¿La tecnología forma parte de nuestra vida… o
viceversa?
Forbes - viernes, 24 de julio de 2015
La tecnología es un mundo de posibilidades que
se hace realidad según cada individuo. Claro, no nos da más inteligencia ni una
fórmula para saber que nuestro libre albedrío puede ser un arma de doble filo.
La tecnología llegó a mí y no yo a ella; lo
creo así, pues si miro en retrospectiva, jamás la busqué. ¡Vamos, ni siquiera
me interesaba! Casualmente, mi vida profesional se desarrolló en ese ramo en la
parte empresarial (B2B). Hablar de servidores, bits y bytes se convirtió en el
día a día. Sin ser fan de ella y cuando apenas tenía mi segundo o tercer
celular (Nokia, por cierto), no tenía la más mínima idea de en lo que estaba
metida; tampoco pensé en volverme una gadgetera o en una geek. Por suerte, no
fue así. Tampoco pensé dedicarme a ello, y menos aún en el ámbito de la
escritura, lo que sí sucedió, y no por suerte, por gusto.
Tras cientos de comunicados, entender el mundo
corporativo de las TI, crear contenidos, dominar términos y escribir sobre
éstos descubrí mi gusto no por el hardware ni el software, descubrí mi gusto
por la revolución tecnológica que sucedió mientras pensábamos que la mayor
innovación era un teléfono sin cable. El chip del aparato es lo de menos, el
chip en las personas es lo de más. Dado mi conocimiento del tema, mis inicios
como emprendedora –y tras varios estudios del tema– surgió del interés por
analizar las consecuencias sociales, políticas y económicas de este fenómeno:
la era digital.
Hoy, hace un año, comencé la aventura de poder
plasmar estas ideas en Forbes México. A lo largo de este tiempo he intentado
ser una mente objetiva, una mediadora entre lo que la tecnología nos quita y
nos da –como bien lo dijo el discípulo de Marshall McLuhan, Niel Postman–,
apelar al sentido común para usar la tecnología de una forma inteligente y a
nuestro favor, acompañar a los románticos a aceptar que la vida cambió desde
que se pronunció la palabra digital y en aceptar que nada volverá a ser igual,
observar cómo las relaciones están mediadas por la tecnología –y eso trae
ventajas, pero también desventajas–, reflexionar sobre el lugar que le damos a
la tecnología en nuestras vidas: ¿la tecnología forma parte de nuestra vida? o
¿nuestra vida es parte de la tecnología?
Un mundo dual
La tecnología es un mundo de posibilidades que
se hace realidad según cada individuo: puede ser capitalizada por una empresa
trasnacional o por una organización de prostitución, puede ser una herramienta
de socialización y colaboración o una herramienta para ligar, puede ser la vía
para el secuestro o una vía para evitarlo, puede ser el medio masivo que nos
permite alzar la voz sin poder alguno de detener un mensaje que trasciende en
segundos a todo el mundo.
Sus avances a pasos agigantados generan miles de
empleos, producen conocimiento e innovación en las empresas, modernizan los
gobiernos, trasforman la educación y revolucionan la salud, y en un futuro no
muy lejano pueden marcar la diferencia al llevar educación a quien no tiene
acceso a ésta, a descubrir la cura del cáncer y a ser un mundo conectado
equitativamente. “Toda la tecnología tiende a crear un nuevo entorno humano…
Los entornos tecnológicos no son meramente pasivos recipientes de personas: son
procesos activos que reconfiguran a las personas y otras tecnologías
similares”, predijo McLuhan.
¿Qué entorno estamos creando?
La tecnología no nos da más inteligencia ni una
fórmula para saber que nuestro libre albedrío puede ser un arma de doble filo.
No importa si eres un usuario de internet activo o pasivo: su dualidad ha
representado para todos una disyuntiva –por mínima que sea–, una comparación
casi inconsciente del pasado y el futuro, una ventana de posibilidades para
crear o no, una tentación constante para explorar las profundidades de la red.
La revolución tecnológica tiene como premisa
generar conocimiento como modo de producción. Somos agentes de cambio, decía
Steve Jobs, y el mundo tecnológico es la posibilidad para lograrlo, siempre y
cuando se capitalice de una forma inteligente, para romper las fronteras de un
mundo globalizado por denominación, mas no por hechos tangibles que demuestren
un cambio sustancial en el mundo actual.
Agradezco la confianza al equipo de la Red
Forbes y los lectores que siguen mis opiniones por este medio. A un año de esta
aventura tecnológica, seguiré analizando el entorno que a diario creamos a
partir del paradigma digital.
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