Ocho secretos personales que no
debes revelar en tu trabajo
Expansión.com - jueves, 30 de
julio de 2015
Todo el mundo sabe qué reacción
provoca demasiada confianza... Y un exceso de información sobre lo que
pensamos, somos, opinamos, cómo vivimos, o cuánto ganamos, puede resultar
perjudicial para nuestra carrera profesional; sobre todo si ésta se desarrolla cotidianamente
junto a colegas y superiores con los que convivimos casi tanto o más que con
nuestra familia o amigos más íntimos.
Dejando aparte las ventajas e
inconvenientes (de todo hay) que implica ser amigo de nuestro jefe o tener
amigos entre los compañeros de trabajo... Y dejando aparte incluso los excesos
de amistad y relación con unos y otros, debes tener en cuenta que la transparencia
exagerada con quienes convives cada día en tu entorno laboral puede traerte
problemas. Conviene preservar una esfera privada y guardar para ti ciertas
cosas que nadie debería conocer:
Para empezar, si le das demasiada
información a tu jefe cometes un error. No tienes por qué contarle lo que haces
en tu tiempo libre, los fines de semana, con quién sales; u ofrecerle datos
sobre tu vida familiar y amistades. Quien te manda no tiene por qué saber nada
de esto.
Muchas de las cosas que dices, y
la información que brindas pueden afectarte en un escenario laboral en el que
la línea entre la vida personal y la profesional queda casi completamente
difuminada. Ten en cuenta que determinadas herramientas y fórmulas de contacto
hacen posible una accesibilidad las 24 horas que acarrea una disponibilidad
nunca vista por parte de los empleados. Esa forma de vida que publicas sin
pensar en las consecuencias puede hacerte candidato a esa disponibilidad
exagerada por parte de tu empresa y de quien te manda.
Evita una sinceridad excesiva
acerca de tus problemas personales. Cuidado con hacer pública tu negatividad
hacia los compañeros, el trabajo, el jefe o incluso tu vida privada. Aquí
inevitablemente entra en juego tu actividad en redes sociales. Vomitar en ellas
lo mal que te ha ido el día, criticar a tu empresa, a tu jefe o a tus
compañeros de trabajo es una mala idea. Y peor aún es caer en el insulto.
Si decides quejarte (sobre todo
de tu superior), ten en cuenta que la queja debe ser concreta, porque el
objetivo cuando la emites es que algo cambie. Cuanto más concreta sea, más
fácil será lograrlo.
Conviene que estos arranques de
sinceridad estén basados en hechos, y nunca en juicios o interpretaciones.
Debes decirle a tu jefe cómo te
hace sentir aquello que criticas, dejando claro lo que quieres. Habla en
términos de necesidades, si es que precisas más apoyo o buscas un trabajo
retador...
En cualquier caso, vomitar las
quejas sobre todo en redes sociales no es una buena inversión de futuro. No
sólo porque alguno de los citados pueda llegar a verlo. También debes tener en
cuenta que los reclutadores y otras empresas están rastreando las redes, y esas
protestas quedarán ahí para siempre. Piensa en el día que quieras cambiar de
trabajo.
El exceso de información que
puede perjudicarte también se refiere a las fotos o comentarios que tienen que
ver con tu vida privada. Algunos piensan que hacen un uso adecuado de las
redes, pero en realidad están asumiendo un altísimo riesgo profesional.
Es muy fácil hablar y aconsejar,
aunque resulta difícil poner en práctica los consejos. La situación más
complicada se da cuando tienes un jefe que te amarga la vida, que es un inepto
y ejerce una influencia tóxica. A pesar de todo, cuidado con lo que dices y
cómo lo dices: si tu jefe no está a la altura de tus expectativas, la mejor
manera de transmitir lo que crees que hay que mejorar es hacerlo con serenidad,
firmeza y corrección.
Si después de hacerlo no hay
cambios que te satisfagan, la opción es clara: márchate a otro proyecto
profesional. Esto es lo que suele llevar a decir que la gente se va de sus
jefes, no de sus empresas.
No airees que estás buscando
trabajo. Cuando uno busca empleo desde su actual puesto, las consecuencias
dependen de quién lo sepa. No es igual mantenerlo en secreto o que el jefe esté
al tanto de esa búsqueda. Y las implicaciones personales y profesionales pueden
ser distintas si, a pesar de no haberlo comunicado, nuestro superior se entera.
No le digas a tu jefe que estás
mal pagado, ni compares su sueldo o el de otros compañeros con el tuyo.
Ten cuidado con determinadas
circunstancias de socialización con tu jefe o con tus colegas de trabajo que
pueden hacerte especialmente transparente y vulnerable. En esos momentos se
baja la guardia y se hacen o se dicen cosas de las que uno puede arrepentirse.
Es algo así como ampliar un rol profesional a un ámbito que en su origen es
privado.
La clave está en que todo lo que
aparece cuando estás de copas, o si vas al gimnasio, a un evento, o participas
en algún deporte o competición con tus compañeros, no se queda ahí. Esa
influencia ya habrá afectado a tu imagen y no podrá separarse de tu marca
profesional.
De la misma manera que en la
entrevista de trabajo no deben hacerte preguntas sobre tu salud, origen étnico
o extracción social, ni pueden tomar decisiones en función de la fotografía que
adjuntes con el currículo ni por causa de la edad (por exceso o por defecto),
hay muy pocas situaciones en las que te conviene airear tu historial médico, o
si padeces determinadas enfermedades.
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