¿Por qué a Grecia (sí) le conviene salir de la
eurozona?
Forbes - jueves, 2 de julio de 2015
A estas alturas, cualquier decisión que tome
Grecia implica enormes costos políticos, sociales y económicos. Sin embargo,
tal vez la salida más rápida y menos dolorosa sea dejar el bloque europeo. ¿Por
qué?
Grecia experimenta una de las peores
encrucijadas económicas en lo que va del siglo XXI: permanecer o abandonar la
eurozona. Si sale, apenas implemente su nueva moneda se prevé que sufra
devaluaciones por encima de 50%. Si continúa en el bloque, más austeridad y
recortes a pensiones serán inevitables para el gobierno griego, acompañadas de
un panorama de recesión de al menos cinco años y protestas sociales sin
precedentes.
La crisis en Atenas ya está vigente: este lunes
29 de junio, los griegos amanecieron con los bancos cerrados, además de una
orden gubernamental —que durará hasta el 5 de julio— de control de capitales,
incluidos los cajeros automáticos, para que los retiros por persona no rebasen
los 60 euros. De ahí la urgencia del gobierno de Alexis Tsipras para concretar
un acuerdo con la zona euro.
En el caso de que aceptara las decisiones de la
Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión
Europea), Grecia tiene que adoptar una disciplina fiscal muy importante. Eso va
a limitar el crecimiento, pero, por otro lado, va a contar con el respaldo de
las instituciones financieras, y en ese sentido no es menor una cantidad de
recursos atados al cumplimiento, dice Leticia Armenta, directora del Centro de
Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México.
El problema con los planes de austeridad de la
Troika es que, al implementarlas, Atenas no puede devaluar su moneda, política
que generalmente acompaña los recortes de gasto gubernamental. Esto impide que
sus exportaciones sean más competitivas, explica Paul Krugman, Premio Nobel de
Economía 2008, en un artículo de The New York Times.
“La economía griega colapsó, en gran parte,
como resultado de las medidas de austeridad, arrastrando la recaudación con
ellas. Y este colapso, a su vez, tuvo mucho que ver con el euro, que atrapó a
Grecia en una camisa de fuerza económica”, argumenta el economista
estadounidense.
Aun así, todas las medicinas propuestas por los
acreedores europeos son amargas para Grecia y tendrá que escoger la que
implique menos daño en el largo plazo. Mientras los gobiernos e inversionistas
europeos temen el default griego, países como Islandia y Canadá, ejemplifica el
Premio Nobel, han implementado políticas de austeridad, decidieron caer en el
impago… y se recuperaron… Aunque Grecia, sin su propia moneda, no tuvo esta
opción.
Pero también esta vía tiene muchas
dificultades. La industria griega, en caso de salir de la zona euro, no tiene
la fortaleza de las exportaciones petroleras de Canadá, ni el apoyo del FMI que
tuvo Islandia luego de que no rescatara a la banca nacional.
A estas alturas, todas las decisiones de Grecia
incluyen un costo; no obstante, existen aspectos positivos que podrían
beneficiar a la nación helena si abandona el bloque europeo.
“Se decía incluso que el gobierno griego tiene
un diseño de estrategia para salir del euro. En realidad podría no ser el
camino más doloroso. Es un hecho que Grecia quedaría aislado del sistema
financiero internacional, pero, por otro lado, podría encontrar un nuevo camino
para retomar el crecimiento, pues si se queda, las medidas de austeridad a las
que se sometería serían demasiado agresivas”, dice Carlos Brown, asesor y
consultor económico independiente.
¿Por qué sí le conviene?
Sin una reestructura de deuda para Grecia, que
asciende a 317,000 millones de euros (177% de su PIB), el plan de la eurozona
implicaría un programa de choque con un costo social muy alto. Además, la
recesión duraría por lo menos cinco años, comenta en entrevista Pablo López
Sarabia, coordinador de Estudios Económicos de Banamex.
Si los griegos dicen que “no” a la propuesta de
los acreedores durante el referéndum del próximo 5 de julio, existiría la
posibilidad de incorporar una nueva moneda, y Grecia podría pagar salarios y
servicios… aunque generaría inflación.
“Tendrían el control de su política monetaria.
La parte positiva de la salida es que podría haber una recuperación de la
economía griega en el corto plazo. Eso pinta bien porque tendrían recursos,
controlarían el dinero. Podrían afrontar sus compromisos e impulsar el
crecimiento”, explica López Sarabia.
Además, si la moneda va perdiendo valor (porque
no está respaldada) tendría una depreciación acelerada; eso generaría un
incentivo para los exportadores griegos.
Pero, ¿la industria de Grecia soportará los
golpes de una salida del euro? Sin considerar las aceitunas y el cemento,
prácticamente no tiene una, excepto la turística. “No hay una industria que les
permita competir por una depreciación cambiaria”, advierte el analista de
Banamex.
La tercera vía
Desde su creación, la Unión Europea no
consideró el retiro de alguno de sus miembros.
Por ello, el analista de Banamex retoma un concepto de la teoría de
juegos que podría ayudar a resolver la crisis entre la eurozona y Grecia: el
equilibrio ineficiente, es decir, que ambos traten de perder lo menos posible.
“Los griegos tendrán que ceder. ¿Dónde? En
hacer ajustes a las pensiones, subir los impuestos al consumo y alcanzar el
superávit fiscal”, explica.
Para este 2015, la eurozona tiene contemplado
un superávit fiscal de 1%, mientras que
los griegos proponen solamente 0.6%, y en tres años, de 3.5% de su PIB, lo que
representa una meta que difícilmente alcanzarán los griegos, según el analista.
El gasto en defensa es un margen que también
puede disminuir Grecia, aunque sería mínimo. Esto exigiría el ajuste a
pensiones y alza de impuestos. Sin embargo, la eurozona —en particular
Alemania— también deberá mostrar flexibilidad: “Es una cuestión económicamente
básica de inviabilidad. Dada la tasa de desempleo y la atonía de crecimiento
que ha registrado la economía griega durante los últimos cinco años, no hay
manera de manejar el flujo de efectivo que les permita pagar su nivel de
deuda”, comenta López Sarabia.
Entonces, la Unión Europea necesita extender el
plazo y generar una amortización, con una tasa más baja, o realizar una
condonación de deuda, circunstancia que no sería extraordinaria.
“En 2011, durante la primera etapa de crisis
griega para el segundo paquete de rescate, los acreedores privados estuvieron
dispuestos a absorber 50% de una quita de deuda, que ha sido una de las más
grandes que se ha hecho en el mundo de esa proporción”, recuerda el analista.
Pero para llegar a ese equilibrio ineficiente
se necesita que Grecia y la Unión Europa cedan en conjunto con incentivos
políticos. “La situación no es fácil. Requiere compromiso de ambas partes. Las
dos cosas duelen para los alemanes y la eurozona: hacer ajustes y reestructura
de la deuda tiene un costo político, sobre todo para los electores alemanes,
que en su imaginario colectivo sienten que ya han hecho lo suficiente.”
El martes 30 de junio, el FMI declaró
oficialmente a Grecia en moratoria de pago, después de que las autoridades
helénicas no pagaron 1,500 millones de euros que se tenían pactados.
Mientras tanto, una nueva política de
austeridad, caer en impago o incluso la salida de Grecia de la eurozona son
escenarios que dependerán del referéndum de este domingo 5 de julio, pero
podrían subordinarse si el bloque europeo decide reestructurar la deuda griega
en condiciones favorables para ambos. El desenlace de esta tragedia griega aún
está en suspenso.
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