Alemania: le perdonaron sus
deudas
INFOnews - martes, 14 de
julio de 2015
"Me aparto de esta escena de
pesadilla", le dijo Keynes al primer ministro Británico tras presentar su
dimisión en 1919 como diplomático en la Conferencia de París, que culminaría
con la firma del tratado de Versalles. Su malestar se debía a lo absurdo de las
imposiciones a Alemania por daños de guerra, a las que consideraba no solo
injustas sino potencialmente perjudiciales a los intereses de los países
vencedores.
Una vez retirado de las
negociaciones y radicado nuevamente en Cambridge, se dedicó a escribir sobre el
asunto. "La política de reducir a Alemania a la servidumbre durante una
generación, de envilecer la vida de millones de seres humanos y de privar a
toda una nación de felicidad, aunque fuera posible, aunque nos enriqueciera a
nosotros, aunque no sembrara la decadencia de toda la vida civilizada de
Europa, seria odiosa y detestable. Algunos la predican en nombre de la justicia
(pero) la justicia no es tan elemental."
De esta forma Keynes se opuso a
los castigos impuestos a Alemania en 1919, condenada a pagar reparaciones de
guerra a los aliados por valor de 226 miles de millones de marcos de oro, una
cantidad prácticamente imposible. El economista sostuvo que la clave para
recuperar la economía europea de su crisis no era el pago de deudas en concepto
de indemnizaciones y reparaciones.
La historia terminaría dándole la
razón a raíz de las desastrosas consecuencias que el tratado tendría para la
economía germana. Alemania vivió a partir de allí una década para el olvido,
con una economía destrozada al servicio de una deuda impagable, con desempleo
creciente que culminó con la crisis de la República de Weimar y la
hiperinflación de los años treinta que terminaría creando las condiciones para
la llegada del nazismo y con él el terror a toda Europa, publicó Tiempo
Argentino.
Sin embargo hay que destacar las
acciones de las naciones acreedoras a partir del crack del 29, cuando la deuda
alemana ya era insostenible. En 1930 con el Plan Young, la deuda alemana quedó
reducida a la mitad (112,000 millones). Entre 1931 y 1932, y dada la situación
de la economía mundial, EE UU también le condonó las deudas de guerra a Francia
y Reino Unido. La moratoria Hoover en 1931 y la Conferencia de Lausanne en 1932
derivaron en que hacia este último año, Alemania consiguiera una reducción neta
de más del 90% de las deudas estipuladas en el Tratado de Versalles.
La historia no termina allí.
Luego de la Segunda Guerra Mundial se le volvieron condonar deudas a Alemania
correspondientes al periodo de entreguerras y hasta los gastos de reparación de
la posguerra. En el acuerdo de Londres, 25 países acreedores le condonaron más
del 62% de su deuda con la finalidad de que tuviese una economía sustentable.
Dicen los profesores de historia
que esta ciencia es útil para no volver a cometer los errores del pasado. Sin
embargo, las palabras de Keynes siguen vigentes, ayer para Alemania y hoy para
Grecia: "Si lo que nos proponemos es que, por lo menos durante una
generación Alemania no pueda adquirir siquiera una mediana prosperidad; si
deseamos que, año tras año, Alemania sea empobrecida y sus hijos se mueran de
hambre y enfermen, si tal es el modo de estimar a las naciones y las relaciones
de unas con otras por las democracias de Europa, si nosotros aspiramos
deliberadamente al empobrecimiento de Europa, entonces, ¡que el Cielo nos salve
a todos!"
Hoy Europa vuelve a condenar a un
país con miseria y desempleo por una deuda impagable, despreciando los
principios de solidaridad y hermandad con los que se inspiró la Unión Europea.
Lo paradójico es que el principal impulsor de esto sea Alemania, olvidando su
historia y la solidaridad que otros pueblos tuvieron con ellos. Podrán suceder
muchos ajustes, pero si la quita y reestructuración de deuda no llega, difícil
va a ser la recuperación griega.
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