Empatía colectiva, el fenómeno
social que sólo genera el Mundial
Infonews - sábado, 12 de
julio de 2014
El Mundial, como ninguna otra
cosa, tiene eso: todos nos sentimos más argentinos, se terminan los rollos de
política, las divisiones ideológicas, mientras el partido dura y hasta unos
días después, nos sentimos todos hermanos", asegura Fabián Romero a Tiempo
Argentino. Está parado en la entrada de su local de indumentaria deportiva
ubicado a dos cuadras de Plaza Once, cruzado de brazos con una camisa a cuadros
que no es ni verde ni turquesa. Se apura a explicar que su hija de doce años
vive el Mundial con un fanatismo que jamás hubiera imaginado y asegura que es
algo que le está pasando a las generaciones más jóvenes.
"Está mirando los partidos
del Mundial 86’, cuando ella aún no había nacido, y tiene una ilusión
alucinante, quizá porque no tiene registro de lo que está pasando. Como ella,
yo me vuelvo a sentir un chico a su lado compartiendo la emoción, pero no sólo
con ella, con la gente que ni conozco y veo por la calle y saludo y
aliento".
Afuera, de a ratos, se oye el bullicio
lejano de las trompetas celestes y blancas. Fabián no se sorprende, dice que
así está Once todo el día, bajo el influjo de ese clima que los especialistas
llaman "empatía colectiva". Horacio a su manera intenta explicarlo.
"Es lo que hace que el vecino
que te miró mal, ahora te guiñe un ojo. Que los taxistas que transitan Avenida
Pueyrredón y siempre andan alterados, toquen bocina y se saluden cordialmente
con los conductores de otros autos. ‘Vamos Argentina, carajo’ es el grito que
más se oye desde que empezó a ganar Argentina", explica Horacio Estefano,
un vendedor ambulante de la calle Pasteur y acomoda la mercadería mientras
habla –carteras símil importadas-.
Empatía es esa pura complicidad
con el amigo, el vecino o el desconocido que mira el partido en una mesa
cercana del mismo bar que por azar o la mismísima culpa de un gol, puede
terminar abrazado a uno gritando en el piso. El Mundial genera eso, pero sobre
todo los resultados de los últimos partidos de la Selección, como nunca antes
despertaron esas ganas de compartir, de emocionarse, de saltar, de gritar,
alentar, de hacer fuerza juntos. Para la licenciada Adriana Guraieb, de la
Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) lo que más acerca a una definición
para entender la empatía que se siente en este momento determinado, es que es
una parte “fundamental en la comunicación humana”. Aclara que comunicación
deriva de lo que es común, "o sea lo que tenemos de afín, por tanto
podemos definir a la empatía como la capacidad para reconocer y entender las
emociones, motivaciones y razones que explican el comportamiento de los demás.
Algo así como aprender a ponerse en el lugar del otro", explica.
"En esta época es cuando más
se nota la empatía, ese fenómeno que usualmente pasa desapercibido, pero está
siempre latente en las personas. Somos más empáticos de lo que parecemos",
explica a Tiempo Argentino la psicóloga social Laura Bianucci.
La empatía no es solo ponerse en
el lugar del otro, continúa diciendo, sino es evitar juzgarlo. "La
Argentina somos todos, todos nos enojamos con los árbitros, todos somos los que
metemos el gol en un penal. Desaparecen las clases sociales, con alguien que
jamás cruzaríamos una palabra, de repente estamos en un bar y es casi un
hermano porque compartimos ese sentimiento común de amor a nuestra
Selección".
A diferencia de una tragedia, que
divide las aguas, a algunos los pone mal, a otros los deprime, a otros los
afecta más o menos, no cualquier suceso genera la empatía suficiente como un
deporte, sobre todo el futbol que tiene ese poder revolucionador.
"Argentina es por lejos el
país más empático con respecto al futbol, otros países son indiferentes, no se
juntan miles de personas en un mismo punto –como acá pasó en el Obelisco con el
triunfo a Holanda- sólo para festejar el resultado de un partido, lo viven más
light”.
Es frecuente confundir el
sentimiento de empatía con el de simpatía. "No se puede hablar de simpatía
en este caso, no es un hombre o una mujer que está al lado mío, sino un
sentimiento, un espejo o identificación mía que aparece en el otro de lo que yo
estoy sintiendo en ese momento. La identificación es doble, con los jugadores y
con el que está sentado al lado mío -porque las personas sentimos que somos el
que patea el penal, pero también sentimos la alegría de estar viéndolo. Claro
que todo eso no pasa de modo consciente, no sabemos que estamos empatizando
mientras lo hacemos.
Por su parte, Agustín pone cara
de desconcierto cuando se le pregunta qué opina de la empatía futbolera. Alza
los hombros confundido, lleva una mochila pesada, llena de libros, está
esperando el colectivo 100, con las manos en los bolsillos, dice: "Está
bueno lo que viene pasando, que la gente se aferre a algo para festejar, sea lo
que sea que mueva a toda esta gente, creo que siempre es bueno tener algún
motivo de unión".
Abrazos con todos
Jose Ignacio Argüello, Franco
Martínez y Alex Espejo son tres amigos de la zona de Palermo, amantes de los
skates tuneados. Se juntan en una placita a diario cerca del Mercado de Pulgas
para practicar sus piruetas. Afirman que desde hace unos días "por el Mundial
no paramos de saludarnos con gente que no conocemos, sean de la clase social
que sean". Dice Argüello: "En el partido de Irán yo estaba sólo y me
fui a ver el partido en una pantalla gigante por el vial costero, y me abracé
con cualquiera que se me cruzaba, nunca me pasó algo así, me fui cantando con
un grupito de gente desconocida." Para Espejo, "está tan bueno
compartir el Mundial con amigos como con gente desconocida, en el momento de un
gol no te importa nada. Sólo se siente la alegría". Los tres coinciden:
"Si llegamos a salir campeones, todos los argentinos vamos a estar
abrazados cantando. Pero de lo que no hay duda es que con el fútbol local, en
un San Lorenzo-Boca, por ejemplo, terminamos abrazados con un hincha de
Banfield, pero seguíamos siendo de San Lorenzo."
"Un estudio
indispensable"
Hace algunas décadas, el
psicólogo social Enrique Pichón Rivière afirmaba: “En nuestro país el fútbol
llamado el más popular de los deportes, merece una atención que nunca se le ha
dispensado y desde un ángulo que resultará extraño a muchos. Si la práctica del
deporte se emprende con espontaneidad para darle al deporte una orientación
cabal, es indispensable hacer un estudio socio-psicológico del mismo. Porque el
deporte no es solamente importante para la formación de la juventud, sin que se
haya convertido en un medio común de existencia capaz de ejercer una influencia
decisiva sobre las apreciaciones que se hacen en el conjunto de las relaciones
humanas”.
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