Los conejillos de Indias de la Alemania
comunista
El País - octubre de 2014
Unas 70 farmacéuticas occidentales, entre las
que están las actuales principales compañías del sector, realizaron ensayos
clínicos de nuevos fármacos en la antigua Alemania comunista. Investigadores
que han revisado incluso los archivos de la Stasi, la policía secreta del
régimen, cifran en al menos 14.000 los alemanes que participaron en los test.
No han encontrado pruebas de que fueran informados pero tampoco de que no se
siguieran los protocolos de investigación.
Desde la reunificación alemana, en 1990, varios
medios publicaron informaciones sobre estos experimentos. Pero no fue hasta
2012 que el asunto tuvo alcance internacional. Entonces, el semanario Der
Spiegel inició una serie de artículos sobre lo que parecía un pacto contra
natura: farmacéuticas de países capitalistas usando a ciudadanos de la Alemania
comunista como cobayas bajo la supervisión de las autoridades del régimen. Y
todo por unos cuantos marcos.
Así contado, la noticia provocó una gran alarma
y escándalo. Ahora, para separar el trigo de la paja, tres investigadores
independientes del Instituto para la Historia y la Ética de la Medicina de la
Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Núremberg (Alemania) han buceado en
los archivos oficiales del Sistema de Salud de la República Democrática Alemana
(RDA) y en los de la Stasi.
Lo que encontraron fue un sofisticado y muy
reglado sistema de autorizaciones y contratos ideado a comienzos de los años
80. Entonces, el Sistema de Salud, emblema de los logros del socialismo, estaba
al borde de la bancarrota, una situación que, por otro lado, vivía toda la
economía del Estado. Para generar divisas, la Oficina de Consultas para la
Importación de Medicamentos y la compañía Berlinesa de Importación/Exportación
firmaron una serie de contratos con compañías occidentales.
La mayoría de las 68 farmacéuticas que aparecen
en los archivos son de la entonces Alemania Federal y Suiza, aunque también las
hay estadounidenses, británicas o francesas. La legislación de la RDA exigía
que los ensayos clínicos en sus distintas fases de I a III sólo se podían hacer
con el consentimiento informado de los participantes sobre el procedimiento,
los efectos esperados y sus posibles riesgos.
"Entre 1983 y 1990, se realizaron al menos
220 ensayos clínicos usando fármacos fabricados por compañías
occidentales", escriben los autores en los resultados de su investigación,
publicados por el British Medical Journal. Aunque el número exacto de
participantes se desconoce, en los archivos aparecen algo más de 14.000. Lo que
no han encontrado los investigadores son pruebas de que fueran informados pero
tampoco de lo contrario.
Aunque Der Spiegel hablaba de experimentos con
sustancias dopantes suministradas a niños prematuros o uso de placebo en
pacientes con enfermedades graves, los investigadores rebajan el tono. Entre
los fármacos ensayados, algunos aún disponibles en las farmacias, había un poco
de todo: agentes para la quimioterapia, antidepresivos, antialérgicos,
anticoagulantes como la heparina, insulina y hasta pasta de dientes.
Por parte alemana, participaron casi un
centenar de instituciones, pero la mayoría de los ensayos se realizaron en
nueve facultades de medicina, encabezadas por la de la Universidad Humboldt de
Berlín, la Academia de Ciencias de Dresde o el berlinés Hospital Universitario
Charité.
Varias decenas de los participantes murieron
durante los test pero los investigadores no han encontrado pruebas que indiquen
que lo fueron por la administración de los fármacos. De hecho, para participar
en un estudio de fase III, los sujetos han de tener la enfermedad para la que
se ha diseñado el fármaco. Y, muchos, escriben los autores del estudio,
"estaban seriamente enfermos".
Por unos millones de marcos
Los contratos analizados revelan que las
compañías occidentales pagaron por los ensayos un total de 16,5 millones de
marcos alemanes, unos 1.150 millones de pesetas de la época. Dada la perentoria
necesidad de la economía de la Alemania del este, los pagos se hacían en
divisas y sólo la mitad iban para el Sistema de Salud y, el resto, para los
Ministerios de Sanidad y de Educación Superior. Los pacientes no recibieron
nada.
"El mayor problema moral es que los
ensayos farmacéuticos se realizaron sin que la población fuera informada. En
concreto, los acuerdos comerciales fueron realizados sin el conocimiento de los
ciudadanos germano orientales con el objeto de servir a los intereses
económicos de un país que se acercaba vertiginosamente a la bancarrota
financiera", concluyen los investigadores.
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