‘Intensa mente’: El dolor de crecer
Forbes - viernes, 17 de julio de 2015
Si bien el concepto de Intensa
mente no es nada original, la estructura de la cinta cumple con su cometido:
ser lo suficientemente sencillo para resultar universal.
I don’t need anyone
But a
little love
Would
make things better
‘Bang’ – Blur
Vivimos en un mundo
artificialmente feliz. ¿Te sientes bajoneado? Tómate dos de éstas y llámame por
la mañana. ¿Tu novia de años decidió dejarte? No pienses en ella, un chorrito
de esto en tu té nocturno y dormirás como si nunca hubiera sucedido. Acceder a
medicamentos para combatir cualquier tipo de disgusto es sencillo, se reparten
como si fueran mentas para el aliento. Un mundo feliz (A Brave New World) de
Aldous Huxley se queda corto si comparamos sus imaginería con los adelantos
químicos de los últimos años. Ésa es la principal razón por la que una cinta
como Intensa mente (Inside Out, 2015) sorprende.
Alegría ha intentado mantener
contenta a Riley, la niña cuyo centro de operaciones comanda, desde el momento
de su nacimiento. Y, al parecer, ha hecho un buen trabajo a pesar de las
intervenciones de las otras emociones a su lado: Tristeza, Enojo, Miedo y Desagrado.
Juntos intervienen en todas las actividades de Riley, siendo Tristeza la
aguafiestas del grupo, siempre haciendo sentir mal a la pequeña. Pero un cambio
drástico se avecina, los padres de Riley han decidido dejar Minnesota para
iniciar una nueva vida en la soleada y telúrica San Francisco. Una ola de
complicaciones se avecina para las emociones, porque en un descuido Alegría y
Tristeza son alejadas de la consola central, provocando un cortocircuito en la
personalidad de Riley.
Si bien el concepto de Intensa
mente no es nada original –Woody Allen en uno de los segmentos de Todo lo que
usted siempre quiso saber sobre el sexo* pero nunca se atrevió a preguntar
(Everything You Always Wanted to Know About Sex * But Were Afraid to Ask,
1972), Los Simpsons, entre otros ya habían planteado un escenario similar
dentro de nuestros cerebros–, la estructura de la cinta cumple con su cometido:
ser lo suficientemente sencillo para resultar universal. No todos nos mudamos a
San Francisco y dejamos nuestro equipo de hockey, no obstante pasamos por
traumas similares a lo largo de nuestro crecimiento. Un paso que su director,
Peter Docter, ya había ejecutado en dos de las producciones más sólidas de
Pixar: Monsters Inc. (2001) y Up: una aventura de altura (Up, 2009); aquí en
mancuerna con Rolando Del Carmen.
Esa es la sencillez que ha
capturado a niños y adultos por igual, la película fue una de las mejor
calificadas en el Festival de Cannes aun cuando no estuvo en la Competencia
Oficial. Además Docter y Del Carmen se están divirtiendo, se nota, evitando
abordar su tópico con seriedad, desde ese estudio de cine donde se crean los
sueños –un poco de nostalgia para esas fábricas que crearon Hollywood, hoy día
naufragando–, a esas ciudades de nubes o el entrañable Bing Bong, una mezcla de
gato, delfín y elefante.
En su centro Inside Out es un
retrato sobre el doloroso proceso de crecer, ese necesario aprendizaje que
otorgan los años donde aprendemos a desprendernos de cosas, sucesos o personas
que pensamos necesarios para nuestra existencia, aunque en el final no lo sean
tanto. Nos ayudaron a llegar a ese punto y esa es su importancia. Es la lección
que Alegría y Tristeza comprenden, la clave de un crecimiento sano no es
reprimir nuestras emociones sino aprender a vivir con ellas. Quizá el abanico
emocional se encuentre incompleto, como han apuntado Richard Brody o Alonso
Díaz de la Vega, ni quién se acuerde de los celos o la líbido. La intención de
los cineastas no es ofrecer una experiencia toda abarcadora sobre la niñez y la
entrada a la adolescencia, sino desatar un regreso a esos años que nos marcaron
y, en el caso de los niños, mostrarles que el cambio es necesario.
Sentirse triste o nostálgico,
está bien, como experimentar enojo, miedo o cualquier cosa contenida dentro de
la gama emocional, también. Ninguna está por encima de las demás, al contrario,
nuestra humanidad depende de la combinación adecuada.
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