Por qué les puse a mis estudiantes la pregunta
más cabrona del mundo
El Confidencial - miércoles, 22 de julio
de 2015
El profesor de Psicología Social Dylan
Selterman lleva seis años finalizando sus exámenes semestrales con la pregunta
más cabrona que se puede poner en un examen. Pero, cosas de internet, este
verano un estudiante ha colgado en Twitter una captura de ésta, y su desafío se
ha hecho viral.
La “pregunta” era muy sencilla:
“Selecciona si quieres añadir 2 o 6 puntos a la
nota final de tu examen. Pero hay un pequeño inconveniente: si más del 10% de
la clase selecciona 6 puntos, entonces nadie consigue ningún punto”.
Debido a la repercusión que ha tenido su
pregunta, Selterman ha escrito una columna en The Washington Post explicando
las razones por las que enfrenta a sus estudiantes a este dilema.
Como explicamos en El Confidencial, el problema
que plantea la pregunta de Selterman se conoce como “tragedia de los comunes”,
esto es, una situación en la cual varios individuos, motivados solo por el
interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por
destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos,
ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda.
Si todos los alumnos hubieran elegido subir su
nota dos puntos ahora todos tendrían una mejor puntuación. Pero no fue así.
Aunque es evidente que una de las opciones es la que conviene a todos, siempre
hay un puñado de egoístas que dejan a toda la clase sin puntos extra.
“Este ejercicio impulsa a los estudiantes a
considerar cómo sus acciones afectan a los demás, y viceversa”, explica el
profesor. “Llevo poniendo la pregunta desde 2008 y sólo una clase ha logrado
superar el desafío. En todas las demás, más de un 10% de los alumnos escogieron
ganar 6 puntos. La tentación de los estudiantes para tener más puntos es muy
fuerte y a menudo expresan su exasperación cuando las cosas no salen como
desean. El pasado semestre, después de anunciar los resultados, un estudiante
levantó sus manos y dijo enfáticamente: '¡si todo el mundo hubiera elegido dos
puntos todos habríamos conseguido los puntos!”.
Un ejercicio con historia
Como explica Selterman, muchos profesores de su
campo utilizan distintas versiones de un ejercicio que fue planteado por
primera vez hace 25 años, pero “ahora que nuestros recursos están amenazados
por el cambio climático y la superpoblación el experimento es más relevante que
nunca”.
El problema de la “tragedia de los comunes” es
muy similar a otros ejercicios desarrollados por los psicólogos en torno a la
teoría de juegos, como el famoso “dilema del prisionero”. El punto de partida
es siempre el mismo: existe un recurso público que las personas pueden usar
libremente en su beneficio. “En mi clase son puntos, pero en el mundo real
puede ser comida, agua, tierra, electricidad, etc.”, explica Selterman. “Si
todo el mundo es consciente sobre el consumo colectivo y limita su uso personal
el grupo prosperará. Pero si mucha gente actúa de manera egoísta (tratando de
maximizar sus propios beneficios) el grupo acabará sufriendo y todo el mundo se
quedará sin nada al agotarse el recurso público”.
Al observar el problema planteado por Selterman
es evidente que escoger los dos puntos es la única opción que beneficiará a
todos y, por muy egoísta que uno sea, las posibilidades de ganar los seis
puntos son mínimas. Pero, aún así, muchos estudiantes se decantan por esta
opción condenando a toda la clase. ¿Por qué ocurre esto? “Quizás buscan
aumentar sus propias calificaciones o puede que teman que otros saquen ventaja
de la situación. Nadie quiere ser el tonto que elige menos puntos cuando podía
haber tenido más. El escenario ideal sería uno en el que todo el mundo
cooperara pero tú fueras egoísta, logrando así maximizar tu recompensa sin
acabar con la salud del grupo. Pero es raro que esto ocurra, y la gente a
menudo se bloquea por la desconfianza en el resto del grupo”.
Hay quién piensa que hoy en día somos más
individualistas y, por tanto, más egoístas. Pero Selterman cree que las
sociedades se han tenido que enfrentar a dilemas similares al que plantea en su
examen durante toda la historia, y el resultado ha sido siempre similar. Lo que
sí ha notado es que lasmujeres suelen escoger en mayor porcentaje la opción
cooperativa y, claro, la personalidad influye: algunas personas son más
egocéntricas que otras.
Una valiosa lección
Tras el ejercicio, Selterman siempre abre un
debate con sus estudiantes sobre la posibilidad de aplicar los resultados de la
prueba a la vida real. La pregunta es clara: ¿Puede la “tragedia de los
comunes” enseñarnos a reducir la sobreexplotación de recursos? Parece claro
que, salvo contadas excepciones, siempre gana la opción egoísta, y eso que el
profesor pone la misma pregunta todos los años y los estudiantes podrían pactar
de antemano pedir en bloque los dos puntos.
Para lograr que gane la opción colaborativa se
pueden crear incentivos o castigos. Esto forma parte de cualquier política
pública respecto a los recursos: desde poner multas a quién consigue mucha agua
a publicar la lista de las personas que han defraudado a Hacienda. No cabe duda
de que si Selterman anunciara que, tras la prueba, va a publicar el nombre de
las personas que escogen los seis puntos, las probabilidades de que ganara la
opción cooperativa serían mayores.
Diversos estudios han comprobado que las
personas se implican más con la comunidad si saben que la gente hace un
esfuerzo por no ser egoísta. Una investigación comprobó que los clientes de un
hotel son más propensos a reutilizar sus toallas si se les dice “únete al resto
de huéspedes y ayuda a salvar el medio ambiente” qui se apela en exclusiva a
este último.
“Quizás introduzca una variación el próximo
semestre diciéndole a mis alumnos que más del 90% de los anteriores estudiantes
eligieron la opción de los dos puntos, para ver si eso incrementa la
cooperación”, explica Selterman.
El profesor, en cualquier caso, no cree que
elegir los seis puntos haga a una persona inmoral o egoísta. En su opinión, “es
difícil conseguir que un gran grupo de jóvenes coopere a la primera”. La prueba
no está pensada para que los alumnos suban nota, sino para que aprendan una
lección. “Cuando la gente abandona mi clase quiero que sepan que cuentan con
herramientas para cambiar el mundo a mejor y hacer que vivamos en una sociedad
más ilustrada”, concluye.
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