Los vacíos de información en las
crisis
Forbes - martes, 29 de
julio de 2014
Muchas instituciones, públicas o
privadas, prefieren ocultar información –o darse tiempo para tener certeza
sobre lo que ocurrió– generando un vacío informativo que por lo regular es
llenado por los medios o por otras instituciones.
Cuando se genera una crisis en
una empresa o en cualquier institución, por lo regular los medios de
comunicación, en afán de ganar la primicia, tienden a especular y a dar por
sentado situaciones sin previa verificación y confirmación.
El derribo del avión de Malasyan
Airlines el pasado 17 de julio, logró evitar la especulación debido a una
grabación revelada por el gobierno ucraniano a pocas horas del percance. Pero
no siempre ocurre así. Muchas instituciones, sean públicas o privadas,
prefieren ocultar información –o darse tiempo para tener certeza sobre lo que
ocurrió– generando un vacío informativo que por lo regular es llenado por los
medios o por otras instituciones.
Un ejemplo de ello es el caso del
vuelo 800 de TWA, que en 1996 cayó a poco de haber despegado del aeropuerto JFK
de Nueva York. Era la víspera de los Juegos Olímpico en Atlanta, lo que generó
la especie de que terroristas armados con misiles tierra-aire derribaron el
avión, teoría que cobró fuerza por el testimonio de testigos presenciales, como
Naneen Levine, quien dijo que vio un proyectil rojo que ascendía como un fuego
artificial y que explotó al llegar a la posición en donde se encontraba el
avión, versión que dieron cientos de testigos más.
Asimismo, el ex corresponsal de
ABC News, Pierre Salinger, quien había sido secretario de prensa del presidente
John Kennedy, opinó en una rueda de prensa que un barco de la marina de Estados
Unidos había derribado el TWA 800 con un misil. Salinger llegó a esta
conclusión por un documento en Internet formulando esta denuncia. El peritaje
oficial informó que la causa fue la chispa de un cable en el tanque de
combustible principal, localizado en la “panza” del avión.
Si, por un lado, está la
responsabilidad de la institución inmersa en una crisis, por el otro está el
tema, por parte de los medios de comunicación, de informar de inmediato sin
perder objetividad ni generar especulaciones.
Cuando un hecho se produce, se
presupone en el periodista la constatación del mismo antes de informar a sus
audiencias. Sin embargo, en muchos medios de comunicación la descripción de un
hecho no se realiza de manera “pura”, pues en ello influye la política
editorial o los intereses particulares de cada medio para comunicar una noticia
de una forma determinada o, inclusive, para silenciarla.
Por otro lado, en la mayoría de
los casos los periodistas sólo son intermediarios que no conocen la realidad de
manera directa o por sí mismos, sino que se limitan a reproducir lo expresado
por fuentes “confiables”, en cuyo caso sólo son responsables de la veracidad de
la noticia conforme a la información que reciben de parte de esas fuentes.
La verdad periodística tiene que
ser la verdad real, a fin de evitar el que, por la múltiple existencia de
verdades sobre un mismo hecho, el periodista informe a su mejor parecer. De ahí
la importancia de, cuando se entra en una situación crítica, evitar el vacío de
información al que me refiero líneas arriba.
Mientras más tiempo transcurre en
que estalla la situación de crisis y se genera la información hacia los medios
de comunicación, el vacío de información se va agrandando; la información que
se va difundiendo por parte de los medios de comunicación a partir de
testimonios de terceros ajenos a la situación y su magnificación a través de las
redes sociales, genera una percepción de las cosas que se va distanciando de la
realidad, y mientras más largo es el lapso, más complicado es ajustar esa
percepción a la realidad.
Por ello, una institución que
entra en situación crítica –o su agencia de relaciones públicas– deberían tener
en consideración los siguientes puntos:
Nunca está de más tener en cuenta
que las mejores decisiones son las que se toman racionalmente, aunque en
momentos de crisis es difícil guardar la calma. Pero también se tiene que
considerar que los intereses de la compañía por salvaguardar su negocio, deben
equilibrarse por las necesidades emocionales de los afectados por los
acontecimientos.
El caso del vuelo 800 de TWA, a
pesar de haber ocurrido hace 18 años, ha cobrado nuevos bríos recientemente.
Las inquietudes que quedaron insatisfechas llevaron el año pasado a ex
investigadores de ese accidente a solicitar a la Junta Nacional de Seguridad en
el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés) reabrir la investigación del caso
ante nuevas evidencias de que el avión fue derribado por un misil y que el FBI
obligó a ocultar información. Inclusive se filmó un documental al respecto:
Vuelo 800 de la TWA, según reportó Univisión.
Cualquier situación crítica de
una institución puede volver a salir a la luz si, durante el proceso de
comunicación, se guardó deliberadamente alguna información para influir en las
audiencias sobre las causas o la solución de la misma.
Por cierto, el derribamiento de
un avión comercial por misiles militares se ha dado en varias ocasiones durante
los últimos 40 años.
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