Cómo superar la
"nueva mediocridad"
El Cronista - lunes, 20 de octubre de
2014
Hemos de creer que el lento crecimiento de la
economía mundial es algo perpetuo? Christine Lagarde del Fondo Monetario
Internacional cree que sí; "La nueva mediocridad" es el término
desalentador que empleó la directora general para describir lo que ella ve como
la nueva normalidad. Las previsiones de empeoramiento publicadas en números
sucesivos de la Perspectiva Económica Mundial (WEO) apoyan su punto de vista.
Resalta el hecho de que no sólo ha sido pobre el desempeño de las economías de
altos ingresos, sobre todo en la eurozona, sino que en el mediano plazo las
economías emergentes tienen las perspectivas más sombrías.
Sin embargo, las desilusiones deben mantenerse
en proporción. Si el crecimiento promedio anual de las economías emergentes se
mantuviera por encima del 5% , su producción se duplicaría cada 14 años. Esto
significaría un rápido incremento en los niveles de vida de una gran parte de
la humanidad. Otro aspecto positivo es que se espera que las economías
emergentes de Asia logren un crecimiento del 6,5% este año y 6,6% en 2015. Eso
no es poca cosa, ya que esas economías de Asia contienen la mitad de la
humanidad.
El FMI no ha hecho ninguna rebaja de sus
previsiones para las economías emergentes de Asia desde el pasado mes de abril.
Además, la segunda región de mayor crecimiento es África subsahariana. Se
pronostica que un crecimiento del 5,1% este año y 5,8% en 2015. Dado que estas
dos regiones contienen casi la totalidad de las personas más pobres del mundo,
esta actuación es de mucho mayor significado humano que las decepciones en
otras partes.
Preocupa, sin embargo, que las rebajas podrían
continuar en el futuro más lejano. Una de las razones para creer que eso no
será el caso es la escala de las desilusiones más recientes. La economía rusa,
por ejemplo, está estancada. El desempeño de las economías de América Latina y
el Caribe es un poco mejor, con un crecimiento del 1,3% este año y 2,2% en
2015. Siempre es posible que a estas economías les vaya peor: el deseo de
Vladimir Putin de mantener una relación hostil con Occidente bien puede
resultar en eso para Rusia. Pero también hay un gran potencial para el alza.
El problema es que los pronósticos a mediano
plazo del FMI ya suponen un rebote en las economías emergentes. Se teme que
este repunte podría no producirse debido a la "falta de acción por las
limitaciones estructurales ... un endurecimiento de las condiciones financieras
mundiales, un ritmo lento de la recuperación en las economías avanzadas, o
cualquier combinación de estos factores".
El FMI añade que la economía de China podría
sufrir una desaceleración mayor que la esperada por ahora. Esto se debería
probablemente no a una crisis financiera (que debe evitarse), sino a no poder
sustituir la demanda que se perderá cuando los auges insostenibles de crédito
desaparezcan. Esto, después de todo, es lo que sucedió con los países de altos
ingresos después de que su crecimiento impulsado por el crédito se detuviera
hace más o menos siete años.
La WEO enfatiza el riesgo a mediano plazo de
bajo crecimiento potencial y de "estancamiento secular" en las
economías de altos ingresos. El primero significa un débil crecimiento de la
oferta. El segundo significa limitaciones estructurales de la demanda,
incluyendo una rápida contracción del crédito en los países vulnerables. Existe
una relación de retroalimentación entre los dos: el débil crecimiento de la
demanda disminuye la confianza y frena la innovación y la inversión. Cuando se
espera que el crecimiento sea lento, el consumo privado y la inversión vacilan.
Esa es la espiral en la eurozona, donde la demanda real es del 5% por debajo de
su pico previo a la crisis y los riesgos de deflación son altos. La inflación
ultra-baja, para no hablar de la deflación, exacerba la carga de la deuda.
En EE.UU., donde las hojas de balances ya no
son tan limitadas y ha habido al menos un modesto crecimiento desde el 2009, la
economía podría ahora empezar a acelerarse. Entre los impulsores de este
crecimiento figuran la energía barata, un repunte de la inversión y una
recuperación de la formación de hogares, que se encuentra en alrededor de la
mitad de sus niveles previos a la crisis. Es poco probable que esto produzca un
salto inflacionario que obligue a la FED a aplicar los frenos. Con la economía
mundial debilitándose y los precios del petróleo en caída, la inflación no
debería ser un verdadero peligro. La FED debería apretar lentamente - y es poco
probable que eso crease problemas para las economías fuera de EE.UU.
La posición de la eurozona es, por desgracia,
diferente. Alemania, su país más solvente, sigue dependiendo de la demanda
externa. También se opone en gran parte a las políticas monetarias no
convencionales que podrían estimular la demanda. Incluso se opone aún más a
poderosas políticas fiscales, ya sea en casa o a través de la eurozona. Se
espera que la magia de la "reforma estructural" despierte un
"espíritu animal", a pesar de que sus propias reformas estructurales
en la década pasada no despertaron semejantes actitudes en casa.
Ante la insistencia de Berlín, la eurozona se
ha convertido en un campo de batalla para los escasos restos de la demanda,
bajo la rúbrica de "competitividad". Esta incapacidad para ir más
allá del marco intelectual de una economía pequeña y abierta a una continental
es una tragedia. Una renovación de la crisis es posible, dado el riesgo de que
los rendimientos de los bonos - ahora subyugados - volverán a empezar a subir.
Es importante no exagerar la posibilidad de una
desaceleración de la economía mundial. Sin embargo, también es vital evitar una
tendencia a la baja del crecimiento. Para hacer frente a este riesgo, es
necesario poner en marcha reformas bien elaboradas tanto en las economías
emergentes como en las de altos ingresos. En esta última, los mayores retos se
encuentran dentro de la eurozona, donde los fracasos para forjar una estrategia
económica equilibrada siguen siendo flagrantes y muy peligrosos. Como argumenta
el FMI, también existe un poderoso argumento para una mayor inversión pública
en infraestructura. Esto podría ser muy rentable y por lo tanto podría bajar la
deuda pública en lugar de aumentarla, en las circunstancias actuales de
crecimiento débil y de tasas ultra-bajas de intereses reales.
Es vital elaborar estrategias de crecimiento
que no ignoren las restricciones de la demanda ni se basen en los auges de
crédito. ¿Puede lograrse? Sí. ¿Se realizará? Lo dudo.
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