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sábado, 25 de octubre de 2014

farmacéuticas

Los conejillos de Indias de la Alemania comunista


El País - ‎ ‎octubre‎ de ‎2014
Unas 70 farmacéuticas occidentales, entre las que están las actuales principales compañías del sector, realizaron ensayos clínicos de nuevos fármacos en la antigua Alemania comunista. Investigadores que han revisado incluso los archivos de la Stasi, la policía secreta del régimen, cifran en al menos 14.000 los alemanes que participaron en los test. No han encontrado pruebas de que fueran informados pero tampoco de que no se siguieran los protocolos de investigación.


Desde la reunificación alemana, en 1990, varios medios publicaron informaciones sobre estos experimentos. Pero no fue hasta 2012 que el asunto tuvo alcance internacional. Entonces, el semanario Der Spiegel inició una serie de artículos sobre lo que parecía un pacto contra natura: farmacéuticas de países capitalistas usando a ciudadanos de la Alemania comunista como cobayas bajo la supervisión de las autoridades del régimen. Y todo por unos cuantos marcos.

Así contado, la noticia provocó una gran alarma y escándalo. Ahora, para separar el trigo de la paja, tres investigadores independientes del Instituto para la Historia y la Ética de la Medicina de la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Núremberg (Alemania) han buceado en los archivos oficiales del Sistema de Salud de la República Democrática Alemana (RDA) y en los de la Stasi.

Lo que encontraron fue un sofisticado y muy reglado sistema de autorizaciones y contratos ideado a comienzos de los años 80. Entonces, el Sistema de Salud, emblema de los logros del socialismo, estaba al borde de la bancarrota, una situación que, por otro lado, vivía toda la economía del Estado. Para generar divisas, la Oficina de Consultas para la Importación de Medicamentos y la compañía Berlinesa de Importación/Exportación firmaron una serie de contratos con compañías occidentales.

La mayoría de las 68 farmacéuticas que aparecen en los archivos son de la entonces Alemania Federal y Suiza, aunque también las hay estadounidenses, británicas o francesas. La legislación de la RDA exigía que los ensayos clínicos en sus distintas fases de I a III sólo se podían hacer con el consentimiento informado de los participantes sobre el procedimiento, los efectos esperados y sus posibles riesgos.

"Entre 1983 y 1990, se realizaron al menos 220 ensayos clínicos usando fármacos fabricados por compañías occidentales", escriben los autores en los resultados de su investigación, publicados por el British Medical Journal. Aunque el número exacto de participantes se desconoce, en los archivos aparecen algo más de 14.000. Lo que no han encontrado los investigadores son pruebas de que fueran informados pero tampoco de lo contrario.


Aunque Der Spiegel hablaba de experimentos con sustancias dopantes suministradas a niños prematuros o uso de placebo en pacientes con enfermedades graves, los investigadores rebajan el tono. Entre los fármacos ensayados, algunos aún disponibles en las farmacias, había un poco de todo: agentes para la quimioterapia, antidepresivos, antialérgicos, anticoagulantes como la heparina, insulina y hasta pasta de dientes.

Por parte alemana, participaron casi un centenar de instituciones, pero la mayoría de los ensayos se realizaron en nueve facultades de medicina, encabezadas por la de la Universidad Humboldt de Berlín, la Academia de Ciencias de Dresde o el berlinés Hospital Universitario Charité.

Varias decenas de los participantes murieron durante los test pero los investigadores no han encontrado pruebas que indiquen que lo fueron por la administración de los fármacos. De hecho, para participar en un estudio de fase III, los sujetos han de tener la enfermedad para la que se ha diseñado el fármaco. Y, muchos, escriben los autores del estudio, "estaban seriamente enfermos".

Por unos millones de marcos

Los contratos analizados revelan que las compañías occidentales pagaron por los ensayos un total de 16,5 millones de marcos alemanes, unos 1.150 millones de pesetas de la época. Dada la perentoria necesidad de la economía de la Alemania del este, los pagos se hacían en divisas y sólo la mitad iban para el Sistema de Salud y, el resto, para los Ministerios de Sanidad y de Educación Superior. Los pacientes no recibieron nada.


"El mayor problema moral es que los ensayos farmacéuticos se realizaron sin que la población fuera informada. En concreto, los acuerdos comerciales fueron realizados sin el conocimiento de los ciudadanos germano orientales con el objeto de servir a los intereses económicos de un país que se acercaba vertiginosamente a la bancarrota financiera", concluyen los investigadores.

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