Un algoritmo averigua el ambiente de un bar por
las caras de los clientes
El Confidencial - julio de 2015
Los enamorados se decantan por
restaurantes románticos, los adictos al trabajo solo pasan por una cafetería
cuando tienen reuniones de negocios, los fiesteros tienen predilección por los
establecimientos divertidos y otros acuden al tugurio más lúgubre imaginable
para ahogar sus penas en alcohol. ¿Qué tienen todos ellos en común? Que no
siempre aciertan cuando se trata de elegir un lugar que cumpla sus
expectativas.
Ahora un algoritmo es capaz de
encontrar por ti el ambiente adecuado para el momento preciso, gracias a las
redes sociales y antes de que salgas de casa. Todo comenzó cuando Lindsay
T.Graham y Samuel D.Gosling, dos psicólogos de la Universidad de Texas en
Austin, decidieron estudiar si era posible que una persona predijera el
ambiente de un lugar basándose solo en fotografías de sus clientes publicadas
en las redes sociales.
En un primer momento, y para
entender la forma en que los humanos clasifican ciertos espacios, hicieron que
un grupo de personas visitara personalmente, y en varias ocasiones, 49 locales
encontrados a través de Foursquare. Después, pidieron a esas personas que
clasificaran cada uno de los lugares en función de la temática o actividad que
realizara, de su clientela (si era gente de mente abierta o tradicional, por
ejemplo) y de la sensación que les producía (si les parecía repulsivo,
divertido, serio...)
Al mismo tiempo, los
investigadores recopilaron fotos de perfil de las personas que solían
frecuentar esos establecimientos y se las mostraron a un segundo grupo de
voluntarios, para que ofrecieran su visión de cómo podían ser, en base a los
rostros, los establecimientos que esas personas frecuentaban de forma habitual.
Ambos grupos, los que visitaron
el lugar y los que vieron las fotos de sus parroquianos, definían los ambientes
de forma similar.
Tratando de llevar su
investigación un paso más allá, los psicólogos se unieron a Daniele Quercia,
experto en tecnología y ciencias sociales, y Miriam Redi, que investiga sobre
visión artificial. Juntos se pusieron a desarrollar un algoritmo que pudiera hacer
lo mismo que los seres humanos: determinar el ambiente de un lugar analizando
la cara de sus clientes más habituales.
Los investigadores creen que, a
la hora de valorar un establecimiento, es necesario ir más allá de comentarios
y opiniones. "Analizar caras es muy útil porque aportan mucha información
y porque en muchas imágenes de redes sociales aparecen, así que su
disponibilidad es alta", explica Quercía a Teknautas.
Cómo percibimos las caras, y cómo
lo hacen las máquinas
Además, desde el punto de vista
psicológico es interesante "entender cómo la gente percibe las caras"
- en comparación a cómo lo hace un programa - y cómo actúa de acuerdo a esas
percepciones, por ejemplo para decidir a dónde ir. De esta forma, han
desarrollado un algoritmo basado en técnicas de visión artificial capaz de
aprender ciertas tendencias y asociar las características de un lugar con los
aspectos relevantes de la fotografía de una persona.
El algoritmo analiza la posición
de la cara, los gestos, el brillo, el contraste, la saturación o la simetría
para asociarlos - por medio de probabilidades - con parámetros de calidad de
imagen y de belleza. También asocia colores con ciertos sentimientos o
cualidades - por ejemplo, el amarillo con la alegría y con las personas creativas
- y es capaz de determinar la edad, el género e incluso ciertas procedencias y
expresiones faciales.
El software es capaz de predecir
el ambiente de los lugares con un margen de error por debajo del 12%, al menos
según sus creadores, lo que significa que "a veces es bastante más preciso
que los humanos" porque evita ciertos sesgos, no se basa en conjeturas y
sólo tiene en cuenta información estadística, explica Quercía.
Los investigadores han comprobado
que los humanos y el algoritmo se fijan en diferentes aspectos a la hora de
analizar las caras. Mientras que los humanos, por ejemplo, asocian la presencia
de mujeres con lugares románticos, el algoritmo no tiene ese prejuicio porque
no encuentra datos matemáticos para hacerlo. Para él, un lugar romántico es
aquel en el que predominaban los colores cálidos y rojos.
Otros veces, el algoritmo y las
personas se ponen de acuerdo. Lo hacen, por ejemplo, al vincular individuos
sonrientes con lugares agradables. También al relacionar lugares
"extraños" con personas a las que no se les ve bien la cara en las
fotografías o un lugar apropiado para el estudio con sujetos que llevan gafas
de lectura.
El programa es capaz de decidir
si un lugar está relacionado con actividades intelectuales en función de si su
clientela aparece leyendo, estudiando o utilizando un ordenador. También puede
saber si el lugar es tradicional, si los fieles utilizan complementos muy
anticuados; si el lugar es muy social, en caso de que la clientela aparezca en
las fotografías bebiendo, comiendo y charlando; si es un sitio de gente
creativa, si las personas que aparecen en las imágenes tienen apariencia
hispter o presentan evidencias de gusto por el arte; o si el sitio es propicio
para la fiesta, cuando la gente de las imágenes baila y se muestra enérgica.
El objetivo es mejorar los
sistemas de recomendación de los agregadores; que la gente pueda buscar
restaurantes, cafeterías y todo tipo de locales en redes sociales como
Foursquare o Facebook y saber qué va a encontrarse. Además, como el algoritmo
hace evidente la relación entre una cara y un establecimiento, puede usarse
para hallar al candidato perfecto durante un proceso de selección de personal.
Incluso, según los
investigadores, puede determinar de forma automática cuál es el ambiente de
todo un barrio, basándose en los rostros de sus residentes, y ayudarte a
decidir si te gusta ese lugar para vivir o pasar tus vacaciones antes de que
pongas un pie allí.
Una vez más, eso sí, los límites
de la privacidad son borrosos. "Depende del objetivo con el que lo
utilices", reconoce el experto. Y tú, ¿querrías que un robot analizara tu
rostro a todas horas para saber qué garitos sueles frecuentar?
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