Tecnología: ¿Cómo almacenar los recuerdos en la
era moderna?
Forbes - martes, 21 de octubre de 2014
La tecnología está transformando la forma de
estudiar los anaqueles de nuestra cultura. La virtualización 3D o los
videojuegos nos dan pistas de cómo trataremos nuestro patrimonio.
Imaginarse un recorrido en 3D a través de la
arquitectura colonial del Museo de las Casas Reales, en la Zona Colonial, y
recrear las fiestas de las principales figuras de la sociedad de la época o
personificar en un videojuego a Nicolás de Ovando en los salones de la Real
Audiencia, mientras lee una epístola de los Reyes Católicos sobre su deseo de
explotar los recursos naturales de la Hispaniola, es algo que, a priori,
pudiera ser inimaginable. Sin embargo, el concepto de museo en que el visitante
interactúa con el entorno según sean sus preferencias, está más cerca de lo que
pensamos.
El objetivo de las humanidades estriba en
conformar los anaqueles donde se alberga y se preserva nuestra cultura. Los
procesos de digitalización de archivos y colecciones permiten unificar y
publicar en Internet todos los datos, a fin de democratizar el acceso al
conocimiento de una forma sin precedentes.
Por eso, las Humanidades Digitales son un campo
de convergencia entre las disciplinas humanísticas y los nuevos desarrollos de
las ciencias de la computación y el medio digital, para conseguir hitos tan importantes
como digitalizar el patrimonio histórico y cultural, ofrecer recursos en línea
a la cartografía o redefinir de forma global la dimensión educativa de los
museos.
El uso de la informática para el estudio de las
humanidades no es algo nuevo, pero sí bastante reciente. A mediados del siglo
XX, el sacerdote italiano Roberto Busa convenció a Thomas Watson, fundador de
IBM, para llevar a cabo una empresa dantesca: elaborar un índice de
concordancias a partir de más de 11 millones de palabras de las obras de Santo
Tomás de Aquino. Un trabajo arduo y farragoso que duró casi 25 años para ser
culminado.
Hoy pueden analizarse archivos digitales cuyas
dimensiones superan a las de la biblioteca más grande que haya existido. Desde
los años noventa, la creación de Internet y de la informática personal han
sido dos elementos que han acelerado el proceso, porque la personalización de
la tecnología ha transformado nuestro modo de comunicar. Un proyecto como
TranscribeBentham, por ejemplo, implica digitalización, transcripción,
anotación, crowdsourcing, la creación de una red, de páginas web, de un wiki o
una estrategia de medios sociales.
Internet y los dispositivos móviles han
permeado en todos los poros de la vida social, moldeando categorías
sociológicas y psicológicas, para rediseñar la cultura. El cambio más radical
se da en el modo de escribir; hemos pasado de un escrito impreso y estanco a
una escritura democrática, co-creativa y colaborativa, en la que prima la
visualización y la interacción.
El congreso de Digital Humanities 2014 en
Lausanne, Suiza, el evento más grande de humanidades digitales en el mundo
hasta ahora y el congreso anual de más arraigo en el medio, tuvo 2,056 usuarios
usando el hashtag del evento. Con este entorno, cada vez son más los
departamentos universitarios de literatura, filosofía o historia del arte
desde los que se investiga de qué manera las estrategias de la cultura digital
pueden descubrir formas válidas y productivas de producir conocimiento en
estos campos.
Tsunami de datos
En 2001, el Instituto Reischauer de Estudios
Japoneses (RIJS), de la Universidad de Harvard, ya tenía experiencia en el archivo
de contenidos web, pero luego de la crisis del tsunami en 2011, el volumen de
información procedente de 10,000 sitios web era demasiado grande como para que
pudiera capturarse. Los materiales además de blogs y listas de distribución,
incluían documentos gubernamentales, videos de YouTube, grabaciones de sonido,
colecciones de fotografías, testimonios personales, mapas y medios sociales.
Al tiempo que el equipo del RIJS se asociaba
con otras instituciones como Internet Archive (institución estadounidense
dedicada a conservar los archivos de Internet) o la Biblioteca de la Dieta
Nacional de Japón, se fue conformando la idea de crear un archivo en red.
Actualmente, Harvard aloja una parte relevante
de los metadatos suministrados por sus asociados, que ha sido indexada y que
permite realizar búsquedas. Digital Archive of Japan’s 2011 Disasters, el
archivo resultante, engloba mapas con geodatos, entradas de Twitter, 50,000
fotografías, relatos y millares de documentos oficiales.
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