Las 9 ideas para triunfar en el
mundo de hoy que contiene el ensayo perdido de Asimov
El Confidencial - octubre de 2014
En 1959, en plena Guerra Fría, la
empresa de investigación aeronáutica para la que trabajaba el químico
estadounidense Arthur Obermayer recibió un encargo de El Pentágono: encontrar
los enfoques más creativos para desarrollar un sistema de defensa de misiles
balísticos.
El gobierno de Eisenhower tenía
claro que por mucho que se gastara dinero en mejorar la tecnología existente
esta seguiría siendo inadecuada: necesitaban a gente que tuviera ideas
novedosas para adelantar a los rusos.
Cuando Obermayer recibió el
encargo pensó en seguida en su amigo Isaac Asimov (también soviético, pero sólo
de nacimiento). En aquella época el escritor era ya una figura, había publicado
sus mejores novelas de ciencia ficción y se estaba dedicando por completo a la
elaboración de ensayos de divulgación científica. Obermayer invitó a su amigo a
varias reuniones, pero Asimov decidió abandonar el proyecto porque pensaba que
el acceso a información clasificada limitaría su libertad de expresión. Pero
antes de irse, escribió un ensayo para ayudar a los científicos del proyecto a
ser más creativos.
No sabemos si el texto, que
llevaba por título ¿Cómo la gente tiene nuevas ideas?, sirvió a los
investigadores para crear un buen sistema de defensa contra misiles, pero su
carácter universal y premonitorio (como casi todo lo que escribió Asimov), bien
puede ayudar a los profesionales y empresas de hoy en día para triunfar en un
mundo lleno de incertidumbres.
El ensayo había permanecido
oculto hasta la semana pasada, cuando Obermayer cedió el texto a la revista
Technology Review, que lo ha publicado íntegro. Estas son sus nueve ideas más
destacadas.
1. El proceso creativo es igual
en todos los ámbitos
Como buen humanista, Asimov
pensaba que la creatividad es necesaria en todos los campos del saber, y su
funcionamiento no difiere en absoluto entre una u otra especialidad. No importa
que persigamos alcanzar “la evolución de una forma de arte, un nuevo gadget o
un nuevo principio científico, todos implican factores comunes”.
En el mundo actual tendemos a
exigir creatividad en determinadas profesiones, y negárselas a otras. Pero el
progreso requiere creatividad en todos los campos.
2. Para imaginar el futuro hay que conocer el
pasado
Como todo buen escritor de
ciencia ficción, Asimov sabía que para imaginar el futuro es necesario conocer
el pasado. “Una forma de investigar el problema [el proceso creativo] es
estudiar las grandes ideas del pasado para saber cómo fueron generadas”. El
escritor reconoce que muchos de los grandes pensadores de la historia ni
siquiera sabían cómo tuvieron sus ideas, pero cree que, en la mayoría de
ocasiones, el secreto reside en conocer bien qué se ha investigado previamente
sobre un asunto. Ya lo decía otro Isaac (Newton), citando a Bernardo de
Chartres: “Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de
gigantes”.
3. Hay que saber ver conexiones
entre cosas aparentemente desconectadas
Para Asimov, toda buena idea
aparece cuando somos capaces de ver las cosas más allá de nuestra especialidad.
Es por ello que los equipos y pensadores multidisciplinares son clave para
generar buenas ideas.
El escritor pone como ejemplo el
advenimiento de una de las grandes ideas del siglo XIX, la teoría de la
selección natural, a la que llegaron de forma independiente, pero muy similar,
los naturalistas Charles Darwin y Alfred Wallace –según Asimov, una prueba de
que el proceso creativo funciona siempre de forma similar–.
“Está claro que en la primera
mitad del siglo XIX muchos naturalistas habían estudiado la forma en la que las
especies se diferenciaban entre sí. También mucha gente había leído a Malthus.
Y, quizás, algunas personas habían estudiado las especies y habían leído a
Malthus. Pero lo que se necesitaba era a alguien que hubiera estudiado las
especies, hubiera leído a Malthus y, además, tuviera la capacidad para conectar
ambas ideas”. Y eso es lo que hicieron Darwin y Wallace casi al mismo tiempo.
4. Las mejores ideas son las que
parecen irrealizables
Una vez que se conectan dos
ideas, la asociación parece obvia, pero no lo era hasta entonces. “Una nueva
idea sólo parece razonable bastante tiempo después de haberse pronunciado”,
asegura Asimov. “Normalmente, al principio, parece irracional. Parecía el colmo
de la sinrazón suponer que la tierra era redonda y no plana, que se movía
alrededor del Sol o que los objetos requieren una fuerza para detenerse cuando
están en movimiento en lugar de una fuerza para mantenerlos en movimiento”.
Sólo el tiempo acaba dando la razón a quien la tenía.
5. Los grandes pensadores son
excéntricos (pero tienen seguridad en sí mismos)
Dado que las grandes ideas son
siempre rompedoras, sus defensores tienen que ser personas con una gran
seguridad en sí mismas, y muy convencidos de aquello que proponen, para que
estas lleguen a buen puerto. En opinión de Asimov, solo las personas capaces de
enfrentarse a lo que el resto de personas consideran de sentido común tienen
posibilidades de tener éxito. Para el escritor, una organización que persiga
innovar debe tolerar la excentricidad, pues los grandes genios suelen ser
también poco convencionales en sus hábitos. (Ahora bien, Asimov reconoce que
hay gente chiflada que no tiene nada de talento, así que no hace falta hacer
los procesos de selección en un psiquiátrico).
6. Deja que las personas trabajen
en solitario…
El ensayo de Asimov contiene un
importante consejo para gestores, managers y directivos en general. En su
opinión, a la hora de afrontar un problema, es mejor dejar que las personas
barrunten sus propias ideas para resolver el mismo en solitario, antes que
juntar a todo el mundo en una sala para discutir el problema.
“Mi impresión es que para ser
creativo se requiere soledad. La persona creativa, en cualquier caso, está trabajando
continuamente. Su mente está procesando la información en todo momento, incluso
cuando no es consciente de ello. La presencia de otras personas sólo puede
inhibir ese proceso, ya que los procesos creativos son embarazosos. Por cada
nueva buena idea hay decenas de miles horribles, que, naturalmente, no vas a
querer mostrar”.
7…Pero empújalas a cooperar
Todo creador necesita su espacio,
pero Asimov cree que, una vez que la gente haya pensado cómo se puede resolver
uno u otro problema, hay que poner las ideas en común. En opinión del escritor,
las reuniones son una pérdida de tiempo sino sirven para que cada persona tenga
la oportunidad de dar su punto de vista (por loco que parezca) y se logre
encontrar asociaciones validas entre distintos enfoques.
Para lograr esto, Asimov propone
que las reuniones se enfoquen como si fueran debates. Para ello es necesario
que una persona haga de moderador, y conceda turnos equitativos de palabra a
todos los participantes. Por lo general, en las reuniones, siempre hay alguien
que lleva la voz cantante, y no siempre se deja hablar a todo el mundo. Y esto
es un error que mina el proceso creativo.
“Si una persona tiene una mayor
reputación que el resto, o se expresa mejor, o tiene una personalidad más
imponente, puede tomar el control de la reunión y reducir al resto de
asistentes a la obediencia pasiva”, explica Asimov. “Ese individuo puede ser
muy útil, pero mejor que trabaje solo, para que no neutralice al resto”.
8. Las organizaciones deben crear
un ambiente informal
El ensayo de Asimov contiene un
consejo que deberían tener muy en cuenta los gestores y responsables de
Recursos Humanos (en una época en que los procesos laborales están más
controlados que nunca). El escritor tiene claro que las empresas deben ser permisivas
con sus trabajadores si quieren que estos tengan buenas ideas. El ambiente debe
ser relajado e informal. “Para alcanzar los mejores resultados se necesita
jovialidad, el uso de nombres de pila y bromas”, asegura Asimov. “No porque
sean buenas en sí mismas, sino porque fomentan la voluntad para participar en
la locura creativa”
9. No se puede pagar un salario
para que la gente sea creativa
Parece que una de las mejores
cualidades que se pueden atribuir a un trabajador es que es “reponsable”. Pero Asimov
cree que, exigir responsabilidades a los empleados –en el sentido de pedir una
rendición de cuentas– es contraproducente si lo que queremos es que sean
creativos. “Las grandes ideas de todos los tiempos vinieron de gente a la que
no se estaba pagando por tener buenas ideas, sino que se les estaba pagando por
ser profesores, secretarios de una oficina de patentes, funcionarios o ni
siquiera se les estaba pagando”, asegura el escritor. “Las grandes ideas surgen
como asuntos secundarios”.
La creatividad, asegura con
rotundidad, no puede exigirse como contraprestación a un salario: “Sentirse
culpable porque no se merece el salario ya que no se ha tenido una gran idea es
la mejor manera de asegurarse de que ninguna buena idea aparecerá en el futuro”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario