¿De verdad hay que temerle a
Lionel Messi?
Deutsche Welle - sábado, 12
de julio de 2014
La gran estrella del fútbol
argentino se lució en la fase de grupos, pero en los partidos posteriores ha
brillado menos. ¿Qué pasa con Messi? ¿Le anularon, o se está reservando para la
gran final?
En el albor del Mundial fue
inevitable hablar de Argentina y su dependencia de Lionel Messi. El brillante
jugador del Barcelona anotó en todos los partidos de la fase de grupos, en
total en cuatro oportunidades. Además, cinco de los seis goles conseguidos por
su equipo nacieron en sus pies, incluso el autogol de Bosnia Herzegovina que
sería el debut sudamericano en la valla rival durante su participación en el máximo
evento del fútbol.
Importancia sin resplandor
Contra Irán, en el segundo
partido de los argentinos en Brasil, Lionel Messi, con su gol en el minuto
90+1, salvó a la selección “albiceleste” de una debacle y le dio un importante
triunfo 1-0. Un empate, a esas alturas del Mundial, así como se encontraba la
tabla de posiciones del grupo F, hubiera complicado la clasificación a los
octavos de final.
Cargada a la espalda por Messi,
Argentina superó la primera ronda del Mundial. Invicta, con nueve puntos de
nueve posibles en su cuenta, le bastó un futbolista excepcional y en un gran
momento para ratificar el papel de candidata al título. En los partidos que
vinieron a continuación los argentinos empezaron también a lucir mejor como
colectivo, en parte por obligación, pues su más notable individualidad empezó a
jugar en “modo de ahorro”.
A partir de los octavos de final
Lionel Messi fue una estrella de luz penumbrosa. Aunque su brillo no se apagó,
si irradió menos, y su papel pasó de determinante a importante. Los argentinos,
que ya venían ganando con lo mínimo, apenas consiguieron anotar dos goles en
los tres partidos posteriores. Eso es la mitad de los que Messi ha logrado, y
de ellos uno resultó de un pase suyo (contra Suiza en los octavos de final), y otro
de una jugada que él inició (en cuartos de final contra Bélgica).
Caminar basta
Al observar el juego de Messi en
los últimos partidos pareciera que él está decidido a reservar al máximo su
energía. Su estrategia es aprovechar los momentos oportunos para explotar y
detonar a las defensas rivales con su velocidad y sus gambetas. El futbolista
argentino ha recorrido apenas 8,6 kilómetros en promedio por partido, una media
bastante baja para su posición en el campo. El dato es significante, pues
revela su escasa movilidad a lo largo de los 573 minutos que ha estado en las
canchas en el Mundial. Messi, en vez de correr ha optado por caminar.
En una charla ofrecida durante el
Mundial, la estrella histórica del Brasil, Zico, definió la actitud de Messi
como “el acecho en espera de la oportunidad de asesinar el partido”. Y es que
eso es exactamente lo que hace el argentino, cuya calidad le permite
concentrarse a un par de escasas acciones en las cuales demostrar todo su
potencial y superioridad. Ella le permite darse el lujo de ser más lento que un
jugador tan pesado como el belga Daniel van Buyten. Mientras la capacidad de
aceleración del exdefensor central del Bayern -según las estadísticas- es de
31,6 kilómetros por hora, la del atacante del Barcelona está dos kilómetros por
debajo.
En la final del Mundial Alemania
tendrá que tener en cuenta esta postura de Messi, que a Argentina, sin mayores
espectacularidades, le ha dado muy buenos resultados. El entrenador Alejandro
Sabella, el quinto en su país que ha intentado sacarle el mayor provecho a
Lionel Messi, ha encontrado la fórmula perfecta, hasta ahora.
Presencia atemorizante
José Pekerman, Alfio Basile,
Diego Maradona, y Sergio Batista, fracasaron en donde Sabella ha acertado. El
seleccionador argentino, sabiendo que los rivales se orientan en dirección a
Messi, le ha permitido al jugador gozar de una enorme libertad. El trabajo
defensivo que le correspondería cumplir a la superestrella lo asume Javier
Mascherano. Así, cada vez que los sudamericanos recuperan el balón, Messi está
en la mejor situación para recibirlo, o para arrastrar a sus marcadores y crear
espacios para sus compañeros.
En últimas, a Argentina
prácticamente le es suficiente con enviar a Lionel Messi a la cancha para
conseguir poner la balanza a su favor. No en vano, él es considerado el mejor
jugador del mundo: una acción suya, cinco segundos de brillantez en 90 minutos
de juego, y el rival tiene un gol en contra. Para ganar la Copa del Mundo no es
necesario destacar sino ser efectivo.
Eso es algo que Lionel Messi y el
resto de sus compañeros en la selección, al igual que todo un país, han
entendido y aplicado a la perfección en este Mundial de Brasil 2014. La final
empieza con Argentina poniendo en jaque a Alemania. Habrá que esperar que
movimientos le siguen.
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