Causa y efecto: el mayor error del
keynesianismo
Forbes - viernes, 31 de octubre de 2014
No puede haber crecimiento sostenible basado en
la deuda. Este error está provocando que con la expansión monetaria y
crediticia, en vez de impulsar el crecimiento del capital se le esté
erosionando cortesía de la especulación “libre de riesgo” en el mercado de
bonos, de la que la Fed es responsable.
Esta es la última entrega de la serie acerca de
los temas que se estudiaron en el más reciente encuentro de la Nueva Escuela
Austríaca de Economía (NASOE) en Londres, celebrado este mes. La crítica se
centró en los efectos contraproducentes de la política de compra de bonos a
cargo de la Reserva Federal (Fed) estadounidense. Como vimos, al alentar la
especulación en el mercado de deuda gubernamental, la Fed presiona a la baja
los tipos de interés en todos los plazos, genera destrucción de capital,
deflación, y el ciclo se repite cada vez que ese banco central trata de que la
economía salga del agujero en que se mete, empleando la misma receta de
inyección monetaria.
¿Cómo ha sido posible un error tan grave pase
tanto tiempo desapercibido como tal? ¿Por qué se siguen aplicando las mismas
falsas medicinas que han probado ser inefectivas para combatir la enfermedad
económica? La respuesta se encuentra en la corriente predominante –el errado
keynesianismo, bajo la cual se han formado la absoluta mayoría de funcionarios
financieros y bancarios de todo el mundo.
Quizá la pifia más recurrente de los
keynesianos esté en su continua confusión entre causas y efectos de lo que la
Escuela Austríaca llama el ciclo de auge y depresión, algo en lo que coincide
la NASOE.
Los austríacos por ejemplo han acusado a los
keynesianos de ver a la inversión como una mera función de la tasa de interés.
En este sentido, una tasa, entre menor sea, impulsaría al alza la inversión y
viceversa. Los keynesianos no observan en el ahorro un objetivo de incrementar
el poder de compra futuro, por lo que creen que deprimir el tipo de interés
será causante de crecimiento económico. Como explican los austríacos, aquí está
una de las confusiones: es la acumulación de ahorrola causa del crecimiento
sostenible, pues la abundancia de éste debe tener como efecto el que las tasas
bajen. Saltarse el paso del ahorro traerá como consecuencia errores de
inversión de los empresarios que más adelante, provocarán una crisis más
severa. No puede haber un correcto cálculo económico bajo la “mano negra” del
banco central en los tipos de interés, vía las operaciones de mercado abierto,
que deberían ser determinados por el mercado libre.
La NASOE va más allá y denuncia la confusión
keynesiana entre crédito y capital, y en especial, entre expansión del crédito
y acumulación de capital. Esta última es hija del ahorro, la otra, de la deuda
exponencial. Debido a ello no puede haber crecimiento sostenible basado en la
deuda, que no puede expandirse ad infinitum. Este error está provocando que con
la expansión monetaria y crediticia, en vez de impulsar el crecimiento del
capital se le esté erosionando cortesía de la especulación “libre de riesgo” en
el mercado de bonos, de la que la Fed es responsable.
En este sentido, Fékete –fundador de la NASOE,
explica que el mayor error del keynesianismo es el dogma de que la causa de la
Gran Depresión fue la caída de precios debido al exceso de ahorro. Sin embargo,
esa caída otra vez, no fue la causa, sino el efecto. El origen fue las
descendentes tasas de interés, de las cuales, las políticas fiscal y monetaria
keynesianas fueron las responsables: desequilibraron el presupuesto,
expandieron el endeudamiento y la Fed monetizó la deuda gubernamental. Pese a
ello, la creencia de Keynes respecto a que las operaciones de mercado abierto
del banco central no tienen dañinos efectos colaterales se ha vuelto por
desgracia, incuestionable.
El propio Mises escribió en La Acción Humana,
unas palabras en su apartado sobre “La Lucha Contra el Error”. Con ellas
criticó a los que “Aspiran a reducir el tipo de interés a cero y a suprimir
así, de una vez y para siempre, la “escasez de capital”. Los arbitristas
monetarios tienen ciertamente razón cuando sus teorías se enjuician a la luz de
las falacias monetarias hoy en día más extendidas”, énfasis agregado. Por eso,
para combatir el error, debe emplearse la única arma de que dispone el ser
humano: la razón.
Es por eso que tenemos el deber de señalar que
la monetización de la deuda a través de la compra de bonos, contrario al dogma,
sí tiene consecuencias muy graves que hemos expuesto a lo largo de esta serie
de artículos. De hecho, con la terminación esta semana de la fase QE3 de
“flexibilización cuantitativa” de la Fed, el asunto vuelve a cobrar especial
relevancia. Esto porque se especula –como ya se ha hecho costumbre, sobre la
manera en que aquella habrá de “salir” de esta política monetaria súper
expansiva y por tanto, comenzar a subir las tasas de interés.
Como revisamos en el artículo “Fed propicia
´ganancias sin riesgo´ en mercado de bonos (II)”, esto no sucederá. Es un
callejón sin salida. De hecho, con la conclusión del QE3, es cuestión de tiempo
para que, de nuevo, los especuladores comiencen a frotarse las manos y, en
cuanto aparezcan mejores precios/menores tasas en los bonos, entren a comprar
con todo anticipándose a la Fed. Es un error pensar que con la conclusión del
QE3 el banco central ya no estará comprando bonos, pues mantiene intacta su
política de reinversión de los que vayan venciendo para sostener su muy laxa
política monetaria. Además, una vez que haya pasado la euforia por la aparente
recuperación de la que goza en Estados Unidos y los mercados bursátiles
comiencen a flaquear, la Fed entraría de nuevo a una nueva fase QE4.
Los especuladores estarán felices, pues una vez
más, habrán obtenido ganancias seguras, sin esfuerzo y como premio solo por
anticiparse al banco central. Claro está también, que su inversión no fue
productiva en ningún sentido, pero sí dañina, toda vez que la especulación
remplaza a la política monetaria como la fuerza que deprime las tasas de
interés. Como resultado, toda estrategia de salida resulta inviable, pues de lo
contrario, el sistema completo colapsa.
Fékete asegura que de esta forma, el banco
central ve frustrados todos sus esfuerzos por combatir la baja de precios, pues
la especulación “sin riesgo” en los bonos, en el peor de los escenarios,
termina por cortarle por completo los frenos hacia la mencionada deflación.
¿Cuál es entonces la amarga medicina que
deberíamos tomar? Lo que nadie quiere –y en particular los políticos, pero que
es indispensable para una salida real de la depresión: tasas de interés
estables, más ahorros, austeridad en el gasto público y acumulación de capital.
Así de lejos estamos todavía, de ver la luz al final del túnel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario