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sábado, 12 de julio de 2014

Herencia

Herencia Mundialista…


Associated Press
Una vez la Copa del Mundo empaque sus maletas y se vaya de Brasil, cuatro estadios relucientes que costaron 1.600 millones de dólares y albergaron a cientos de miles de fanáticos quedarán en silencio mientras sus dueños buscan darles algún uso.

En la ciudad de Cuiabá, ubicada en el humedal más grande del mundo en el oeste del país, colombianos y chilenos llenaron a capacidad los 40.000 asientos de la Arena Pantanal durante el Mundial. El próximo partido importante en el estadio, que costó 260 millones de dólares, es el 20 de julio: Paysandú enfrenta a Cuiabá por el campeonato brasileño de tercera división. Los funcionarios locales esperan unos 4.000 hinchas.

Otros tres estadios construidos para el Mundial tendrán destinos similares: el de la capital Brasilia, el de la ciudad amazónica de Manaos, y en Natal en la costa noreste.

Ninguna de esas ciudades tiene clubes grandes de fútbol, lo que significa que no habrá un arrendatario que llene las gradas y pague el mantenimiento y las utilidades.

Auditores del gobierno han dicho que el costo final del estadio de Brasilia será de 900 millones de dólares, lo que lo convierte en el estadio de fútbol más costoso del mundo después de Wembley en Londres.

Brasil no necesitaba 12 estadios para el Mundial. La FIFA pedía un mínimo de ocho, pero los organizadores locales decidieron construir cuatro adicionales, principalmente para satisfacer a políticos locales.

"Lo único peor que gastar un montón de dinero en un estadio, es gastar un montón de dinero en un estadio que nadie usa", expresó Victor Matheson, profesor de economía del deporte de la universidad Holy Cross en Worcester, Massachusetts. "Ningún economista de la academia diría que es una buena inversión gastar dinero en una instalación deportiva".

Los cuatro estadios son instalaciones multiuso que pueden albergar eventos sociales, culturales y convenciones. Ya cuentan con portales de  internet en los que se promocionan y buscan arrendadores.

Mauricio Guimaraes, que encabeza los proyectos del Mundial en Cuiabá, dijo que el estadio podría albergar ferias agrícolas, eventos de negocio y "podría servir como incentivo a los equipos de tercer y cuarta división de la zona para que busquen el ascenso".

En Natal, el estadio albergará un partido de segunda división la próxima semana entre America y Bragantino, en el que se esperan unas 3.000 personas.

La situación es similar en Manaos y Brasilia.

José María Marín, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, ha dicho que encontrar usos para las instalaciones después del campeonato "depende de la creatividad y la imaginación de los dueños y administradores de los estadios".

La historia está repleta de elefantes blancos legados por mundiales y Juegos Olímpicos.

El estadio construido en Ciudad del Cabo por 600 millones para el Mundial de 2010 ha albergado apenas siete partidos de fútbol en cuatro años. En su momento era la postal clásica del primer Mundial en Africa, construido en la costa y al pie de la famosa Montaña de la Mesa. Las autoridades locales dicen que eventualmente generará dinero para cubrir su costo.

El panorama es incluso peor para el estadio construido en Polokwane, una ciudad que no tiene equipos ni forma de generar ingresos.

El símbolo de los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing, el estadio Nido de  Pájaros, se ha convertido en lo que el alcalde de Río de Janeiro Eduardo Paes catalogó como "un mausoleo al desperdicio de fondos públicos".

"No tenemos mucha evidencia desde el punto de vista económico de que los países que albergan estos grandes eventos tengan legados importantes", señaló Matheson. "Quizás un estadio puede albergar un concierto de Beyonce o Mick Jagger. Pero no hay muchas bandas que metan 50.000 personas en un lugar".

Funcionarios brasileños del sector de turismo esperan que la Copa sirva para impulsar esa industria. Un estudio reciente del Banco Mundial reveló que Brasil recibe apenas 5,7 millones de turistas extranjeros al año. En comparación, República Dominicana recibe 4,6 millones, y Francia recibe 83 millones de turistas al año.

Robert Baade, un economista de la universidad Lake Forest en Chicago, dijo que visitó Brasil habló con funcionarios del ministerio de deportes para advertirles sobre el peligro de gastar de más en los estadios.

"Hay una idea de que estos estadios de alguna manera servirán para fomentar otros desarrollos económicos", indicó. "Pero así no funciona esto. No es como construir un centro comercial, que está abierto de 9 a 9. Hay mucho tiempo en que está cerrado. Estamos hablando sobre un estadio que quizás se utilice ocasionalmente".

Baade relató que hace poco visitó Barcelona, considerada como un ejemplo exitoso de renovación urbana por medio de una olimpiada, y fue a la parte de la ciudad donde está ubicado el estadio olímpico.

"Casi no hay actividad allí", señaló. "Y Barcelona es considera como un gran  éxito".

Brasil gastó unos 4.000 millones de dólares -80% de eso en dinero público- para construir o renovar 12 estadios para el Mundial. La inversión total en el torneo de un mes fue de unos 11.500 millones.

Los estadios nuevos también hicieron que aumenten los precios de las entradas, lo que margina a la clase obrera que usualmente acude a los partidos de fútbol de los clubes locales.

Sin embargo, también se espera que estas instalaciones sean más seguras para los aficionados.

"Natal y otras ciudades del norte han tenido una historia de violencia en los partidos", comentó Luis Eduardo Pereira, vocero de los encargados del estadio de Natal. "Esperamos que un estadio más seguro incentive a las familias para venir a ver partidos de fútbol".

Los partidos de la primera división de Brasil atraen, en promedio, menos fanáticos que la MLS de Estados Unidos.

"Tenemos que encontrar la forma de que los pobres y la clase obrera vaya a los estadios", dijo el ministro de deportes, Aldo Rebelo. "Uno no puede excluir la naturaleza democrática de las gradas. Ese es el espíritu del fútbol".

Un estadio reciente reveló que el precio promedio de las entradas para el estadio Maracaná de Río, sede de la final del Mundial, aumentó unas 30 veces en los nueve últimos años.

Wolfgang Maennning, profesor de economía del deporte en la Universidad  de Hamburgo, defendió la construcción de estadios, aunque dijo que la FIFA y el COI deben permitir que sean estructuras más pequeñas y temporales. Eso reduciría sus costos, sin afectar las transmisiones de televisión.


"Si construyes un aeropuerto nuevo, no lo vas a construir pensando sólo en la capacidad que tienes en ese momento", señaló. "Lo construirías pensando en 30 años de crecimiento. Por supuesto que los estadios ahora mismo son demasiado grandes".

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