La sabiduría callejera y las
grandes ideas
Forbes - martes, 1 de julio
de 2014
Los ejecutivos de relaciones
públicas deberían abandonar la comodidad de sus oficinas para caminar por las
calles y encontrar las ideas innovadoras que los clientes esperan.
En ocasiones anteriores he
mencionado la importancia del pensamiento creativo en el diseño de estrategias
de relaciones públicas. Se dice que detrás de cada buena campaña de relaciones
públicas está una “gran idea”, es decir, el concepto creativo que hace
recordable un mensaje.
Ese pensamiento creativo que
genera las “grandes ideas” es importante en el diseño de campañas de relaciones
públicas, porque los mensajes que emanen deberán tener el potencial de impactar
e influir en las opiniones y actitudes de las audiencias a las que van
dirigidas. Por lo tanto deben ser originales y suficientemente interesantes
para lograr el efecto esperado. Una gran idea rompe estándares y trasciende.
Independientemente de que existen
técnicas para guiar el pensamiento creativo para la generación de ideas,
estudios recientes han demostrado que caminar incrementa la inspiración
creativa. Marily Opezzo y Daniel Schwartz, investigadores de la Universidad de
Stanford, en Palo Alto, California, realizaron una investigación que examinó
los niveles de creatividad de las personas mientras caminaban, y los compararon
contra los de personas que permanecieron sentadas.
El experimento
La investigación se realizó con
base en cuatro experimentos realizados con 176 estudiantes universitarios y
otros adultos que completaron tareas comúnmente utilizadas por los
investigadores para medir el pensamiento creativo.
Los participantes fueron ubicados
en diferentes condiciones: andar sobre una caminadora eléctrica, estar sentado
en un espacio cerrado –en ambos casos frente a una pared blanca–, caminar al
aire libre y circular sentado en una silla de ruedas en el campus de la
Universidad de Stanford. Ello permitió comparar las reacciones combinando dos
sesiones sin moverse de una silla, seguidas por una sesión de caminata, para
luego volver a sentarse, todo ello en lapsos de entre cinco y 16 minutos.
Tres de los experimentos se
basaron en una prueba de creatividad del “pensamiento divergente” o
“pensamiento lateral”, que consiste en la búsqueda de alternativas o
posibilidades creativas y diferentes, explorando muchas soluciones posibles
para la resolución de un problema. Se les dieron series de tres objetos, y en
un lapso de cuatro minutos tenían que encontrar un uso alternativo para cada
objeto, aportando la mayor cantidad de respuestas posibles para cada conjunto.
Resultados
En uno de esos experimentos se
pasaba de estar sentado a utilizar una banda caminadora. La abrumadora mayoría
de los participantes en estos experimentos terminó siendo mucho más creativa al
caminar; la producción creativa se incrementó en un promedio del 60% cuando la
persona empezaba a estar en movimiento. Pero resultó más sorprendente el
resultado cuando los participantes salieron a caminar en la calle: el 100% que
lo hicieron fueron capaces de generar por lo menos una respuesta de alta
calidad a los problemas propuestos, duplicando el resultado de quienes
permanecían sentados.
Marily Opezzo advierte que “los
resultados no significan que todas las tareas en el trabajo se deben hacer a la
vez que se camina, pero sí que una caminata beneficia los resultados que
requieren una perspectiva nueva o nuevas ideas”. En otras palabras, no todos
los procesos de pensamiento son iguales, y aunque el estudio demostró que
caminar benefició para la lluvia de ideas, el efecto no es el mismo en el
pensamiento requerido para respuestas correctas individuales.
Sabiduría callejera
Previo a este estudio de
Stanford, publicado en marzo de este año, en 2011 el artista social inglés
David Pearl fundó una organización sin fines de lucro denominada Pearl Group,
en donde desarrolló una idea denominada Street Wisdom (sabiduría callejera),
que ofrece apoyo a quien quiera que tenga preguntas sobre su propia vida y/o su
trabajo, y requiere de algunas respuestas novedosas, especialmente cuando se
enfrentan retos laborales.
La sabiduría callejera es una
simple idea basada en la propuesta de que la gente y el medio ambiente están
llenos de una sabiduría que nos pasa inadvertida o ignoramos, pero que nos
permite aprender bajo el concepto de que “las respuestas están en todas
partes”.
Se trata de una experiencia de
tres sesiones de una hora cada una: durante la primera, los facilitadores ayudan
a los participantes a sintonizar sus sentidos para captar la información del
medio ambiente; en la segunda se da la experiencia de calle, en donde cada
quien, por sí solo, se plantea sus preguntas y espera las respuestas que se le
presenten; en la tercera hora se reúnen todos los participantes para compartir
su experiencia, durante lo cual la mayoría de las veces surge el asombro ante
lo mágico que una calle común y corriente puede llegar a ser cuando la persona
está consciente de los mensajes ocultos, los encuentros casuales y los
descubrimientos inesperados que encuentra.
En fin, muchas personas buscan la
fórmula para la creatividad, en situaciones que van desde música de ambiente
hasta la meditación. Las agencias de relaciones públicas invierten tiempo en
sesiones de lluvia de ideas en las que sus ejecutivos participan aportando
sugerencias, generalmente basadas en experiencias previas, en las que, las más
veces, son rechazadas aquellas ideas que suenen muy arriesgadas o atrevidas. No
obstante los clientes cada vez más demandan innovación, creatividad, grandes
ideas que permitan “vender” su imagen y las de sus productos.
Creo que es una buena idea tomar
en consideración el estudio de la Universidad de Stanford y la sabiduría
callejera de Pearl, y que los ejecutivos de relaciones públicas deberían
abandonar la comodidad de sus oficinas para caminar por las calles o parques
cercanos para encontrar en el medio ambiente –e inclusive al ruido de la calle–
las respuestas a esas ideas innovadoras que los clientes esperan de ellos.
Como explica Pearl: “Traer a la
mente las preguntas que requieren respuestas innovadoras y frescas. Tenerlas
presentes mientras se camina sin rumbo, y esperar a ver qué pasa. Es una manera
de emplear el tiempo de la vida diaria para encontrar respuestas y de tomar las
calles para usarlas como herramienta para aprender algo nuevo.”
Por cierto, este tema me vino a
la mente mientras caminaba por las calles cercanas a mi domicilio, paseando a
Jack, mi perro.
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