueba de la conspiración. Después de todo, “no había” motivos para castigarlos
por aceptar sus propios bonos. La ley no les importó.
Para 1920, las letras reales habían
desaparecido de la hoja de balance de los bancos de la Fed, pues los
victoriosos aliados no permitieron que regresaran, sino que se quedaran sólo
los papeles de deuda del gobierno. Esta por cierto, es una de las causas por
las que el patrón oro clásico fue condenado a muerte y más tarde, culpado injusta
y sospechosamente como causa de la Gran Depresión. En realidad como vemos,
fueron los errores y torpeza políticos junto con la mala fe, los que la
originaron.
A propósito del tema, la NASOE apoya la
Doctrina de las Letras Reales de Adam Smith, que más tarde fuera abrazada por
Carl Menger, fundador de la Escuela Austríaca de Economía. La razón de esto,
comenta Fékete, es que la demanda de crédito es estacional, por lo que las
existencias de oro más la producción anual de este resultan insuficientes para
satisfacerla. Las letras reales dotan al sistema de ese necesario crédito
cíclico. Este papel debe vencer en no más de 90 días y ser pagadero en moneda
de oro, como antes la NASOE ha explicado en su propuesta de las “letras de
oro”, necesaria para retomar un patrón áureo renovado y sostenible. De esta
manera se conforma un crédito “autoliquidable”, en oposición a uno que se
autoperpetúa como en el sistema actual, cuyas bases de papel, se establecieron
como vemos hace 100 años.
En suma, podemos decir que la política de
operaciones de mercado abierto funcionó de manera ilegal de 1921 a 1935, cuando
una enmienda a la ley de la Fed de 1913, la legalizó de manera retroactiva. Eso
sí, antes en 1933, el gobierno americano había expropiado el oro de la gente,
el dinero constitucional. La enmienda se presentó como un cambio
“insignificante”, un “tecnicismo” relacionado con la práctica de la banca
central de inyectar o drenar fondos del sistema bancario, nada más. Ni una
palabra respecto de la monetización de la deuda que continúa más fuerte que
nunca.
Fékete asegura que pese a que lo que hoy llama
la atención es la creación de dinero “de la nada” de la Fed, en realidad hay
algo mucho más grave y preocupante detrás: la política de operaciones de
mercado abierto aquí expuesta. Y es que aquella le otorga a la Fed un poder
ilimitado para deprimir artificialmente las tasas de interés en todos los
vencimientos, a través del mecanismo de transmisión de la “especulación libre
de riesgo” en el mercado de bonos, que explicaremos en la siguiente entrega.
Esa estructura descendente de la tasa de interés destruye el capital, lo que
anticipa que viviremos una nueva Gran Depresión que hará que la del siglo XX,
luzca como un día de campo.
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