Cómo se siembra un negocio
Forbes - miércoles, 29 de octubre de
2014
La búsqueda de oportunidades no es el único
camino que tiene el emprendedor. Existe uno que puede ser mejor: sembrar el
negocio.
Siempre nos han dicho que el núcleo de la vida
empresarial es la búsqueda de oportunidades. Las teorías administrativas
afirman que la base para emprender es la claridad de la meta, la visión de cómo
obtenerla, los valores que nos llevarán a llegar a ella y el plan de acción.
Sin duda, todo eso es correcto; no seré yo la que contradiga a Michael Porter.
Sin embargo, la búsqueda de oportunidades no es el único camino que tiene el
emprendedor. Existe uno que puede ser mejor. Se puede sembrar el negocio.
Por años hemos visualizado al empresario como a
un cazador de mariposas que eleva su red al cielo para atrapar, en el momento
preciso, el tesoro deseado. Al hacerlo así, dejamos un tramo de la
responsabilidad a la suerte y a la observación. Así, el que tiene la fortuna o
la agudeza de atrapar una oportunidad, conseguirá el éxito. Pero habrá otros
que vivirán eternamente con la red en el aire sin conseguir nada. En cambio, si
vemos al emprendedor como un agricultor que prepara el terreno, lo fertiliza,
lo deja listo para recibir la semilla, cuida los brotes y los hace crecer,
entonces la responsabilidad del éxito recae en el trabajo.
Un cazador y un agricultor persiguen un mismo
objetivo: llegar a casa con algo para poner en la mesa. La diferencia entre uno
y otro es el tiempo para lograr la meta y lo distinto de sus recompensas. En el
mejor de los casos, el cazador podrá atrapar varias piezas, mientras el
agricultor cosechará toneladas de frutos. Claro, uno lo hace de inmediato y
otro tiene que esperar. Ambos métodos son válidos. Lo que pasa es que en
términos empresariales vemos al emprendedor más como un cazador de
oportunidades que como un sembrador. Las nuevas tendencias están cambiando la
apreciación: se sienten más atraídas por los mejores rendimientos de la siembra
de nuevos negocios.
Sí, pero ¿cómo se siembra en el terreno
empresarial? Todo parte, como siempre, de una idea de negocio que apasione al
emprendedor; ésa es la semilla. Acto seguido, debemos convocar a un equipo de
trabajo que se entusiasme con el proyecto y cuyas características abonen a su
crecimiento. Es decir, tenemos que congregar a personas cuyas habilidades,
competencias y experiencias sean el fertilizante que potencie el proyecto.
También es necesario diseñar un plan de compensaciones que los ayude a seguir
entusiasmados con el plan.
Lo siguiente es crear un ecosistema virtuoso
que propicie el crecimiento, es decir, una red de empleados con actividades
específicas que enfoquen sus esfuerzos en generar utilidades a partir de cada
uno de los eslabones de la cadena de valor de una empresa. Así, cada quien,
desde su trinchera, verá la forma de rentabilizar las compras, la producción,
las ventas, la administración, la logística, la investigación y desarrollo que
requiera el proyecto.
Para reforzar estos ecosistemas empresariales
virtuosos, Lynda Applegate, profesora de la Universidad de Harvard, aconseja
apoyarse en tres pilares fundamentales: recurrir a incubadoras, hacer uso de
aceleradoras y estar abiertos a la innovación. ¿Qué significa eso?
Las incubadoras son organizaciones dedicadas a
acompañar al emprendedor para alcanzar el éxito. Proveen recursos
profesionales, servicios compartidos, y en ocasiones hasta espacio para
trabajar. Aconsejan cómo minimizar el riesgo que implica empezar algo nuevo. Su
propósito primordial es ayudar a crear y crecer empresas jóvenes proveyéndolas
del apoyo necesario en cuanto a servicios técnicos y financieros, para que el
proyecto alcance una vida larga. La incubación proyecta un futuro ideal por
medio de un plan de negocio bien estructurado. Conforme va operando se van
vigilando los posibles cambios y se verifican los objetivos. Es en esta fase en
la que se desarrollan de manera real los modelos de trabajo que emanan del plan
de negocio. También se fortalecen las áreas de oportunidad y se vigila que las
amenazas estén controladas y no hieran de muerte al proyecto.
Las aceleradoras de empresas son instituciones
que ofrecen programas de capacitación, formación intensiva, educación digital y
tutorización, con el fin de acompañar al empresario para que pueda adquirir
contactos, financiamiento, conocer las mejores prácticas de negocio. El modelo
de negocio de las aceleradoras está basado en generar un retorno del dinero
invertido en el proyecto desde las primeras etapas, en la medida de lo posible.
Ambas, incubadoras y aceleradoras, son modelos
en que los empresarios pueden proteger su proyecto mientras crece y gana
fuerza. Además del acompañamiento que ofrecen con la asesoría y consejo de
expertos, está la compañía de otros empresarios que van siguiendo el mismo
proceso y cuyas experiencias se comparten y sirven de ayuda. Así, como una
comunidad que se forma trabajando a un ritmo similar y bajo la misma
protección, se forman los ecosistemas virtuosos de emprendimiento.
El último elemento es la apertura a la
innovación. En el modelo de siembra de negocios, estar abierto a la innovación
significa ver el negocio desde distintos puntos de vista. Es preciso salir del
encierro que implica la opinión de uno mismo y del equipo de trabajo y recurrir
al exterior. Es decir, apoyarse en las sugerencias de los proveedores, vigilar
lo que está haciendo la competencia y, sobre todo, escuchar las quejas y
sugerencias que tienen los clientes. La fuente más valiosa con la que se cuenta
es la más dura de apreciar. Una queja lleva implícita la sinceridad que emana
de la molestia de un cliente. Lo mejor que podemos hacer es atacar de raíz esa
molestia y desaparecerla. Si no se puede eliminar, la tarea del equipo será
lograr diluirla hasta su mínima expresión.
Hoy, más que nunca, los emprendedores reconocen
las ventajas de formar redes de acompañamiento que los ayuden a transitar en el
proceso de echar a andar una empresa. La opción de hacerlo en soledad aumenta
el riesgo, o adiciona riesgos que pueden ser evitados. Además, al compartir
experiencias, los emprendedores se acompañan en los tiempos de espera, se
asisten en los momentos de incertidumbre y se forma una red de contactos que
más tarde o más temprano servirán para hacer crecer los negocios.
Al sembrar un negocio se pone la
responsabilidad en primer plano y la suerte se busca, no se espera. El que
siembra, sabe con claridad lo que quiere cosechar y lo que debe esperar. Esta
nueva tendencia está echando raíces y dando buenos frutos.
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