El crecimiento se desacelera: perspectivas para
A. Latina y el Caribe
América Economía - julio de 2025
El crecimiento
La última edición de Perspectivas económicas:
Las Américas publicada en abril de 2015 se centró en las diferencias entre el
Norte y el Sur de la región, donde se registró una vigorosa actividad económica
en el Norte, neutralizada en parte por el débil crecimiento en América del Sur.
En general, estas mismas fuerzas siguen estando presentes en la actualización
de nuestras perspectivas para la región.
Sin embargo, el crecimiento más débil de lo
previsto en Estados Unidos al comienzo del año ha empujado a la baja las
perspectivas de crecimiento en México, América Central y el Caribe, mientras
que el persistente descenso de los precios de las materias primas ha debilitado
aún más el entorno externo para la mayoría de los países de América del Sur. Al
mismo tiempo, algunos factores internos se han sumado a las dificultades de
carácter externo, contribuyendo a debilitar la confianza de las empresas y los
consumidores y, por lo tanto, a reducir la demanda privada (gráficos 1 y 2).
Además, la moderación de los precios de las materias primas y el alto nivel de
apalancamiento de las empresas implican que la inversión probablemente seguirá
siendo débil durante un período prolongado.
En conjunto, estos factores apuntan a que las
perspectivas económicas en la región se enfriarán aún más. Además de las
proyecciones de crecimiento más bajo para este año, prevemos un repunte más
débil en 2016.
Cifras de crecimiento decepcionantes en el Sur.
En Brasil el PIB real se contrajo durante los primeros tres meses del año. Los
datos preliminares para el segundo trimestre apuntan a un mayor deterioro del
entorno económico, incluido el mercado de trabajo, aun cuando la inflación se
mantiene en un nivel inquietantemente elevado. Prevemos ahora una mayor
contracción en 2015, de alrededor del 1½ por ciento (una tasa de crecimiento ½
punto porcentual menor que en nuestras proyecciones de abril). Esto refleja una
contracción significativa de la inversión privada y un descenso moderado del
consumo privado, debido al deterioro de la confianza atribuible principalmente
a factores internos. Se prevé que la economía brasileña registre una ligera
recuperación de alrededor de ¾ por ciento en 2016.
Se espera que otros países del Sur crezcan más
rápidamente en 2015 que en 2014, pero a una tasa más baja de lo previsto
anteriormente. Perú es un buen ejemplo, con un crecimiento vigoroso en 2015,
aunque ½ punto porcentual más bajo de lo proyectado en abril. Análogamente, en
Chile, la demanda privada se ha mantenido relativamente débil a pesar del
impulso derivado del apoyo fiscal, por lo que hemos reducido nuestras
proyecciones de crecimiento al 2,5 por ciento en 2015 y 3,1 por ciento en 2016.
En Colombia proyectamos una desaceleración más
profunda de la actividad económica, aunque aún prevemos que el país crezca un 3
por ciento en 2015 (alrededor de ½ punto porcentual menos de lo proyectado en
abril). Como dato positivo y en virtud de que las expectativas inflacionarias
se encuentran bien ancladas, estos países han podido mantener una política
monetaria acomodaticia a pesar de que la inflación se sitúa por encima de la
meta. Esto ha ayudado a contener una desaceleración de la demanda interna mayor
de lo previsto. En estos países, prevemos que el crecimiento sea más vigoroso
el próximo año. En Argentina, en tanto, se prevé que la actividad económica se
mantenga estancada en 2015 y 2016.
El debilitamiento de los precios de las
materias primas también está afectando a otros países exportadores de materias
primas de la región. En particular, el impacto de la caída de los precios de
las materias primas en Venezuela se ha visto magnificado tras varios años de
políticas macroeconómicas insostenibles y de fuerte intervención
microeconómica. Venezuela sigue experimentando una profunda recesión, y se
proyecta una contracción del PIB del 7 por ciento y una tasa de inflación
superior al 100 por ciento en 2015.
Crecimiento moderado en el Norte.
En México proyectamos que este año la economía
crecerá en alrededor del 2½ por ciento, es decir, aproximadamente ½ punto porcentual
menos de lo proyectado en abril; esta revisión puede atribuirse en gran medida
al debilitamiento económico transitorio observado en Estados Unidos durante el
primer trimestre de 2015 y a una caída de la producción petrolera. El
crecimiento del consumo privado y la inversión también han decepcionado por el
momento. No obstante, las perspectivas de la economía mexicana siguen siendo
más favorables que las de muchos de sus vecinos en el Sur, dado que se prevé
que la recuperación en Estados Unidos cobre impulso en el futuro.
Análogamente, en el caso de América Central
hemos revisado ligeramente a la baja nuestras proyecciones de abril en virtud
de la expansión más lenta de lo previsto en Estados Unidos en lo que va del
año. Ahora prevemos que la región crezca a alrededor del 4 por ciento en 2015.
En tanto, se espera que las economías de la región del Caribe repunten en
2015-16, gracias, entre otros factores, al aumento de la llegada de turistas.
Múltiples riesgos.
La región se enfrenta a varios riesgos. La
persistente desaceleración de la actividad económica en China y su impacto en
los precios de los contratos de futuros para materias primas sigue siendo el
principal riesgo externo para la región. Al mismo tiempo, las negociaciones
sobre Grecia todavía podrían tener implicancias negativas para América Latina,
aunque hasta ahora los efectos de contagio en los precios de los activos (y,
por lo tanto, en la actividad económica) en la región han permanecido
contenidos.
Por otra parte, Estados Unidos ha señalado el
comienzo de un ciclo de aumento de las tasas de interés antes de finales de
año. Esto podría intensificar la volatilidad del mercado y las presiones
cambiarias en América Latina y plantear desafíos para la formulación de la
política económica en la región. Por el lado positivo, sin embargo, se prevé
que el estímulo al comercio generado por el robusto crecimiento en Estados
Unidos, que tendría lugar si la Reserva Federal decidiera elevar las tasas de
interés, impulse la actividad económica, especialmente en México y América
Central.
Los riesgos internos son igualmente
preocupantes. En particular, el alto nivel de deuda corporativa en el contexto
de un deterioro de las condiciones financieras externas podría ser un obstáculo
para la inversión mucho mayor de lo previsto actualmente. Además, a más largo
plazo, el repunte proyectado de la actividad económica en 2016 y en adelante no
se materializará si la confianza de las empresas y los consumidores permanece
estancada en los bajos niveles actuales (o incluso retrocede aún más).
Reforzar la capacidad de resistencia de la
región. De cara al futuro, la aplicación de reformas estructurales
—especialmente una integración comercial más profunda— y la focalización del
gasto público en infraestructura fomentarían la productividad, fortaleciendo
así el crecimiento potencial. Análogamente, la mejora de los saldos fiscales
aseguraría la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, contribuyendo al mismo
tiempo a generar mayor espacio fiscal para la aplicación de políticas
contracíclicas cuando sea necesario. El espacio fiscal también es necesario
para consolidar los avances sociales alcanzados en los últimos años, como la
reducción de la pobreza y la desigualdad.
La flexibilidad cambiaria sigue siendo
fundamental para absorber los shocks externos, en particular en un contexto
mundial más volátil. Los marcos de política monetaria que anclen efectivamente
las expectativas inflacionarias ayudarán a contener las fluctuaciones excesivas
a corto plazo de la actividad económica.
En conjunto, estas políticas también
apuntalarán la confianza en la región e impulsarán aún más la actividad
económica en el futuro.
*Esta columna fue publicada originalmente en en
blog Diálogo a Fondo del FMI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario