Se cumple una década de la muerte
de Marlon Brando
EFE - junio de 2014
Se cumple una década de la muerte
a los 80 años de Marlon Brando, considerado el mejor actor de la historia, pero
también protagonista de una turbulenta y trágica vida personal.
Brando, el eterno rebelde de
talento prodigioso que transformó la actuación para siempre, falleció en el
centro médico de UCLA (Universidad de California en Los Ángeles) a causa de una
fibrosis pulmonar.
Solitario y celoso de su
intimidad hasta extremos insospechados, a su funeral asistieron íntimos amigos
como Jack Nicholson, Warren Beatty o Sean Penn, y sus cenizas fueron esparcidas
entre las idílicas aguas de Tahití -donde poseía el atolón de Tetiaroa, del que
se enamoró rodando "Mutiny on the Bounty" (1962)- y las dunas de
Death Valley en California.
La última vez que Brando abandonó
la tranquilidad de su hogar fue para visitar el rancho de Neverland, donde
disfrutaba de la amistad de Michael Jackson. Para entonces su oronda y
deteriorada figura -había engordado 40 kilos- requería de un tanque de oxígeno
y obligaba a su débil corazón a pender de un hilo.
Sus últimas actuaciones apenas
dejaban entrever a aquel doble ganador del Óscar ("On the
Waterfront", 1954, y "The Godfather", 1972) que hizo del
"método" su forma de vida y que protagonizó obras para el recuerdo
como "A Streetcar Named Desire" (1951), "Viva Zapata!" (1952), "Julius Caesar"
(1953), "Sayonara" (1957), "Last Tango in Paris" (1972) y
"A Dry White Season" (1989).
Por todas ellas fue nominado a
los premios de la Academia.
Hablar de Brando es hablar de un
antes y un después en la Hhistoria del Cine. Todas las estrellas posteriores
bebieron de él, de James Dean a Paul Newman, de Robert De Niro a Sean Penn, de
Al Pacino a Gene Hackman. Su legado es tal que no hay un solo intérprete que no
tome a Brando como referente.
El cine, con él, abrazó el
riesgo. La inmersión en la psicología del personaje hasta el sufrimiento,
abandonando técnicas más tradicionales y convirtiéndose en paradigma del método
Stanislavski, donde se inculcaba la exploración de los sentimientos propios
para ofrecer una interpretación lo más real posible.
Tanto que Brando no actuaba, sino
que era.
Pocos iconos del cine unieron de
esa forma talento, belleza y físico privilegiado. Eso sí, un talento forjado en
el dolor de una infancia dura que resistió al desapego y abusos de sus padres
alcohólicos.
El "método" le permitió
canalizar esas desgracias y no tener miedo a mostrar la ira, la sensibilidad o
la naturalidad que le convertieron en un rostro tan carismático como temido por
sus compañeros de reparto.
Uno de ellos, Frank Sinatra, le
bautizó como "mumbles" (murmullos) por su manera de entonar los
diálogos.
Pero Brando nunca quiso la fama.
Aborrecía la popularidad y todo lo relacionado con los medios de comunicación,
una situación que se hizo inaguantable cuando tuvo que lidiar con el escándalo
como el ingreso en prisión de su hijo Christian por asesinar al novio de su
hermanastra Cheyenne, o el suicidio de ésta años después.
El juicio de su hijo le dejó en
una situación económica muy precaria, ya que también debía hacerse cargo de la
manutención de los tres hijos que tuvo con su asistenta Christina Ruiz. Brando
tuvo seis hijos más de mujeres no identificadas, y otros siete reconocidos.
Su primera mujer fue Anna Kashfi.
Después le siguió la actriz Movita Castaneda y finalmente la nativa de Bora Bora
Tarita Teriipia. Entre ellas, incontables romances y relaciones fallidas para
un genio que dedicó parte de sus esfuerzos fuera de la gran pantalla a ayudar a
minorías, especialmente a los indios americanos.
De ahí que rechazase su Óscar por
"The Godfather" y enviase a recogerlo a una activista descendiente de
indios americanos, Sacheen Littlefeather, que pronunció, entre aplausos y
abucheos del público, un discurso de Brando crítico con la industria por su
manera de reflejar en el cine a esa población.
Diez años después de su muerte,
Brando sigue siendo sinónimo de valentía.
Prueba de ello es que quien lo
desee puede atreverse a hospedarse en "The Brando Hotel", unas villas
dotadas con energía solar que sus familiares han construido en la remota
Tetiaroa, el refugio personal del mito, y que estarán disponibles desde este 1
de julio a un precio de 2.450 dólares por noche.
"Mi mente se alivia cuando
me imagino allí de noche", solía decir el actor. En aquel pequeño rincón
del mundo, esa fuerza indómita de la naturaleza encontraba su paz interior.
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