El Banco Mundial y sus secretos
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“Siempre quise trabajar en el
Banco Mundial”, luego, un rápido suspiro. La voz, al otro lado de la línea
telefónica, pertenece a Karen Hudes, una mujer cuya vida se ha convertido en
una peligrosa montaña rusa, plagada de curvas siniestras y controversiales
altos y bajos. Hudes es abogada egresada de la Universidad de Yale y economista
titulada en la Universidad de Ámsterdam. Su impresionante currículum incluye
prestigiosas firmas de abogacía, además de cinco años laborando en el Banco de
Exportaciones e Importaciones de Estados Unidos y 20 años en el Departamento
Legal del Banco Mundial, donde fue despedida en 2007, tras ocupar el cargo de
asesora principal.
Es decir, esta mujer estuvo dos
décadas metida de cabeza en el epicentro de la economía mundial... pero, sobre
todo, epicentro de la deuda mundial. Y a pesar de su jerarquía dentro de la
institución, un mal día la despidieron luego de abrir una puerta tras la cual
se escondía una enorme y compleja maraña de corrupción que —según ella— la
llevó a una conclusión: el Banco Mundial no es lo que parece. Y, en definitiva,
no era el sitio donde alguna vez soñó trabajar.
Fundado en 1944, el BM tiene dos
misiones clave: acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad
compartida. Y está compuesto por cinco instituciones: el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento (BIRF), que otorga préstamos a gobiernos de países de
ingreso mediano y de ingreso bajo con capacidad de pago; la Asociación
Internacional de Fomento (AIF), que concede préstamos sin interés, o créditos,
así como donaciones a gobiernos de los países más pobres; la Corporación
Financiera Internacional (IFC), miembro del Grupo del Banco Mundial, es la
mayor institución internacional de desarrollo dedicada exclusivamente al sector
privado (ayuda a los países en desarrollo a lograr un crecimiento sostenible,
financiando inversiones, movilizando capitales en los mercados financieros
internacionales y la prestación de servicios de asesoramiento a empresas y
gobiernos); el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), creado
en 1988 como miembro del Grupo del Banco Mundial para promover la inversión
extranjera directa en los países en desarrollo, apoyar el crecimiento
económico, reducir la pobreza y mejorar la vida de las personas (MIGA cumple
este mandato ofreciendo seguros contra riesgos políticos —garantías— a
inversores); y el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones (CIADI), el cual presta servicios internacionales de conciliación y
arbitraje para ayudar a resolver disputas sobre inversiones.
Tras una breve pausa, Hudes
prosigue con su idea inicial: “Sí, siempre quise trabajar ahí. Y es que, para
alguien como yo, que estudió desarrollo económico y además es abogada, el Banco
Mundial es el lugar perfecto para desarrollarse profesionalmente, dado que está
justo en el centro del sistema financiero internacional. Así que ahí quería
hacer mi carrera y me tomó algo de esfuerzo lograr entrar”.
El Banco Mundial está localizado
en Washington y hoy en día tiene como miembros a 188 países, comenta Hudes.
“Por lo que ellos prefieren emplear a personas de diferentes partes del mundo,
lo cual —laboralmente hablando— lo convierte en un ambiente realmente
competitivo. Yo fui contratada por un abogado egipcio que trabajaba como
consejero general para los países exportadores de petróleo. Él también contrató
a los que posteriormente formaron parte de mi equipo de trabajo”.
Cuando todo era casi perfecto...
Inicialmente, durante los
primeros años fue el trabajo perfecto. Pero con el tiempo el panorama fue
tornándose oscuro y confuso. Con una parsimoniosa metodología de investigación,
Hudes fue hilando una serie de casos que involucraban transacciones poco más
que sospechosas, todas realizadas en nombre del BM.
“Todo cambió al darme cuenta del
verdadero propósito secreto que tiene el Banco Mundial: es una cooperativa que
tiene un rol muy importante que cumplir administrando ‘trust funds’
(fideicomisos) que contienen prácticamente la totalidad de la riqueza mundial.
Y esto lo fui descubriendo a medida que iba haciendo públicas las dificultades
que yo tenía para ejercer mis labores ahí”.
La dificultad mayor con la que se
topó fue la imposibilidad de verificar, en detalle, los estados financieros de
la institución. No hubo manera de lograrlo. Las cuentas del banco que está
destinado a acabar con la pobreza extrema están ocultas tras un velo de
misterio digno de una creación de Hitchcock.
“Nuestras investigaciones
mostraban cada nivel de corrupción dentro de las instituciones que conforman el
Banco Mundial. Todo está documentado. El BM es el banco de un grupo que busca
generar e incrementar deuda en todos los países que pueda. Por ejemplo, para el
momento en que iniciamos estas denuncias, el hoy vicepresidente de Estados
Unidos, Joe Biden, estaba a cargo del Comité de Relaciones Exteriores del
Senado y los senadores júnior de su comité eran Barack Obama y Hillary Clinton;
yo me dirigí a ellos, a los tres”, recuerda Hudes. “Todos están implicados en
ocultar lo que ocurre. Posteriormente el Banco Mundial abrió una oficina de
Integridad Institucional cuyo propósito era identificar a los informantes
dentro de la organización, gente como yo. En una oportunidad, el ministro de
Relaciones Exteriores de Holanda solicitó que se iniciara una investigación
sobre las acusaciones de corrupción que yo realizaba. Pero el departamento de
Integridad Institucional negó esta posibilidad”.
Uno de los grandes enunciados del
Banco Mundial tiene que ver con la transparencia de sus transacciones y la
necesidad de que estén abiertas para que se pueda realizar un buen control
interno. “Y mi trabajo, como una de los abogados, era asegurarme de que los
estados financieros fueran ciertos, que correspondieran con la realidad: que
fueran legales. Pero no fue así. Yo realicé todos los pasos requeridos por la
organización pero, al ver que había un silencio absoluto, me dirigí al
Departamento del Tesoro de Estados Unidos, tratando de que obligaran al Banco
Mundial a revelar sus verdaderos estados financieros, y el Congreso de Estados
Unidos intentó durante un año que esto se realizara pero no hubo éxito”,
declara Hudes, quien por estos días se encuentra en Tokio, Japón, lugar desde
donde está en contacto con los principales líderes económicos mundiales en
busca de exponer y detener las acciones que con tanto fervor denuncia.
“Lo que yo estudié como
‘economía’ en la universidad no tiene nada que ver con lo que encontré
trabajando en el sistema financiero internacional. Igual ocurre con las leyes.
Las leyes no existen y las universidades educan a la gente en un sistema que no
existe, y en los que estos conocimientos no aplican: es irreal”.
El cartel, y no de sapos
Un grupo de investigadores
técnicos (matemáticos) del Instituto Federal de Tecnología en Zurich, Suiza,
estudió el funcionamiento de este cartel bancario, que incluiría a los bancos
centrales. “Muchas personas creen que los bancos centrales son parte del
gobierno en sí, pero no ocurre de esta manera: muchos son entidades privadas
que controlan medios, exportaciones, etcétera. Lentamente se ha cambiado el
horizonte del sistema financiero pero... si a usted no se lo informan... ¿cómo
podría enterarse?”, se pregunta Hudes.
Estos matemáticos descubrieron
que un alto porcentaje de compañías, grandes y no tanto, que funcionan en el
mundo y con una gran mayoría ofertando en Bolsas de Valores, pertenecen a un
solo grupo, tienen un solo dueño. Ese estudio, sin ninguna hipótesis y repleto
de fórmulas y aplicación de método científico, documentó que existe una manera
de manejar el sistema integrado de las juntas directivas para encontrar
conexiones y llegar a la conclusión de que un solo grupo controla la mayoría de
la riqueza del mundo... y que la labor del Banco Mundial es proteger los
intereses de ese grupo y de nadie más. Estos matemáticos rastrearon las
relaciones entre unas 37 millones de compañías e inversionistas alrededor del
mundo, todo esto en un complejo informe lleno de fórmulas de cálculo y
algoritmos, y su descubrimiento, sorprendente por demás, es que hay una
“superentidad” o grupo élite, que reúne 147 megacorporaciones unificadas de una
manera hermética y que controla y representa el 40 por ciento de toda la
economía global...
Karen Hudes cuenta que el Banco
Mundial financia una serie de iniciativas y proyectos. Una de ellas fue un
software llamado “Power Transition Model”. Y en 2004 fue presentado al BM por
un científico que además era experto en política. Esta poderosa herramienta
originalmente fue desarrollada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos
y lo que hace es predecir cómo se formarán coaliciones sociales, políticas y
económicas; suerte de bola de cristal tecnológica que, tras revisar complejos
patrones, puede resolver con un —supuesto— 95 por ciento de seguridad, la tendencia
que regirá algún conflicto. Vale decir que dentro del sistema de inteligencia
estadounidense tiene un enorme grado de respeto. “Y una de las cosas más
interesantes que descubrimos usando ese software es que la mayoría de los
medios de comunicación importantes (a los que yo consideraba factores
positivos, además de otras corporaciones) en realidad son propiedad de un
inmenso cartel bancario”.
Como organización, el
funcionamiento del Banco Mundial es muy inusual. Hay una junta que maneja al
banco y tiene representantes de las ocho economías más importantes. “Y todo
tiene que ver con el oro del mundo. Lo que yo llamo el cartel bancario,
sencillamente maneja ese oro que respalda a muchas emisiones de bonos del
mundo. Ellos reciben dinero y no pierden nunca porque ese oro no lo van a
monetizar; mucho menos vender o trasladar”, explica Hudes.
El portal El Ciudadano, página de
Chile, profundiza en otra arista de este complejo mazo de cartas: la élite
mundial no solo controla estas megacorporaciones. De acuerdo con Hudes, también
dominan las organizaciones no electas, que no responden a ningún país y que
controlan las finanzas de virtualmente toda nación sobre la faz de la Tierra.
El Banco Mundial, el FMI y los bancos centrales como la Reserva Federal literalmente
controlan la creación y el flujo del dinero en el mundo. En el ápice de este
sistema se encuentra el Banco de Pagos Internacionales. Es el banco central de
los bancos centrales, y en un video de Youtube.com se puede escuchar a Hudes
decir lo siguiente: “No tenemos que esperar a que alguien despida a la Reserva
Federal o al Banco de Pagos Internacionales... Algunos estados han empezado a
reconocer la plata y el oro, metales preciosos, como moneda. Mucha gente ni
siquiera ha escuchado sobre el Banco de Pagos Internacionales, pero es una
organización de extrema importancia. En un artículo anterior en inglés, se
describe como este ‘banco central del mundo’ es literalmente inmune a las leyes
de cualquier país... Una organización internacional inmensamente poderosa, de
la cual la mayoría ni siquiera ha escuchado, secretamente controla la
producción de dinero del mundo entero. Es el llamado Banco de Pagos
Internacionales, y es el banco central de los bancos centrales. Está ubicado en
Basilea, Suiza, pero tiene sucursales en Hong Kong y en la ciudad de México. Es
esencialmente un banco central del mundo no electo que tiene completa inmunidad
de impuestos y leyes internacionales. Hasta Wikipedia admite que ‘no responde a
ningún gobierno nacional’ y ‘hoy, 58 bancos centrales a nivel mundial
pertenecen al Banco de Pagos Internacionales (BPI), y tiene, por mucho, más
poder en la economía de EE UU (o la economía de cualquier otro país) que
cualquier político. Cada dos meses, los banqueros centrales se reúnen en Basilea
para otra ‘Reunión de Economía Mundial’. Durante estas reuniones, se toman
decisiones que afectan a todo hombre, mujer y niño en el planeta, y ninguno de
nosotros tiene alguna palabra en lo que se decide. El BPI es una organización
que fue fundada por la élite mundial, que opera en beneficio de la misma, cuyo
fin es ser una de las piedras angulares del venidero sistema financiero global
unificado”, finaliza la investigación de la revista El Ciudadano (de Chile).
“Me despidieron en el año 2007”,
y parece que apenas fue ayer, dado que Karen Hudes no solo recuerda sino que
día a día vive y respira en esta cruzada que tiene como objetivo exponer la
que, según ella, es la realidad del sistema económico mundial y seguir
trabajando junto a aquellos que puedan vislumbrar un mejor futuro para el
mundo.
“Me despidieron a pesar de que el
Congreso norteamericano envió tres comunicados para que no me removieran de mi
cargo. Pero yo seguí en contacto con una serie de informantes internos y
externos. Y gracias a uno de ellos, del Reino Unido, logramos presentar el caso
de la corrupción del Banco Mundial ante el Parlamento Británico, que se
pronunció ante la falta de confianza que tienen los estados financieros del
Banco Mundial. Luego testifiqué en el Parlamento Europeo y, a partir de ahí, se
ha desarrollado una serie de coaliciones que buscan detener el nivel de
corrupción y engaño que se oculta en el Banco Mundial y en su pequeño hermano,
el Fondo Monetario Internacional”.
Hudes terminaría reunida con
representantes de las cuatro agencias mundiales que surten a los sistemas
crediticios y que son controladas por Rusia y China; “hoy nos escribimos
semanalmente. Y lo que no se conoce —porque los medios no pueden reflejarlo— es
que hay una poderosísima coalición mundial en contra del sistema bancario
actual. Te sorprendería saber todo lo que se está haciendo, en términos
legales. Es como árboles viejos y grandes, cayendo en un bosque sin que nadie
escuche”.
I’ve seen the future, brother:
it is murder... (He visto el futuro,
hermano: es asesinato)
Este intertítulo responde a “The
Future”, glorioso tema del maestro Leonard Cohen y es propicio para el macabro
panorama económico que ya hoy en día azota a no pocas naciones.
“Lo que va a ocurrir es un nuevo
cambio del sistema económico mundial en el que no volveremos a utilizar papel
moneda, billetes”. Hudes utiliza un ejemplo bastante gráfico y explica que la
gran mayoría de los billetes usados en las diversas economías mundiales tienen
escrito un enunciado (en letras diminutas) que dice algo más o menos como:
“Pagaderos al portador en las oficinas del banco central”, lo cual coloca al
papel moneda como simples pagarés que deben ser canjeados por... dinero.
“Utilizaremos en cambio monedas
solamente. Y cuando te hablo sobre esto, que puede sonar a fantasía, es algo
que ya se está gestando mientras hablamos. En abril hubo una reunión con 188
ministros de economía y se comenzó a trabajar en la desaparición del papel
moneda. Este cartel bancario quiere seguir corrompiendo líderes, creando
guerras, dado que las guerras son el mejor negocio. Pero, repito, hay una
coalición que está muy adelantada en cuanto a ponerle fin a esta situación
económica mundial, en la que la moneda de cada país genera deuda a los bancos.
¿Por qué la gente tiene que pagar deudas eternas por su propia moneda? El
cartel busca crear un ‘crash’ en el dólar, para que pueda generar algún tipo de
moneda única mundial. Hay que seguir la idea de John F. Kennedy y emitir
dólares del Tesoro Nacional (monedas en oro) y olvidar las Notas de la Reserva
Federal, antes de que pierdan su valor en pro de crear una quiebra en Estados
Unidos. Tenemos que emitir monedas ‘limpias’”.
Karen Hudes sigue investigando,
denunciando y tratando de ser una voz que resuene dentro de un abismo de poder
que se hace el sordo. Pero dice que aplicando el Power Transition Model a la
situación actual ve una salida pronta a esta situación, y con ello se muestra
efusiva, esperanzada.
Mientras, el mundo sigue plagado
de deuda, crisis, bancos, créditos, préstamos, pagos, intereses y más deudas...
sin importar que se trate de un maléfico grupete que controle la economía
mundial. Qué bueno sería despertar en una sociedad donde la única deuda que se
pueda tener sea con los actos de conciencia de cada uno de nosotros.
Carlos Floreses periodista
venezolano. Ha sido colaborador de diversos medios de comunicación y es autor
de La moda del suicidio (EXD, 2000), Temporada caníbal (Random House Mondadori,
2004) y Unisex (Santillana, 2008). Actualmente es editor en jefe del diario
Notitarde La Costa y columnista de The Huffington Post. @CarlosFloresX
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