Herencia Mundialista…
Associated Press
Una vez la Copa del Mundo empaque
sus maletas y se vaya de Brasil, cuatro estadios relucientes que costaron 1.600
millones de dólares y albergaron a cientos de miles de fanáticos quedarán en
silencio mientras sus dueños buscan darles algún uso.
En la ciudad de Cuiabá, ubicada
en el humedal más grande del mundo en el oeste del país, colombianos y chilenos
llenaron a capacidad los 40.000 asientos de la Arena Pantanal durante el
Mundial. El próximo partido importante en el estadio, que costó 260 millones de
dólares, es el 20 de julio: Paysandú enfrenta a Cuiabá por el campeonato
brasileño de tercera división. Los funcionarios locales esperan unos 4.000
hinchas.
Otros tres estadios construidos
para el Mundial tendrán destinos similares: el de la capital Brasilia, el de la
ciudad amazónica de Manaos, y en Natal en la costa noreste.
Ninguna de esas ciudades tiene
clubes grandes de fútbol, lo que significa que no habrá un arrendatario que
llene las gradas y pague el mantenimiento y las utilidades.
Auditores del gobierno han dicho
que el costo final del estadio de Brasilia será de 900 millones de dólares, lo
que lo convierte en el estadio de fútbol más costoso del mundo después de
Wembley en Londres.
Brasil no necesitaba 12 estadios
para el Mundial. La FIFA pedía un mínimo de ocho, pero los organizadores
locales decidieron construir cuatro adicionales, principalmente para satisfacer
a políticos locales.
"Lo único peor que gastar un
montón de dinero en un estadio, es gastar un montón de dinero en un estadio que
nadie usa", expresó Victor Matheson, profesor de economía del deporte de
la universidad Holy Cross en Worcester, Massachusetts. "Ningún economista
de la academia diría que es una buena inversión gastar dinero en una
instalación deportiva".
Los cuatro estadios son
instalaciones multiuso que pueden albergar eventos sociales, culturales y
convenciones. Ya cuentan con portales de
internet en los que se promocionan y buscan arrendadores.
Mauricio Guimaraes, que encabeza
los proyectos del Mundial en Cuiabá, dijo que el estadio podría albergar ferias
agrícolas, eventos de negocio y "podría servir como incentivo a los
equipos de tercer y cuarta división de la zona para que busquen el
ascenso".
En Natal, el estadio albergará un
partido de segunda división la próxima semana entre America y Bragantino, en el
que se esperan unas 3.000 personas.
La situación es similar en Manaos
y Brasilia.
José María Marín, presidente de
la Confederación Brasileña de Fútbol, ha dicho que encontrar usos para las
instalaciones después del campeonato "depende de la creatividad y la
imaginación de los dueños y administradores de los estadios".
La historia está repleta de
elefantes blancos legados por mundiales y Juegos Olímpicos.
El estadio construido en Ciudad
del Cabo por 600 millones para el Mundial de 2010 ha albergado apenas siete
partidos de fútbol en cuatro años. En su momento era la postal clásica del
primer Mundial en Africa, construido en la costa y al pie de la famosa Montaña
de la Mesa. Las autoridades locales dicen que eventualmente generará dinero
para cubrir su costo.
El panorama es incluso peor para
el estadio construido en Polokwane, una ciudad que no tiene equipos ni forma de
generar ingresos.
El símbolo de los Juegos
Olímpicos de 2008 en Beijing, el estadio Nido de Pájaros, se ha convertido en lo que el
alcalde de Río de Janeiro Eduardo Paes catalogó como "un mausoleo al
desperdicio de fondos públicos".
"No tenemos mucha evidencia
desde el punto de vista económico de que los países que albergan estos grandes
eventos tengan legados importantes", señaló Matheson. "Quizás un
estadio puede albergar un concierto de Beyonce o Mick Jagger. Pero no hay
muchas bandas que metan 50.000 personas en un lugar".
Funcionarios brasileños del
sector de turismo esperan que la Copa sirva para impulsar esa industria. Un
estudio reciente del Banco Mundial reveló que Brasil recibe apenas 5,7 millones
de turistas extranjeros al año. En comparación, República Dominicana recibe 4,6
millones, y Francia recibe 83 millones de turistas al año.
Robert Baade, un economista de la
universidad Lake Forest en Chicago, dijo que visitó Brasil habló con
funcionarios del ministerio de deportes para advertirles sobre el peligro de gastar
de más en los estadios.
"Hay una idea de que estos
estadios de alguna manera servirán para fomentar otros desarrollos
económicos", indicó. "Pero así no funciona esto. No es como construir
un centro comercial, que está abierto de 9 a 9. Hay mucho tiempo en que está
cerrado. Estamos hablando sobre un estadio que quizás se utilice
ocasionalmente".
Baade relató que hace poco visitó
Barcelona, considerada como un ejemplo exitoso de renovación urbana por medio
de una olimpiada, y fue a la parte de la ciudad donde está ubicado el estadio
olímpico.
"Casi no hay actividad
allí", señaló. "Y Barcelona es considera como un gran éxito".
Brasil gastó unos 4.000 millones
de dólares -80% de eso en dinero público- para construir o renovar 12 estadios
para el Mundial. La inversión total en el torneo de un mes fue de unos 11.500
millones.
Los estadios nuevos también
hicieron que aumenten los precios de las entradas, lo que margina a la clase
obrera que usualmente acude a los partidos de fútbol de los clubes locales.
Sin embargo, también se espera
que estas instalaciones sean más seguras para los aficionados.
"Natal y otras ciudades del
norte han tenido una historia de violencia en los partidos", comentó Luis
Eduardo Pereira, vocero de los encargados del estadio de Natal. "Esperamos
que un estadio más seguro incentive a las familias para venir a ver partidos de
fútbol".
Los partidos de la primera
división de Brasil atraen, en promedio, menos fanáticos que la MLS de Estados
Unidos.
"Tenemos que encontrar la
forma de que los pobres y la clase obrera vaya a los estadios", dijo el
ministro de deportes, Aldo Rebelo. "Uno no puede excluir la naturaleza
democrática de las gradas. Ese es el espíritu del fútbol".
Un estadio reciente reveló que el
precio promedio de las entradas para el estadio Maracaná de Río, sede de la
final del Mundial, aumentó unas 30 veces en los nueve últimos años.
Wolfgang Maennning, profesor de
economía del deporte en la Universidad
de Hamburgo, defendió la construcción de estadios, aunque dijo que la
FIFA y el COI deben permitir que sean estructuras más pequeñas y temporales.
Eso reduciría sus costos, sin afectar las transmisiones de televisión.
"Si construyes un aeropuerto
nuevo, no lo vas a construir pensando sólo en la capacidad que tienes en ese
momento", señaló. "Lo construirías pensando en 30 años de
crecimiento. Por supuesto que los estadios ahora mismo son demasiado grandes".
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