El pingüe negocio de la industria
"cazatesoros" en Florida
EFE - miércoles, 29 de julio de
2015
El reciente hallazgo de 60
monedas de oro procedentes de un galeón español del siglo XVIII, recuperadas
por "cazatesoros" en el fondo marino de la costa este de Florida,
pone de nuevo el foco en el saqueo que sufren los pecios de bandera española.
Para nadie es un secreto que la
costa este de Estados Unidos, principalmente la de Florida, es una zona que
acoge restos de viejos galeones españoles, de cientos de pecios, probablemente,
sobre los que tienen puestos sus ojos, recursos y tecnología las compañías
"cazatesoros".
Son incontables los naufragios de
galeones, fragatas y cargueros españoles en las cálidas aguas de Florida y a lo
largo de las rutas comerciales que dieron la vuelta al mundo.
A esta búsqueda en las costas de
Florida de los míticos tesoros y yacimientos subacuáticos de bandera española
se apunta hoy cualquier vecino que cuente con un detector de metales.
Es el caso de la familia Schmitt,
residente en Sanford, que recuperó del fondo marino, utilizando un detector de
metales, 60 monedas de oro valoradas en más de un millón de dólares,
procedentes de un galeón español que naufragó hace 300 años.
Eric Schmitt y su familia
recuperó a 4,5 metros de profundidad en la costa de Fort Pierce, en el condado
de St.Lucie (sureste de Florida), monedas de oro que viajaban en alguno de los
once galeones de la Flota Española que naufragaron el 31 de julio de 1715 en
esa zona a causa de un huracán.
Se trata de "uno de los más
asombrosos rescates de la historia de la Flota (Española) de 1715. Felicidades
a la familia Schmitt", señaló en su página de Facebook la compañía 1715
Fleet-Queens Jewels, poseedora de los derechos sobre el lugar del naufragio
donde fueron encontradas las monedas y una cadena de oro de 12 metros de largo.
Esta compañía fundada en 2010 por
William y Brent Brisben es una de las que opera en aguas de Florida, un Estado
que atesora en cada yacimiento subacuático una cápsula del tiempo cuyo valor
histórico y cultural permanece todavía sellado en un gran número de casos.
Si bien la empresa 1715
Fleet-Queens Jewels afirma en su web que su prioridad es "llevar la
asombrosa historia de la Flota de 1715 al público" y "educar a la
gente sobre la colonización española del Nuevo Mundo", en otra, se
convierte en almoneda de oro, plata y artefactos extraídos.
"Aquí está tu oportunidad de
poseer una pieza rara y valiosa de la historia del tesoro de la flota 1715.
Tenemos escudos de oro y reales de plata. También ofrecemos monedas montadas
como joyas, así como balas de mosquete, cañón y fragmentos de cerámica",
reza el anuncio de venta en una de las páginas de la compañía. Más parece una
comercialización de souvenirs.
Sin embargo, el "gran
negocio" de los "cazatesoros" comienza a declinar.
El ejemplo más cercano es el de
Odyssey, que en su último informe "reportó pérdidas por más 200 millones
de dólares", dijo hoy a Efe James Goold, el abogado defensor del Estado
español contra la empresa Odyssey, que tuvo que devolver a España en 2012 las
600.000 monedas que recuperó de la fragata "Nuestra Señora de las
Mercedes", hundida en 1804.
Con relación a las 60 monedas de
oro halladas ahora en el fondo marino de Fort Pierce, hay que subrayar que fue
el propio Estado de Florida el que "concedió hace 30 años el permiso a los
'cazatesoros' para comenzar a buscar alrededor de esta zona", apuntó el
experto en patrimonio subacuático.
Todo esto se produjo, aclaró
Goold, bastante tiempo antes de que la gente fuera consciente de la
"importancia histórica de preservar" el patrimonio arqueológico
subacuático, como sucede hoy.
Afortunadamente, prosiguió el
letrado, las nuevas regulaciones implementadas por el Estado de Florida
"estoy seguro de que harán mucho más difícil" el expolio de
yacimientos y, lo que es más importante, darán prioridad a la
"preservación de la historia", antes que la "colección de
souvenirs" que destruye registros históricos, indicó.
Piratas modernos o románticos en
busca de aventuras, lo cierto es que la opinión pública y las autoridades estadounidenses
empiezan a ver la actividad de las empresas "cazatesoros" más como una
acción destructora de los yacimientos y la cultura.
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