Los anunciantes han perdido la
atención de una generación
El Cronista - sábado, 19 de
julio de 2014
Te dicen que no programes una
junta antes de las 11 de la mañana en el festival de publicidad Lions en Cannes
porque los invitados o habrán trasnochado brindando por su propia creatividad,
o estarán fatigados por el largo vuelo desde Los Ángeles y no se presentarán.
Debí haberles prestado atención.
Hubo otros indicios en Cannes
esta semana de que la industria de la publicidad funciona en su propia zona
horaria. Siete años después del lanzamiento del iPhone, el teléfono inteligente
está llegando al punto de saturación en los mercados desarrollados, según
reportó IDC, el grupo analista, esta semana. Sin embargo, los anunciantes
todavía lo tratan como un invento moderno que aún no ha probado su valor.
En teoría, el teléfono
inteligente es la nueva televisión - un dispositivo de tecnología de consumo a
través del cual todo el mundo absorbe información y entretenimiento. Sin
embargo, en comparación es inútil como medio de publicidad. No sólo no existe
equivalente en valor al anuncio de 30 segundos, sino que la industria de la
publicidad está teniendo dificultades incluso para imaginar uno.
En una generación, hemos pasado
de padres intentando evitar que los adolescentes se tumben frente al televisor
a jóvenes que han perdido todo interés en la caja. Los adolescentes
estadounidenses están tan ocupados con las redes sociales y el video móvil que
solamente ven aproximadamente 21 minutos de televisión en vivo semanalmente.
La industria de la publicidad
está sufriendo de trastorno por déficit de atención - la audiencia que alguna
vez se sentó obedientemente frente anuncios de televisión amorosamente
concebidos por sus creadores, hoy en día es difícil de acorralar. La Generación
del Milenio está ahí, usando teléfonos y tabletas, pero son más propensos a
tuitear airadamente acerca de una marca que a fijarse en sus anuncios en la
transmisión del contenido.
"Estoy nerviosa porque creo
que todos nosotros perderemos el trabajo de aquí a un año si Reed Hastings
[director ejecutivo de Netflix] se apodera del mundo," dijo Laura Desmond,
directora general de Starcom MediaVest, una de las mayores agencias de compra
de publicidad, a una concurrencia en Cannes. Netflix, el servicio de
transmisión de video, y la red de televisión por cable HBO dependen solamente
de las tarifas de suscripción y no tienen anuncios.
Cuando la televisión alcanzó su
potencial en los años 1960s, le dio una audiencia masiva y eficiencia a una
industria que había dependido de los periódicos y la radio local. "La
publicidad era el anuncio clasificado para vender tu camión o tu vaca,"
dice Keith Reinhard, veterano de la industria de la época de los "Mad
Men" en los años 1950s y 1960s.
Esta audiencia masiva ayudó mucho
a la industria, junto con clientes como Procter & Gamble y Unilever, pero
se ha ido desapareciendo. Más de 100 millones de estadounidenses vieron la
final de "Mash" transmitida por CBS en 1983, comparados con los 10
millones que vieron el final de "Breaking Bad" de AMC el año pasado.
Incluso los éxitos a menudo se transmiten por episodios, sin anuncios, en
dispositivos móviles.
La tecnología ha desglosado la
audiencia una vez más en partes más pequeñas. La fragmentación de la televisión
es difícil para los anunciantes, pero la publicación es aún más difícil, con la
existencia de blogs y medios difusores de noticias como BuzzFeed y The Huffington
Post que producen una avalancha de información y entretenimiento (este último
publica 1600 noticias diariamente).
Los editores se quejan de que las
tarifas que les pueden cobrar a los anunciantes disminuyen continuamente,
especialmente en los móviles, pero esto también es un problema para los
anunciantes y las agencias. Si no vale la pena comprar los anuncios digitales y
móviles, a pesar de la migración de la audiencia desde los medios
tradicionales, algo anda mal.
Siendo ésta la industria de la publicidad,
Cannes estaba inundada de visiones imaginativas de cómo solucionarlo. La
sorpresa, dada la madurez de la tecnología digital y móvil, es cuán vagas
continúan siendo estas visiones. Requerirían una revolución tanto en el
producto como tal, como en su colocación.
Hasta ahora, la tecnología no ha
ayudado a los anunciantes. Les ha dado a los espectadores una herramienta para
defenderse y los ha hecho más difíciles de encontrar. Pero no todo tiene que
ser problemático; se podría utilizar para reunir nuevamente a la audiencia
fragmentada, tal vez de una manera más precisa que "los adultos 25 a 44
años de edad".
Un ejemplo es la vinculación de
la "segunda pantalla" a la primera mediante la publicación de tweets
y anuncios de Facebook al mismo tiempo que los anuncios de televisión para
bombardear a los espectadores que están viendo la televisión mientras revisan
sus teléfonos o tabletas. No habría dónde esconderse.
Hay otras tácticas más
sofisticadas (e invasivas). Una persona que usa un teléfono para comprar
productos y publicar en las redes sociales está produciendo todo tipo de datos
útiles para un anunciante; quién es, dónde está y qué es lo que le gusta. Por
ejemplo, podrían ser utilizados para transmitir un anuncio si la persona pasó
por una boutique.
Tales técnicas están aún en su
infancia, y los anunciantes no saben si van a funcionar a escala, que es lo que
necesitan. Tampoco saben cómo reaccionarán los consumidores. Los televidentes
están acostumbrados a los anuncios; pero no está claro cuánto van a permitir en
un dispositivo móvil que llevan con ellos y consideran algo personal.
Aunque se puedan encontrar, y
sean receptivos, hay otra dificultad - los anuncios tradicionales no funcionan
en los teléfonos móviles. Los banners diminutos, reducidos desde el escritorio
(donde ya son menos eficaces) son baratos de comprar por una razón. Pasan
rápidamente, sin notarse.
Todo esto es un anatema para los
"Mad Men" de Cannes, acostumbrados a pintar un lienzo de 30 segundos
para un público cautivo. Sus creaciones están siendo reemplazadas por anuncios
nativos - encabezados concisos que más parecen periodismo que publicidad. En
lugar de campañas planificadas y diseñadas, son respuestas inmediatas al
"zeitgeist" de Facebook.
"Los creativos lucharán
hasta el final," dijo un consultor. Pero lo que funcionó en la televisión
no está atrayendo la misma audiencia que antes. Los anunciantes deben encontrar
un nuevo público y darle lo que desea. A juzgar por lo sucedido en Cannes, aún
están soñando.
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