Ciencia ficción y la historia
alternativa
Forbes - viernes, 18 de
julio de 2014
La ciencia ficción da, a quien la
lee, la posibilidad de pensar fuera de la caja. Su capacidad de crear mundos
futuros o mundos posibles le permite funcionar como una especie de laboratorio
donde no sólo se generan ideas e inventos, sino escenarios en que se mide su
posible impacto.
El submarino, la computadora, el
helicóptero, Internet, el cohete espacial, la tecnología multitáctil, entre
muchos otros inventos, comparten el haber existido primero en las páginas de
una historia de ciencia ficción. La lista es muy larga y poco pensamos, por
ejemplo, cuando abrimos un video con Quick Time de Apple en Spock y el capitán
Kirk y cómo la serie Star Trek ha influido en el desarrollo de tecnologías.
También nuestro lenguaje se ha
visto enriquecido por la ciencia ficción y términos hoy usados comúnmente, como
ciberespacio o avatar, le deben su popularidad a William Gibson y a Neal
Stephenson. Así como la era espacial y la energía atómica le deben a H. G.
Wells y la exploración submarina a Julio Verne.
La relación entre la ciencia
ficción y el desarrollo tecnológico del siglo pasado y el presente puede no
verse de manera clara, pero la inspiración que inventores y programadores
obtienen de estas historias ha sido abundante, y es por ello que
desarrolladores como Tim Berners-Lee, Steve Wozniak, Sergey Brin o Paul Allen
han reconocido su deuda con el género (Allen incluso apoyó el Science Fiction
Museum and Hall of Fame en Seattle).
La ciencia ficción da, a quien la
lee, la posibilidad de pensar fuera de la caja. Su capacidad de crear mundos
futuros o mundos posibles le permite funcionar como una especie de laboratorio
donde no sólo se generan ideas e inventos, sino escenarios en que se mide su
posible impacto.
Como lo pone Cory Doctorow, autor
de ciencia ficción y futurólogo, el valor de la ciencia ficción está
precisamente en la creación de mundos ficticios para ayudar a compañías reales.
En este sentido habría que subrayar que no sólo se trata del potencial
inspirador para desarrollar ideas y productos, sino que al crear mundos y
sociedades del futuro, donde la tecnología se lleva al límite, la ciencia
ficción sirve también como alerta moral para los desarrolladores.
Sobre este último punto recae la
visión de Dan Novy y Sophia Brueckner, investigadores del MIT, que reflexionan
sobre el impacto social de un nuevo invento, y es para ello que imparten el
curso Sciencie Fictionto Sicence Fabrication, en que invitan a los ingenieros y
diseñadores a reflexionar y crear a partir de la lectura de ciencia ficción.
Brueckner argumenta que leer ciencia ficción es equivalente a una clase de
ética, y sería una ganancia que los inventores, al momento de trabajar,
trataran de pensar como autores de ciencia ficción.
Sin embargo, para algunos autores
la ciencia ficción cada vez encuentra más dificultad para generar mundos
futuros posibles, ya que por un lado encuentran que la noción de futuro
actualmente está desdibujada e invalidada, mientras que en términos
tecnológicos los tiempos se han reducido al punto que es difícil imaginar
futuros cercanos distintos del presente, dificultad que desde hace tiempo
hicieron notar escritores como William Gibson o Charles Stross.
Pero la ciencia ficción no sólo
trata de mundos futuros, sino de mundos posibles. El género de la historia
alternativa, considerado por algunos como un subgénero de la ciencia ficción,
se ocupa de crear pasados que no fueron, que son campo fértil para la reflexión
sobre nuestro presente, nuestra historicidad y sobre el discurso histórico.
¿Qué hubiera sido si…?
Historia alterna, historia
alternativa, historia especulativa, historia virtual, historia contrafáctica,
historia contrafactual, ucronías o historia hipotética son diferentes nombres
para obras que se ocupan del pasado que pudo haber sido.
Las distinciones vienen, por otra
parte, del modo en que se ha producido esta literatura que se debate
principalmente entre el mundo de la historia y el mundo de la ciencia ficción.
Es así que la distinción más severa entre quienes proponen o defienden la
validez de responder a la pregunta “¿qué hubiera sido si…?”, se presenta entre
la historia alternativa o alterna e historia frente a historia contrafáctica o
contrafactuales.
Quienes hacen esta distinción
argumentan que la historia contrafactual está más cerca de los procedimientos y
el rigor que sigue la historiografía (especialmente la tradicional), mientras
que la historia alternativa es pura ficción, aunque es válido decir que dentro
de ésta la forma que toma la historia es básicamente la de la historia
“tradicional”.
Historia alternativa e historia
contrafactual comparten las nociones de causalidad, grandes personajes, enfoque
en un evento y en general son historias militares.
Se dice que la historia
contrafactual, en su mayoría escrita por historiadores, se concentra en negar
(eliminar) o modificar un evento en específico y evaluar su importancia
histórica al analizar si hubiera o no habido un cambio en el desarrollo
consecuente de la historia. La alteración se concentra en lo que se considera
un punto de divergencia en un momento o evento central en la historia en que se
produjo un resultado que llevó a nuestro presente.
Por su parte, la historia
alternativa, escrita por autores de ciencia ficción, se ocupa de construir todo
el escenario que pudiera haberse presentado tras eliminar o modificar un evento
o personaje en específico de la historia; ese pasado distinto del que conocemos
se construye libremente como ficción.
Un poco de historia (no
alternativa)
Existe un gran debate acerca de
cuándo se escribió la primera historia alternativa. Para algunos es Tito Libio
quien escribió el primer relato de historia contrafactual.
Encontramos así algunos escritos
de la antigüedad y algunos más pertenecientes a la Edad Media, pero es hasta el
siglo XIX que empiezan a aparecer historias más próximas a lo que hoy
denominamos historia alterna. Como ejemplo sobresaliente está la breve historia
de Nathaniel Hawthorne’s —considerada por muchos la precursora del género en
idioma inglés—, P.’s Correspondence, publicada en 1845, que bien podría haber
servido de inspiración para Midnight in Paris, de Woody Allen.
Es en las primeras décadas del
siglo XX que comienzan a publicarse más historias alternas y aparece, entre
otras, la contribución al género del reconocido historiador G. M Trevelyan, If
Napoleon had won the battle of Waterloo, publicada en 1907.
Así que hasta la fecha la
historia alternativa es una especie de espejo de la historia tradicional,
centrada en grandes eventos o grandes personajes, con explicaciones causales y
fundamentalmente de carácter militar.
Hay que considerar también, entre
otras cosas, que el principio del siglo XX vería a la historia (como
disciplina) cuestionarse a sí misma sobre su función y su operación, lo que
quizá contribuyó a la incipiente producción del género, y al mismo tiempo a la
virulenta reacción de los historiadores que la veían como una tontería.
Décadas después aparecería una de
las primeras compilaciones que se mencionan en la lista de historias
alternativas: publicada en 1931 bajo el nombre de If it had happenedotherwise,
la colección es famosa por incluir una historia escrita por sir Winston
Churchill sobre qué hubiera sucedido si el norte hubiera ganado la guerra civil
de Estados Unidos.
En 1962, Philip K. Dick publicó
TheMan in the High Castle, una historia alterna en que la Alemania nazi y el
Japón imperial ganaron la Segunda Guerra Mundial; una obra que marcó la pauta
para las novelas que versarían sobre la misma temática.
El final de la década de 1980 y
la década de los noventa vio un auge de historias alternas, tanto en el campo
de la ciencia ficción como en el de la historia.
En el caso del primero se ha
adjudicado, en parte, a la aparición del autor de historias alternativas más
prolífico hasta la fecha, Harry Turtledove, y en otra parte a la aparición de
series de antologías como la serie WhatMight Have Been editada por Gregory
Benford, o la serie Alternate…, editada por Mike y Carol Resnick.
Por su parte, durante la misma
época, sociólogos e historiadores intentaron llevar nuevamente la historia
contrafáctica a la academia y produjeron varios escenarios, entre los que
destacan los recopilados en la colección Alternatives and Counterfactuals,
editada por el historiador de Harvard Niall Ferguson.
Fueron los noventa la década que
vio el comienzo de la producción masiva de historias alternativas y sin duda el
ya mencionado Harry Turtledove, a quien se le ha dado el título de “Maestro de
la historia alterna”. Hizo desde entonces mucho por el género con historias
como las contenidas en la serie de novelas Timeline-191, también conocida como
la serie SouthernVictory, en que los confederados ganan la guerra civil
estadounidense; A Different Flesh, en la que América no fue colonizada desde
Asia durante la era del hielo; In the Presence of MineEnemies, en que los nazis
ganan la Segunda Guerra Mundial, entre muchas otras.
De hecho, es en 1995 cuando nace
verdaderamente el género de la historia alternativa como tal, con el
establecimiento del SidewiseAwards for Alternate History por Steven H. Silver,
Evelyn Leeper y el científico de la NASA Robert B. Schmunk.
¿Por qué pensar en lo que pudo
haber sido?
Si bien la vinculación del
desarrollo de la tecnologíay la ciencia ficción produce resultados tangibles,
esto no sucede con el análisis de los mundos posibles, y menos aún con la
reflexión sobre los pasados que no fueron.
Por ello, si la historia alternativa
o la historia contrafáctica han tenido algún impacto en las decisiones que una
compañía o un gobierno tomó, esto sería difícil de medir y menos de demostrar,
porque al menos públicamente sería difícil que lo expusieran abiertamente.
Del mismo modo, la política
internacional considera el análisis contrafactual para reflexionar sobre las
decisiones que tal o cual gobierno tomó en un momento de la historia con
respecto a sus relaciones internacionales, como lo explica James D. Fearon en
su ensayo Counterfactuals and Hypothesis Testing inPolitical Science.
Sin embargo, estos modelos de
análisis se encuentran ampliamente cuestionados por muchos quienes los tachan
de inservibles.
En un nivel privado sería difícil
encontrar a una persona que nunca se haya preguntado un ¿qué hubiera sido si…?
La psicología desde hace tiempo mostró y aceptó nuestra capacidad de
reflexionar y experimentar a partir de las alternativas que nosotros mismos
planteamos, y estas alternativas o posibilidades que no se concretaron también
nos ayudan a relacionarnos con el mundo y ayudan a nuestra comprensión del
mismo. Es de la misma forma que opera la historia alternativa, en un modo que
invita a la reflexión y comprensión de nuestro contexto desde un nuevo ángulo.
El lector de historias alternas es llevado a considerar aquello que no sucedió,
a reflexionar sobre las decisiones que no se tomaron y cómo estas repercuten
también a futuro.
Cierto es que la historia puede
(debería de) pensarse como un discurso que pone en relieve las diferencias y
rupturas si se buscan en el pasado, en lugar de las continuidades.
¿Por qué y para qué leer entonces
historias alternas? Por una parte, en cuanto a la propia historia, las
reflexiones contrafactuales nos ayudan a voltear sobre las explicaciones históricas
previas y la operación historiográfica. Considerar lo que no ocurrió puede
ayudar a entender cómo se construyó la explicación a partir del evento y
reflexionar sobre la importancia que se le ha otorgado.
La historia alternativa como la
ciencia ficción y la historia (o al menos cierto tipo de las tres), presentan
un lado rebelde que busca la crítica, el análisis, para repensar nuestro mundo
y el significado que le damos. Los cuestionamientos contrafácticos están
presentes en nuestro día a día; sirven en muchos casos para reflexionar y tomar
distancia sobre nuestras decisiones, nos ayudan a cuestionarnos sobre los que
creemos saber, aquello que creemos dado, incluso si esto nos hace sentir
incómodos.
Esto se comparte con la ciencia
ficción que, como alguna vez escribió Joanna Russ, es el modo literario
perfecto para explorar nuestras creencias sobre valores innatos o las
condiciones sociales “naturales”.
Como lo dijo en un ensayo el
historiógrafo británico Keith Jenkins, “el trabajo de la historia es enseñar a
la gente cómo el pasado puede ser usado para generar una responsabilidad ética
en nuestra transición al futuro en formas en que se subrayen las
responsabilidades del individuo, al hacerle entender que cualquier presente es
siempre una condición que, en parte, es producto específicamente de las
elecciones humanas, y que éste puede modificarse por acciones humanas
consecuentes”.
Pero como lo dijo hace tiempo el
historiador alemán Alexander Demandt: “Nuestra visión de la historia resulta
incompleta si no contempla las posibilidades no realizadas.”
Por ello la historia alternativa
tiene un potencial reflexivo valioso para abrir mentes y repensar nuestro papel
y responsabilidad en el mundo. Pensar sobre lo que no sucedió nos ayuda a
pensar cómo hemos llegado a ser lo que somos; analizar las alternativas del
pasado nos permite elaborar alternativas para el futuro, y en un mundo que
necesita voltear la mirada hacia sí mismo y reinventarse, esto no deja de ser
de gran utilidad.
Al final, como dijo el filósofo y
ensayista francés Jules de Gaultier: “La imaginación es nuestra única arma
contra la realidad.”
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