Pierde el miedo a fracasar
Forbes - viernes, 31 de octubre de 2014
Hay que perder el miedo a fracasar, y en lugar
de estigmatizar a aquellos que trataron y no llegaron, vale más preguntarles
qué aprendieron y qué harían distinto.
“El fracaso es una gran oportunidad
para empezar otra vez con más
inteligencia”: Henry Ford.
Vengo de pasar cuatro días en Silicon Valley. Y
vengo inspirado. Vengo reflexionando que hace a ese lugar el más innovador del
mundo. Sin duda, el hecho de que atrae talento de primer nivel; sin duda, el
acceso al capital juega un rol.
Pero mucho más importante que eso es el
espíritu. La sensación de que el mundo puede ser un mejor lugar. El no tener
miedo a fracasar, y el no juzgar a quien fracasa.
Reid Hoffman, el fundador de LinkedIn –que
actualmente cotiza en bolsa por más de 25 billones de dólares y tiene más de
200 millones de usuarios– tardó más de 15 años en crear esta empresa y habla
abiertamente de múltiples veces en que casi quiebra antes de encontrar el
camino al crecimiento con una funcionalidad que permitía importar emails.
Larry Page y Sergey Brin, fundadores de Google,
empezaron indexando links de la recientemente creada Internet manualmente y
pensando que había una mejor forma de ordenar la web desde el garaje de sus
padres. Nadie pensó que estas dos personas iban a poder superar el producto
desarrollado por el entonces líder del mercado AltaVista (que la mayoría de
ustedes probablemente ni recuerden).
Elon Musk, el flamante fundador de la compañía
de autos eléctricos Tesla, vio a su empresa casi quebrar en la crisis automotriz
del 2008 y tuvo que poner todo su dinero y pedirle préstamos a amigos para
mantener la ahora exitosa empresa a flote.
Sal Khan nació de una familia de clase
media-baja en un suburbio de Luisiana y ahora Khan Academy educa a millones de
personas en el mundo. No empezó como una fundación millonaria, empezó con Sal
haciendo videos para que sus sobrinos entiendan mejor ciertas materias, y una
vez que vio que podían ser útiles para más gente, empezó a publicarlos en
YouTube. Hoy, Khan Academy es utilizada por más de 10 millones de estudiantes
por mes.
La tecnología nos da cientos de posibilidades
para empezar empresas con pocos recursos. Podemos compartir nuestros
conocimientos en servicios de blog gratuitos como Tumblr, así como en sitios de
video como YouTube. Podemos crear sitios web y aplicativos móviles que reduzcan
fricción de procesos ineficientes en nuestros países. Podemos colaborar con
gente de todo el mundo comunicándonos por la web y aprender cómo están
innovando en otros lugares. Podemos instruirnos tomando cursos gratuitos en
línea, incluso de universidades como Stanford, MIT y Harvard. Podemos pedir
financiamiento para nuestros proyectos al mundo a través de sitios de
crowd-funding como Indiegogo y Kickstarter.
Podemos donar tiempo en escuelas y
universidades para inspirar a nuevas generaciones. Podemos crear asociaciones
de emprendedores para ayudar a aquellos que tienen buenas ideas a comenzar su
propio emprendimiento. Podemos compartir “historias de guerra” de otros
emprendedores para demostrar que no es fácil llegar y que los objetivos no se
alcanzan en línea recta, sino con subidas, bajadas y muchas veces pasamos cerca
del abismo.
Podemos no estigmatizar a aquellos que trataron
y no llegaron, y en su lugar preguntarles que aprendieron y que harían distinto
en el futuro. Podemos dejar de pensar que emprender es sólo para los jóvenes.
Existen Mark Zuckerbergs que están cambiando el mundo a los 30 años, pero
también Vint Cervs que a los 71 años siguen re-imaginando cómo Internet puede
cambiar nuestras vidas.
Sólo necesitamos pasión y ganas de cambiar las
cosas. Aprendamos de Silicon Valley y no tengamos miedo de fracasar, y si
fracasamos no dejemos de aprender y de volver a intentar.
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