¿Quiénes libran la batalla contra
el maíz transgénico?
Forbes - jueves, 10 de
julio de 2014
La batalla por el maíz / segunda
entrega: Parte de la comunidad
científica y algunas ONG defenderán la suspensión de permisos para la siembra
de maíz transgénico. ¿Qué peligros advierten para los consumidores mexicanos?
México vive una etapa decisiva
para garantizar su seguridad alimentaria. La administración federal y las
empresas impulsarán dentro de la próxima reforma al campo la siembra de maíz
transgénico como la solución para garantizar el abasto en la alimentación de
los mexicanos.
En 2012 la importación de maíz en
México ascendió a 9.5 millones de toneladas, de las cuales 89% provinieron de
Estados Unidos, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Sin embargo, no todos están de
acuerdo con que la solución sea sembrar maíz transgénico. Parte de la comunidad
científica advierte sobre el peligro de perder 59 razas y más de 1,000
variedades de maíz nativo a lo largo y ancho del país, así como comprometer la
soberanía alimentaria por la alta dependencia que tendrían los productores con
las grandes trasnacionales que patentan organismos genéticamente modificados
(OGM).
“Si México entra en esta aventura
transgénica, los resultados serán irreversibles. Una vez que entremos no habrá
vuelta atrás para México y para el mundo, porque la biodiversidad más
importante que tiene la humanidad del
maíz está aquí”, asegura el científico Antonio Turrent, presidente de la Unión
de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS).
Una demanda colectiva les
permitió a científicos y organizaciones no gubernamentales (ONG) ganar una
batalla contra el maíz transgénico hace casi un año, ya que logró la suspensión
temporal para la siembra del grano genéticamente modificado.
Hasta el momento, la decisión
judicial suma más de 68 impugnaciones por parte de la Sagarpa y la Secretaría
de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), así como de empresas, entre
éstas Monsanto, Syngenta y Agrosciences.
Para Bolívar Zapata, ésta es una
lucha que tiene dos frentes: la preservación del maíz nativo y la afectación a
los derechos humanos si los transgénicos se siembran en el país.
El imperio del maíz
El maíz tiene siglos de historia
en México. Su presencia ha sido clave en la alimentación de varias
generaciones.
La cocina mexicana cuenta con más
de 600 platillos que se elaboran con maíz nixtamalizado de razas nativas del
grano, que en la dieta mexicana constituyen 53% de la ingesta calórica y 39% de
la proteínica.
Actualmente el consumo aparente
de grano de maíz entre los mexicanos es de 33 millones de toneladas anuales, de
las cuales 12 millones son destinadas al consumo humano y 21 millones se
emplean como forraje o en materias primas.
De continuar la situación actual
de déficit del grano, para 2025 se prevé que se importen 39 millones de
toneladas al año.
Ésa es la oportunidad que
intentan aprovechar las empresas. El valor potencial del negocio que tendrían
las trasnacionales al comercializar las semillas genéticamente modificadas y
los herbicidas ascendería a más de 2,200 millones de dólares (mdd) anuales, de
acuerdo con cálculos de la UCCS.
AgroBio, organización conformada
por empresas como Monsanto, Bayer CropScience y Syngenta, asegura que las
semillas transgénicas pueden traer ventajas en la reducción de costos en las
cosechas y una mayor producción del cereal, por lo que en la última década han
impulsado la siembra de las semillas genéticamente modificadas.
“México es centro de origen y
desarrollo de ese grano, ya que tenemos 59 razas y miles de variedades que
están en peligro de perderse en caso de que se siembren todas las hectáreas
para las que se ha pedido autorización”, asegura Silvia Díaz, coordinadora de
la campaña de Agricultura y Alimentación de Greenpeace México.
Antonio Turrent coincide con el
mismo riesgo que ve la ONG internacional, pues desde su perspectiva la siembra
de semillas genéticamente modificadas traería la reducción de la biodiversidad
existente.
Tanto Greenpeace como la UCCS
aseguran que pueden existir peligros para la salud de los mexicanos, ya que no
se han podido descartar los efectos colaterales por el consumo de productos
transgénicos en el largo plazo.
“Los riesgos pueden aparecer con
el paso del tiempo, un proceso similar al de fumar, y aunque desde hace más de
20 años se consumen los transgénicos en el país, la falta de etiquetado no
permite visualizar la exposición que han tenido los consumidores”, explica
Turrent.
A principios de octubre pasado,
la Fundación Semillas de Vida, Colectivas, AC, y la organización que preside el
científico mexicano lograron que su preocupación por la defensa del maíz se
tradujera en una orden judicial: el Juzgado Federal Décimo Segundo de Distrito
en Materia Civil, con sede en el Distrito Federal, emitió una medida
precautoria que ordena a la Semarnat y a la Sagarpa no otorgar permisos para la
siembra de maíz transgénico en las escalas experimental, piloto y comercial.
Esta medida se mantiene a la
fecha, a pesar de que la decisión judicial ha sido impugnada por el gobierno y
las empresas que, de acuerdo con el investigador emérito, responde a la
urgencia de lograr los permisos de siembra comercial antes de noviembre
próximo, periodo en que se cultiva el maíz.
David contra Goliat
La relación que han sostenido
empresas y gobierno en contra de los argumentos de las ONG se ha convertido en una
lucha similar a la de David y Goliat, explica Antonio Turrent. La reforma al
campo será el nuevo terreno donde medirán fuerzas.
El gobierno de Peña Nieto se ha
fijado la meta de hacer del campo un área sustentable, productiva y rentable,
que otorgue la seguridad alimentaria que el país necesita.
El científico argumenta que
elevar la productividad de las siembras no es una promesa que los transgénicos
cumplan del todo.
Un estudio publicado el año
pasado por la Universidad de Canterbury, en Nueva Zelanda, que analiza el
rendimiento del medio oeste de Estados Unidos (donde se produce con OGM) y
Europa de 1961 a 2011, en cultivos como el maíz, la colza, la soya y el
algodón, concluyó que el rendimiento europeo casi ha alcanzado al
estadounidense.
“No es cierto que la
transgenización está conduciendo a aumentar los rendimientos; más bien está
reduciendo la capacidad competitiva a Estados Unidos. El caballo que se
empareja gana”, argumenta Turrent.
En este momento, España es el
único país de la Unión Europea que permite la siembra de OGM en casi 80,000
hectáreas de su territorio, mientras que Alemania, Austria, Grecia, Francia,
Hungría y Luxemburgo, así como Italia y Polonia, han prohibido el cultivo del
maíz MON 810 (que se siembra sólo en Europa).
La semilla del crecimiento
Turrent argumenta que México
tiene la capacidad para abastecer su mercado sin la dependencia de
transgénicos. Sólo es necesario que el gobierno esté dispuesto a aumentar sus inversiones
en el campo para apoyar a los agricultores, así como aprovechar una reserva de
9 millones de hectáreas que actualmente se destinan a la ganadería.
Durante 2014 la Sagarpa ejercerá
un presupuesto de 82,900 millones de pesos (mdp), cifra casi 10% superior a lo
ejercido el año pasado, cuando la dependencia tan sólo contó con 75,400 mdp.
“Según la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México sólo destina 0.7% de su
Producto Interno Bruto (PIB) a agricultura, una situación que tiene que cambiar
frente a los retos de la seguridad alimentaria que enfrenta el país (…) el
problema radica en la distribución de la riqueza”, advierte Turrent.
Para Silvia Díaz es necesario que
la próxima reforma al campo se apegue al artículo cuarto de la Carta Magna, que
garantiza el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad.
“El problema es que estamos
importando un modelo de consumo y producción muy similar al de Estados Unidos,
el cual representa pan para hoy y hambre para mañana, ya que las plagas se
harán resistentes con los granos genéticamente modificados. Será mejor que
apoyemos la agricultura orgánica”, dice la coordinadora de la campaña de
Agricultura y Alimentación de Greenpeace México.
Este mes concluirán los ocho
foros nacionales temáticos con organizaciones sociales y privadas, además de
los siete foros regionales con vocación territorial que organiza la Sagarpa
previo a la presentación de la propuesta de reforma al campo, por lo que
Greenpeace afirma que se prepara para ejercer acciones y argumentos para
convencer a la población mexicana de la defensa del maíz.
Empresas, ONG y comunidad
científica coinciden en algo: los
estudios que pongan sobre la mesa los pros y contras de la utilización de
semillas transgénicas requieren tiempo para demostrar sus argumentos, mientras
el campo necesita una respuesta urgente para dejar atrás el olvido y elevar la
productividad.
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